En el primer partido por los puntos del ciclo de Felipe Contepomi, el seleccionado se impuso por tercera vez en la historia al equipo negro.
No fue la primera, tampoco la primera como visitante. El valor de la victoria de los Pumas sobre los All Blacks radica en que fue la mejor. En una actuación excelsa tanto en ataque como en defensa, con récord de tries y de puntos ante los neozelandeses, la Argentina se impuso por 38-30 en Wellington y empezó de la mejor manera su camino en el Rugby Championship 2024.
El tercer triunfo en cinco años contra Nueva Zelanda, cuando en los 44 años de historial un empate era el mejor resultado, fue el más lúcido. A la asfixiante defensa, un ítem ineludible cuando se afronta a los mejores del mundo, clave en los éxitos de 2020 y 2022, esta vez los Pumas añadieron una gran dosis de juego ofensivo, no exento de lujos. Finalmente, la fortaleza mental para reponerse a situaciones adversas fue fundamental. Errores propios los llevaron a estar 15 puntos abajo al final del primer tiempo, pero la mejora en la disciplina sin ceder intensidad permitió revertir la situación.
El partido fue vibrante, con siete tries en total y un marcador oscilante, movido por varios cambios de liderazgo. En los minutos cruciales fueron los Pumas quienes, gracias a la tremenda presión que les hicieron a los All Blacks, forzándolos a cometer errores impropios de quienes visten esa camiseta, mostraron mayor entereza para resolver un encuentro parejo.
La mayor cantidad de puntos que los Pumas les habían anotado a Nueva Zelanda habían sido 25, en las victorias en Parramatta (Australia) y Christchurch. Nunca les había apoyado cuatro tries. De hecho, los 38 puntos es la máxima cantidad de puntos que permiten los All Blacks como locales. El récord era de Sudáfrica, en un éxito por 36-34 también en Wellington, en 2018. La Argentina se une a Sudáfrica e Irlanda, los dos primeros del ranking mundial, como los únicos en vencer tres veces a los neozelandeses en los últimos cinco años. Los All Blacks suman cinco partidos sin ganar en la capital, con tres derrotas y dos empates; la última victoria fue en 2018.
A 12 minutos del final, un try de Agustín Creevy, que a los 39 años regresó al seleccionado tras ser omitido en la ventana de julio, volvió a poner adelante a los Pumas (35-30) después de que Nueva Zelanda había reaccionado al golpe que sufrió al inicio del segundo tiempo. A partir de allí, fue todo celeste y blanco. Los Pumas se aferraron a la ventaja con uñas y dientes y sobre el final Santiago Carreras (13 puntos) aseguró el triunfo con un penal.
Con algunas cosas para mejorar, como la disciplina y la salida del campo propio, los Pumas redondearon una actuación magistral. A partir de una defensa alta y asfixiante, algo que requiera además gran coordinación, neutralizaron el peligro de los backs rivales, que sólo desequilibraron a partir de jugadas rotas, y recuperaron muchas pelotas en el contacto. Los forwards se impusieron físicamente y, más allá de un par de line-outs perdidos, dominaron las formaciones fijas y el maul. Que el primer scrum haya sido a los 60 minutos habla de la precisión con que manejaron la pelota. Los Pumas se animaron a jugar de todos lados y quebraron con asiduidad la línea defensiva rival. Hubo tries de todos los colores: de contraataque, de pelota suelta, de jugada de line-out y de pick-and-go luego de un scrum.
No hubo puntos débiles en el equipo, aunque sí varios que sobresalieron del resto. Pablo Matera, quien volvió a ser capitán después de cuatro años ante la lesión de Julián Montoya, jugó a la altura de cómo lo había hecho en aquel primer éxito en el Tri-Nations 2020. Juan Cruz Mallía ratificó que está en otro nivel: juego aéreo, quiebres, kicks precisos, decisiones acertadas. Mateo Carreras definió como un rayo la única que tuvo. Santiago Chocobares ganó metros cada vez que tocó la pelota y fue un muro en defensa. Marcos Kremer, Pedro Rubiolo y Thomas Gallo se tacklearon todo.
En los momentos cruciales, Nueva Zelanda lució desconcertado. Después de haber estado al frente 20-8 en el primer tiempo y 30-25 a los 15 del segundo, desperdició algunas situaciones al final y cometió errores poco usuales. Si bien el nuevo entrenador Scott Robertson encaró un ciclo signado por una profunda sangría de jugadores, cuenta con un plantel de primer nivel, con gran calidad individual, y que venía de vencer dos veces a Inglaterra en julio. Hoy puso lo mejor que tenían a disposición y la única baja de peso fue la del capitán Scott Barrett.
Si bien contaba con algunos jugadores con poca experiencia, lo mismo puede decirse de la Argentina, donde debutó el reciente Pumita Efraín Elías (20 años). Felipe Contepomi también está en el inicio de su etapa como entrenador principal y hasta aquí ha evidenciado un crecimiento notable partido tras partido, partiendo de la derrota ante un equipo alternativo de Francia en Mendoza. Siguiendo la línea que traía de la época en que era asistente de Michael Cheika, el equipo va asimilando su ambiciosa propuesta de juego de posesiones largas desde diversos sectores de la cancha, a los que les va agregando variantes para sorprender al rival.
Los Pumas comenzaron con un nivel de energía y conexión muy alto y en la primera pelota que tuvieron armaron una gran jugada colectiva que casi termina en try. Sin embargo, les costó controlar ese entusiasmo y cayeron en penales reiterados (muy finos la mayoría, pero infracciones al fin) que les costaron posesión y territorio. Seis penales en 11 minutos desembocaron en la apertura del marcador (penal de McKenzie) y enseguida el primer try: knock-on de Mateo Carreras en ataque y contra magistral con el sello de McKenzie y Beauden Barrett, rubricada por el segunda línea Sam Darry.
En total fueron 10 infracciones en el primer tiempo, cuando lo ideal es terminar el partido en un dígito. Tres de los cuatro tries de un vibrante primer tiempo fueron en jugadas rotas. Los Pumas aprovecharon bien una pelota que robó Franco Molina en el contacto y el quiebre de Santiago Chocobares gestó la conquista de Lucio Cinti. Sobre el final, Mateo Carreras tomó una mala recepción de una carga de Sevu Reece y corrió eléctricamente hacia el in-goal, clave para mantenerse el partido. El único try que partió de una formación fija fue el segundo de Nueva Zelanda, obra de Lienert-Brown tras un line en cinco metros, que por entonces se adelantaba 20-8.
Un try a partir de una sorpresiva jugada de line-out al inicio del segundo tiempo puso a los Pumas por primera vez en ventaja (22-20), que mantuvieron luego de intercambiar penales. A los 11, Mark Tele’a volvió a poner a los de negro arriba luego de que los argentinos no pudieran salir de su propio campo con prolijidad. Con pocos ataques, la efectividad en los últimos metros los tenía al frente 30-25.
En la última media hora se vio lo mejor de los argentinos. En ese lapso no sobresalieron las acciones lucidas, pero sí el dominio psicológico del partido, con gran presencia defensiva y pescando muchas pelotas en el ruck. Los cuatro scrums que tuvo a su favor, todos en ese cierre, los resolvió con eficiencia. De uno en ataque, merced a una potente embestida de Joaquín Oviedo, llegó el try de la victoria de Creevy.
La costumbre no apaciguó la euforia. Tres éxitos ante Nueva Zelanda en cinco años hablan del crecimiento del este equipo. El desafío es mantenerlo. En siete días hay revancha, nada menos que en el Eden Park de Auckland. Por ahora, es tiempo de festejar.
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