Opinión

AnálisisUn gobierno en caída libre exhibe, sin ningún pudor, sus peores miserias

Foto: Franco Fafasuli

Por Ernesto Tenembaum

El Presidente no despidió a Kulfas por un off sino por su debilidad a la hora de defenderlo. Hay gladiadores del off en ambos bandos y al más alto nivel. La diferencia es que Cristina Kirchner tiene el poder y la decisión de resguardar a los suyos

La incapacidad evidente de Alberto Fernández y Cristina Kirchner para procesar sus diferencias de manera adulta ha provocado una nueva y violenta crisis en el gobierno nacional. El chivo expiatorio de esa dinámica fue el saliente ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien fue eyectado de su cargo luego de que la vicepresidenta denunciara que difundía información desde el anonimato para perjudicarla. Pero esa baja no debería ocultar que, por detrás, se desarrolla una guerra estremecedora donde vuelan acusaciones serias de corrupción entre los entornos del Presidente y la vicepresidenta, y se desnudan altos niveles de descomposición en la cúspide del oficialismo.

El nuevo episodio de la triste sitcom que protagonizan Alberto Fernández y Cristina Kirchner arrancó en la tarde del viernes. En uno más de esos extraños discursos en los que ella aparece, alternativamente, como heroína o como víctima, la vicepresidenta disparó contra el Gobierno, en principio, por no cuidar las reservas. “Tampoco creamos mágicamente que nos vamos a salvar porque vamos a tener 33.000 millones de dólares de exportaciones de Vaca Muerta porque, si al mismo tiempo que tenemos esa exportación, no cuidamos los dólares o tenemos festival de importaciones…”, dijo.

Luego le reclamó que endurezca sus posiciones frente al grupo Techint. “O, de repente, no impulsamos que quien ha ganado la provisión de los caños del gasoducto que vamos a hacer, el Néstor Kirchner…Tenemos también que comenzar a exigir porque, quien provee los caños, que es una gran empresa multinacional de origen argentino, y que la mayor parte de su capital la hizo aquí en Argentina, a partir de la privatización de la siderurgia que también estaba en manos del Estado… Pedirle que la chapa laminada que hacen en Brasil la traigan acá con línea de producción para hacerla acá. Muchachos: no podemos seguirle dando 200 millones de dólares para que se paguen ustedes mismos en la empresa subsidiaria que tienen en Brasil. Pongan la línea de producción de chapa en Argentina, si han ganado fortunas en la Argentina. El balance, Alberto, del 2021, les triplicó lo del 2020. Y es una industria muy importante, Alberto, porque es una industria que es insumo difundido para toda la economía. Son las chapas de la industria automotriz, de la metal mecánica, es la chapa de la construcción, es la chapa de los artefactos eléctricos, lavarropas, heladera, etc… El valor difunde a toda la cadena. Entonces, si los preferimos por ahí a compradores extranjeros, pidamos que entonces esa línea de producción para los caños sin costura de los gasoductos, la traigan acá a la Argentina”.

Finalmente, Kirchner volvió a reclamarle al Presidente que defienda las reservas. “Alberto, hay un deporte nacional por apoderarse de las reservas que hay en el Banco Central bajo distintos mecanismos. Sobre todo cuando tenemos una brecha como la que tenemos. Entonces tenemos que… yo siempre digo, te dije la otra vez cuando hice un documento, que vos tenías la lapicera. Yo lo que te pido es que la uses, la uses con los que tienen que darle cosas al país. Hay que usarla”.

 

El 6 de mayo, durante su discurso en Resistencia, Cristina ya había planteado que el Gobierno no defendía las reservas en dólares, esto es, que entregaba dólares baratos indiscriminadamente al sector privado. “Una observa que en este 2020 y 2021 ha habido un inmenso salto en las exportaciones por cantidad y por precio. Por cantidad y por precio. Tuvimos superávit que no tuve yo en 12 años jamás. Casi 30 mil millones de dólares de superávit comercial y sin embargo tenemos problemas de reservas en el Banco Central. ¿Entonces, qué pasa con la administración monetaria y cambiaria?”.

El primer título que apareció en los portales, después de esa andanada, era obvio: “Yo te pido que uses la lapicera”. Pero un rato después, en la noche del viernes, apareció una respuesta albertista: “Los que no usan la lapicera son los funcionarios de Cristina”. El conflicto escalaría hasta niveles psicodélicos.

En la mañana del sábado, la cuenta Energía Argentina, que pertenece a la empresa de energía estatal controlada por el cristinismo, disparó con todo. Acusó a funcionarios del gobierno nacional de difundir información en off, es decir, desde el anonimato para ensuciar a la vicepresidenta. Como prueba, difundió una captura de pantalla de wasap cuyo texto es tremendo porque acusa, con nombre y apellido, a un funcionario que responde a Cristina de haber amañado la licitación de caños para el gasoducto, de tal manera que solo Techint pudiera proveerlos.

