Jugó en cancha de Independiente y volvió a mostrar la deslucida versión que tiene habitualmente fuera de Núñez. Su rival se definirá mañana cuando se cierre la otra zona.
A pesar de haber sido local en el estadio de Independiente, donde jugó ante Instituto porque en el Monumental tocaba Red Hot Chili Peppers, River volvió a mostrar la deslucida versión que tiene habitualmente fuera de Núñez.
Bajo un intenso calor, al equipo de Martín Demichelis le faltó afinar las cuerdas y tuvo una floja actuación en el Libertadores de América. Si bien está clasificado a los Playoffs, al igualar 0-0 con el conjunto cordobés, no pudo terminar primero en su zona y llega con dudas a la definición de la Copa de la Liga.
River tiene una virtud. Maneja la pelota de una manera que lo hace ser protagonista de los partidos. Tiene el talento suficiente como para darle seguridad a cada pase. Con jugadores de muy buen pie. Sobre todo los mediocampistas.
River también tiene un defecto. Jugadores con características similares cuya acumulación no siempre da el resultado esperado. Y la superpoblación de esos futbolistas genera una abundancia que a veces es contraproducente.
Ante Instituto, si bien Martín Demichelis modificó la disposición de esos cinco medios, otra vez no fluyó esa acumulación de pases que hay habitualmente. Como si estuvieran en un laberinto y no encontraran la salida. Entonces, faltó explosión.
River inició el partido con un cinco clásico (Kranevitter), dos internos (Fernández, a la derecha y Lanzini, a la izquierda), dos más adelantados (De La Cruz y Barco) y Rondón de punta.
Lo que Demichelis tal vez intentó fue que Nacho y Lanzini no se chocaran entre sí y arrancaran de atrás más posicionales. Y que De La Cruz y Barco le den velocidad más dinámica en los metros finales al equipo.
Sin embargo, se encontró con un cerrojo que Dabove armó en 30 metros. Y le costó a River.
Así y todo, hubo llegadas claras. Algunas por la vía aérea, con cabezazos de Paulo Díaz y De La Cruz que se fueron cerca y, la más clara en los pies de Rondón, tras un magnífico pase de Fernández. Pero se fue pegada al palo izquierdo de Roffo, que también contuvo otros remates, como uno a Casco.
Al no poder entrar por el medio, River volcó mucho su juego por la derecha con el triángulo que armaron Nacho, Casco y De La Cruz. Y por ahí tuvo la llave el equipo de Núñez. Tan es así que Casco quedó solo para definir y tardó demasiado, sobre el final del primer tiempo.
Para la segunda parte, Demichelis mandó a la cancha a Simón para que explotara más la banda derecha y a Colidio para tener esa movilidad que faltaba en los metros finales. Salieron Casco y Lanzini.
Pero Instituto ajustó la marca y Simón no tuvo las mismas libertades que Casco. Entonces, River fue por el otro lado. Se despertó Barco y pegó un tiro (con desvío incluido) en el travesaño. Pero Colidio no se metió en el partido. Entonces, el juego se recargó en Fernández y De La Cruz. Aunque Nacho ya no incidió tanto y el uruguayo, que jugó más retrasado en el complemento, fundió motor. Venía de disputar con Uruguay los dos partidos de las Eliminatorias ante Argentina y Bolivia.
Cuando River empezó a quedarse sin nafta, Instituto lo notó y sacó su carrocería. Presionó más y exigió a Armani, que le sacó una muy buena a Cuello y un remate de gol a Graciani en una jugada que se inició tras una pérdida de Kranevitter.
A River, a esa altura, cuando promediaba el segundo tiempo, ya no retrocedía como en el primer tiempo, en el que Instituto no pudo meter un contragolpe y solo una vez le generó riesgo a Armani con un remate de Puebla de afuera del área que el arquero controló en dos tiempos. En la segunda mitad, el capitán de River ante la ausencia de Enzo Pérez tuvo que estar más atento para cuidar su arco.
En cambio, al conjunto de Demichelis se le hizo cada vez más largo el camino a la valla de Roffo. Apostó por algunos desbordes de Solari, quien entró en el tramo final, pero sin éxito. Alarcón sacó todo lo que pasó cerca.
Y Borja no pudo con algún centro perdido. Tampoco Palavecino logró darle frescura en el mediocampo. En conclusión, los cambios no funcionaron. Y River se derritió en la tarde de infierno en Avellaneda.
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