Desde la empresa reconocieron que el Blindex se corrió del burlete de goma e intentaron llevar tranquilidad.
El domingo, un vecino se comunicó con El Tribuno para denunciar que el sábado por la tarde uno de los vidrios de una góndola del Teleférico San Bernardo casi se suelta cuando se sentó y se apoyó contra él. Desde la empresa de turismo, reconocieron que un burlete de goma se abrió y que el Blindex se corrió y lo atribuyeron a un golpe fuerte que habría recibido el ventanal. Buscaron llevar tranquilidad sobre la seguridad: «Es imposible que se abra o se vuele».
Francisco Tabarcache, quien advirtió que su contextura es grande, relató que alrededor de las 16.30 estaba bajando desde el cerro San Bernardo en el funicular junto a su esposa y sus hijas cuando se dio cuenta de que el Blindex se había despegado. «Casi se sale el vidrio», manifestó y lamentó no haber tomado una foto o haber hecho un video de lo que sucedió.
Dijo que, cuando llegaron a la base y reclamó a los trabajadores por lo que había sucedido y no se sintió bien atendido: «Al principio me trataron como si estuviera mintiendo, hasta que entré a la góndola y les mostré cómo quedaba cuando me apoyaba».
Lamentó que no le dieran el libro de quejas y que le dijeran que el gerente no estaba: «Me mandaron a hablar con un ingeniero que tomó mi teléfono y me dijo que me llamaría por las dudas».
El presidente del Teleférico San Bernardo, Martín Miranda, al ser consultado por El Tribu
no, dijo que sus colaboradores advirtieron que un burlete de goma se abrió y que el vidrio se corrió con respecto a él pero aseguró que este nunca podría caerse: «El Blindex no se va a quebrar ni a volarse porque es de seis milímetros y va puesto en una canaleta como si fuese un parabrisas de un auto», explicó.
«Para nosotros, la góndola es uno de los elementos vitales porque transportamos gente por el aire. Se cuida el habitáculo, la mordaza que tiene por arriba, el cable y todas las medidas de seguridad», garantizó.
«Evidentemente, si bien tenía la goma de abajo suelta, es porque recibió un golpe fuerte, una patada, quizás no de esta persona, sino de alguien más, y esto quedó así y cuando esta persona dice que se asentó y sentó fuerte -el es corpulento, pesa 135 kilos- sonó el Blindex y se abrió un poco», señaló.
Miranda aseguró que habló con el denunciante por teléfono y que el hombre se puso a disposición para mostrar lo que sucedió el fin de semana: «De todos modos, vamos a revisar cada uno de los Blindex».
El presidente explicó que no chequean los vidrios de modo rutinario pero que reemplazan los que están rayados o dañados por hechos vandálicos y, al cambiarlos, «se hacen los pegamentos nuevos de las gomas de los burletes con el Blindex».
Miranda contó que, si bien reciben reclamos por otros temas, nunca tuvieron una queja como esta. Detalló que el caso ya pasó a administración para hacer una acción de corrección: «Me llamó muchísimo la atención porque tuvimos otros reclamos, pero no de que se hubiera querido abrir uno de los Blindex. Esto me parecía muy sustancial porque se trata de una cuestión de seguridad».
Con respecto al reclamo por la falta del libro de quejas, Miranda aseguró que estos están siempre disponibles en las estaciones. Según le comentó una colaboradora, cuando el hombre preguntó por el libro de quejas, la boletería estaba llena de gente y decidió irse. «No quiso dejar asentada la queja», afirmó.
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