“Las lapiceras la tienen que usar los funcionarios de Cristina que fijaron las condiciones para darle la construcción de las cañerías del gasoducto de Vaca Muerta a Techint –se puede leer en ese texto– Ellos armaron un pliego de licitación a la medida de Techint y de la chapa que el grupo fabrica en Brasil, de 33 mm de espesor. Si en lugar de poner esa especificación, hubieran puesto 31 mm, como son los gasoductos en Europa, se podrían haber provisto caños de otra firma que fabrica en Villa Constitución. La Secretaría de Industria debía intervenir más activamente en el tema, pero el presidente de Ieasa (Energía Argentina), (Agustín) Gerez, dijo que si no respondían en el acto se caía la licitación y no daban los tiempos. Y también adjudicaron la provisión de válvulas a una empresa importadora en lugar de a un fabricante argentino que ofrecía precios y condiciones similares, incumpliendo el compre nacional”.

Desde la cuenta que difundió la denuncia contra los funcionarios que habrían distribuido ese texto, respondieron que los caños fueron licitados de acuerdo a la normativa técnica vigente, y que pese a que buscaron proveedores alternativos solo Techint se presentó a la licitación, y que la provisión de válvulas no fue adjudicada a nadie. Curiosamente, defendieron la licitación que había atacado su jefa, Cristina Kirchner. “No solo es grave, sino muy penoso y sobre todas las cosas incomprensible, que una obra de la magnitud y la importancia para la Argentina, y para el propio Gobierno, como el gasoducto Nestor Kirchner, sea objeto de este tipo de acciones”. El destinatario de todo esto era el ministro Matías Kulfas, que ya había hecho declaraciones similares por radio.

Un rato después de que Energía Argentina difundiera esta denuncia, la vicepresidenta Cristina Kirchner la potenció desde sus propias redes sociales. Dijo que estaba dolida por un ataque injusto y que, a diferencia de quienes la difaman desde las sombras, ella siempre dio la cara. En ese contexto, Alberto Fernández explicó que él también repudiaba que se ensuciara a la gente por medio de un off the record y le pidió la renuncia a Kulfas, uno de sus hombres de mayor confianza.

La razón por la que el Presidente despidió a Kulfas es, en realidad, una excusa: no fue por un off sino por su debilidad a la hora de defenderlo. Todo el mundo sabe, en la política y en el periodismo especializado, quiénes difunden desde el anonimato información para perjudicar al Presidente o a la vicepresidenta según el caso. Hay gladiadores del off en ambos bandos y al más alto nivel. Máximo Kirchner, por ejemplo, dijo ayer que cuando renunció a la presidencia del bloque “no hubo ningún off”. Debe ser una humorada. Unos días antes de esa renuncia, Horacio Verbitsky, el periodista de confianza del hijo de Cristina, publicó lo que el propio Máximo le había dicho al Presidente en privado luego del acuerdo con el Fondo.

Le hiciste perder en el 2017 con Esteban Bullrich y te ayudó a llegar adónde estás. Te aclaro que yo nunca estuve de acuerdo con tu candidatura como no estoy de acuerdo con esta negociación. Por eso creo que te va a ir mejor con ella que conmigo.

¿Quién habrá contado en off esa infidencia?

Un off es cosa de todos los días, especialmente en este Gobierno. La diferencia es que Cristina tiene el poder y la decisión de defender a los suyos, aun cuando, como ocurrió con Sergio Berni, le digan “borracho” al Presidente o atornillado, pelele, ciego, sordo y mudo. Fernández, en cambio, defiende a los propios a veces. Y a veces, no lo hace.

Ese desnivel de poder ha sido una tragedia para este Gobierno. Pero ahora se le agregan otras cosas. Cristina Kirchner sostiene que entregan miles de millones de dólares baratos sin control y que son condescendientes con grupos económicos muy poderosos. Está sugiriendo la existencia de negociados por muchísimo dinero. La vicepresidenta instala de esta forma la primera denuncia grave de corrupción contra el Frente de Todos. Desde el albertismo explican que esos negociados los hace la gente de Cristina. Entender quién de los dos tiene razón es un jeroglífico. Aunque uno solo de los bandos la tuviera, ya es gravísimo lo que revela.

Mientras tanto, todos ellos trabajan en un clima espantoso, donde es imposible gobernar. Todos se odian. Todos se sospechan. Todos se denuncian. ¿Cuál es, realmente, la diferencia si eso se hace en on o en off? Por ejemplo, si existe un real problema con la entrega de dólares de las reservas, ¿no sería más razonable que la vicepresidente lo discutiera en privado con el primer mandatario? Pero, claro, como no se hablan, debe hacer el escándalo en público.

Todo muy normal.

Mientras tanto, Econojournal, que es la publicación sobre temas energéticos más seria que tiene el país, acaba de publicar: “En algún punto, pareciera que la vicepresidenta está mal dateada por sus subordinados. Porque al igual que ahora, cuando en el 2009, durante su primer Gobierno, el Enargas impulsó la ampliación del gasoducto submarino San Martín por debajo del Estrecho de Magallanes, la chapa de los caños también se construyó en Confab, la fábrica de chapa laminada de Techint en el Sur de Brasil”.

¿Será Kulfas el último en irse? ¿Cómo leerá Martín Guzmán la decisión que tomó hace unas horas el Presidente? ¿Se sentirá respaldado? En el caso que Guzmán se vaya, ¿será el último en irse? ¿Cómo influirá toda esta maravilla en la demanda de dólares? ¿De que manera contribuirá para frenar la inflación?

 

Cada día, todo se pone peor.

 

Por Ernesto Tenembaum para Infobae

 

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