La obra social de los jubilados en manos de La Cámpora es un verdadero caos en donde los abuelos sufren una permanente desatención y un grave maltrato.
Ahora se conoció el doloroso caso de una jubilada salteña diagnosticada de cáncer y que en medio de su dolencia peregrinó por ser asistida.
Delmira Núñez se jubiló de ama de casa y pasó a integrar la planta de afiliados del PAMI. La jubilación, que en su momento Delmira agradeció, se transformó luego en una pesadilla cuando se enfermó de un cáncer que en tan solo siete meses terminó con su vida. La atención fue tan deficitaria, que ni siquiera obtuvo diagnóstico por parte de un médico del PAMI, sino de un médico al que Delmira por casualidad le comentó de sus dolores. «Ella me comentaba siempre que tenía una hernia que se le estaba inflamando y también se la mostraba a su doctora que nunca le dio importancia. Pero eran los ganglios inflamados», advirtió Carolina Nieves, nuera de Delmira.
La jubilada murió esperando una respuesta de su médica de cabecera,.
«La doctora no debe ni saber que mi suegra murió», advirtió Carolina. El último mensaje de Delmira a su médica fue un mensaje de voz que obtuvo como respuesta «que ella no escuchaba mensajes de voz, pero mi suegra ya no tenía ni fuerzas para escribir y eso le explicaba en el audio», recordó Carolina aún con enojo. La jubilada tenía turno con un nuevo médico de cabecera el 1 de agosto, pero no llegó.
Luego de ser diagnosticada, Delmira y su familia comenzaron a atravesar toda la burocracia del PAMI. «Por pandemia, la doctora le mandaba las órdenes con cadete, pero no le decía el orden en el que se tenía que hacer ver. Íbamos a ver a los especialistas desordenadamente», resaltó Carolina. Ante la inacción «patalearon en el PAMI» y decidieron recurrir a familiares que trabajan en el hospital San Bernardo. «El PAMI no nos autorizaba porque decía que no era prestador, pero a los lugares que nos mandaban ellos nos decían que no había médico, como con el urólogo que decían que si era para PAMI el turno era en 3 meses, y si era particular, para mañana mismo». Así las cosas, la familia comenzó a pagar por atención particular y hasta por medicamentos que no eran reconocidos. «Le rogué al doctor Méndez (médico auditor), le dije que el cáncer no esperaba. Vi viejos llorando diciendo «doctor no tengo plata’. Pero les dicen que no pueden autorizar eso», recordó Carolina.
Con información de El Tribuno
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