La pieza sagrada contiene una gota de la sangre del recordado papa y santo polaco; la sustracción tuvo lugar en la Basílica del Santísimo Sacramento, en el barrio de Retiro
a creciente inseguridad en la zona céntrica porteña no respeta cultos ni sitios sagrados. Lo sufre en carne propia el sacerdote Rafael Cáceres Olave, párroco de la Basílica del Santísimo Sacramento, en el corazón del barrio de Retiro. Desde hace tres meses recorre ferias y anticuarios para intentar encontrar rastros de una reliquia del papa San Juan Pablo II que fue robada de ese templo a fines de julio.
“Estuve esperando que la persona que se la llevó se arrepintiera y la devolviera. Pero hasta ahora eso no ocurrió. Lo más probable es que se la hayan llevado para comercializar en el mercado informal el bronce que acompañaba a la sagrada pieza”, explicó el sacerdote a LA NACION.
La reliquia conservaba una gota de sangre de Juan Pablo II enmarcada en un cuadro que reproduce en bronce su escudo papal y la leyenda Totus tuus (todo tuyo), su lema episcopal. En el centro de ese escudo estaba el relicario.
“Recorrí varios comercios de antigüedades y no encontré nada. En este barrio hubo muchos robos de piezas de bronce en edificios y en plazas y monumentos. Se llevan, incluso, las tapas de los desagües”, describió el padre Cáceres Olave, habituado ya a convivir con las secuelas del delito.
La insólita sustracción preocupó especialmente a la Congregación de los Padres Sacramentarios, que tienen a su cargo la parroquia, emplazada desde 1928 en San Martín 1039, y a los laicos que una vez por mes se reúnen en la basílica, como parte del Grupo de Oración Hijos Espirituales de Juan Pablo II. En ese sentido, transmitió su pesar por el robo el rector de la Misión Católica Polaca, padre Jacek Twarog, de fuerte presencia en el templo.
La Basílica del Santísimo Sacramento está ubicada a metros de la Plaza San Martín y la sucesión de robos en el barrio desalentó al padre Cáceres Olave a la hora de formalizar una denuncia policial. Habló con un agente que custodiaba la zona el día de la sustracción, pero no encontró mucha receptividad y desistió de hacerlo. “Preferí recorrer los locales de compraventa de antigüedades, pero no apareció nada”, contó.
La pieza sagrada se encontraba en la nave central del templo, a un costado del altar, desde hace cinco años. Fue donada por el arzobispo emérito de Cracovia, cardenal Estanislao Dziwisz, quien fue secretario privado de Karol Wojtyla (luego Juan Pablo II), durante cuatro décadas. El 22 de octubre pasado, fecha en que la Iglesia celebra al santo polaco, la reliquia fue expuesta en el altar de la basílica para la veneración de los fieles.
El relicario estaba colgado debajo de un cuadro con la imagen de Juan Pablo II, que no sufrió daños. El padre Cáceres Olave informó que esa obra fue retirada en forma preventiva.
Según pudo saber LA NACION, en septiembre de 2020 fue robada en la Catedral de Spoleto, en Umbría, Italia, una ampolla que contenía gotas de sangre de Juan Pablo II. Autoridades episcopales de ese país definieron ese hecho como “un acto grave que hiere la sensibilidad y la devoción de muchas personas”.
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