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Femicidio«Te mando dos monos y terminás en la chanchería»: la escalofriante amenaza a Cecilia Strzyzowski

Según la familia de la joven desaparecida en Chaco, lo dijo su pareja, César Sena (19), el detenido hijo de los líderes piqueteros. Un noviazgo intenso, violento y cruzado por el poder del clan.

A Gloria Romero (53) no le quedan más lágrimas por llorar, quedó vacía. Tiene la garganta seca y una tos carrasposa que trata de aliviar con un caramelo de miel y un té, pero se niega a cortar la entrevista. Al lado suyo hay un listado con medios de Corrientes, Buenos Aires, Córdoba y siguen apareciendo pedidos.

«Si no hablo con los medios, si ustedes dejan de tocar el tema o se enganchan con las PASO, ellos salen en libertad y mi hija se murió por nada», escupe, antes de largarse a llorar de nuevo.

Su hija es Cecilia Strzyzowski (28) y lleva doce días desaparecida. El que ‘saldría en libertad’ es César Sena (19), marido y principal sospechoso de una causa que arrancó como búsqueda de persona y hoy está caratulada como ‘femicidio’.

Él es hijo, además, del matrimonio entre Emerenciano Sena (58) y Marcela Acuña (51), los dos líderes piqueteros más temidos de Chaco. Ellos también están detenidos, señalados por presunto encubrimiento. Hasta este lunes eran candidatos en una boleta del gobernador Jorge Capitanich en las elecciones PASO del próximo domingo.

Este miércoles, desde las 20.30, se espera una marcha multitudinaria en la plaza del centro de Resistencia, que la familia de Cecilia espera que se replique en el resto del territorio chaqueño y en todo el país.

El caso que tiene en vilo a toda la provincia comenzó con una relación ‘tóxica’, una pareja impetuosa y codependiente, que se balanceaba entre momentos muy melosos y otros donde César mentía y hasta se ponía violento, según pudo reconstruir Clarín. Y el insoportable poder de los Sena, de fondo en todo momento.

«Yo te voy a encontrar el cuerpo de tu hijita»

«Esta es mucha responsabilidad para un adulto chiquito», protestaba Cecilia ante su mamá cuando algo no le gustaba. Lo cuenta Ángela (26), su hermana, con una sonrisa dibujada en la cara. Luego muestra en su celu videos de ella bailando. En la casa, en cualquier lado.

Ángela acompaña a su madre organizando la agenda. Una tía se encarga de la representación legal, otras dos primas ayudan con la logística, una conocida especialista en género aporta su conocimiento para llevar el caso, la abuela completa el relato. Son todas mujeres las que están presentes en la sala para narrar la historia de Cecilia. Varias tienen botón antipánico.

De chica, cuentan, caminaba en puntas de pie, porque quería ser bailarina. «Hola Susana, te estamos llamando», cantaba. Más grande se prendió con el «hasta Tinelli y el Maipo no paro, yo no paro». Quería algo más para ella que la vida que tenía. Y bailar era una pasión, había tomado clases de danza árabe, siempre acompañada por su abuela Mercedes, que la iba a buscar y la traía hasta que ya fue bastante grandecita la adulta que no quería dejar de ser niña.

César Sena y Cecilia Strzyzowski (Fotos Instagram Cecilia)

Le gustaba mostrar su vida en redes. Era espontánea, alegre. Se comunicaba con chistes, los chats que guarda la familia consisten básicamente de un meme tras otro. Gloria los repasa mientras busca la última foto que se sacaron juntas. Las tres eran tan unidas.

Al desgaste por la incertidumbre sobre el paradero de su hija  se le suma la angustia producto de una semana que  describe a Clarín como de «terror». En estos días a su familia los difamaron, los apretaron, les circularon rumores falsos y los amenazaron de muerte. «A tu abuela le va a pasar lo mismo que a la piba», les dijeron en una llamada anónima, para quebrarlos mientras daban una entrevista en vivo por televisión en un canal nacional. Que el caso no salga del pago. 

Si toda la familia habla de Cecilia en pasado es porque la causa está caratulada como investigación de femicidio. Es la hipótesis que sostiene la fiscalía por los indicios que van apareciendo. Nadie en la sala espera encontrarla con vida. Quieren entender mejor qué pasó con ella para comenzar a hacer el duelo en paz. Y que los culpables no queden libres.

Gloria se enteró de la peor manera: por un descuido policial. Un miembro de la fuerza le prometió el sábado pasado, mientras hacían rastrillajes en el campo de los Sena, que «iba a encontrar el cuerpito de su hija». Hasta ese momento ella creía que estaba viva. Desde entonces se dieron cuenta que nadie les podía sostener la mirada.

Gloria Romero, madre de Cecilia Strzyzowski (Foto MARCELO CARROLL)
Gloria Romero, madre de Cecilia Strzyzowski (Foto MARCELO CARROLL)

«No es plata para mí»

Cecilia y César se conocieron a través de Tinder en octubre de 2021. El 24 de diciembre de ese año finalmente se pusieron de novios. Para disimular la diferencia de edad, él mentía que tenía 28 años. También mentía con que era arquitecto, que ganaba hasta un millón de pesos por semana con su profesión y otros cuentos que reconstruye la familia.

Pero también cuentan que se mostraba como un dulce, un meloso, que le llevaba flores todo el tiempo y parecían una pareja ideal. Cecilia tuvo un atraso el año pasado y él ya fantaseaba diciéndole ‘mamita’, cuidando que no le baje la presión, dándole de comer en la boca. Cuentan que salían a pasear los dos junto a Gloria, («la salida con la suegra», bromeaban) que él pagaba todo. A nadie se le hubiese ocurrido que pasaría una tragedia

Sin embargo había alarmas, sólo que Cecilia las ocultaba a los suyos. El único confidente que tenía era un amigo, a quien le relató varios episodios de violencia. Uno, el 3 de mayo de este año, donde él la había agredido con una toma de judo a la altura del cuello. Desde entonces, ella le tenía miedo. Reconocía que se había vuelto muy dependiente, tanto emocional como económicamente. Que sin él no era nada.

La pareja se mostraba muy unida en redes (Fotos Instagram Cecilia)La pareja se mostraba muy unida en redes (Fotos Instagram Cecilia)

Ese amigo, que colaboró con la Justicia facilitando estas conversaciones, hoy está protegido como testigo de identidad reservada. Está aterrado por las posibles represalias de los Sena. 

Aunque ella lo negaba, su mamá veía que él era algo tóxico, pero su hija le pedía que no se meta, que cada pareja era un mundo. Todos coinciden con que eran muy dependientes. Él no era capaz de irse a comprar una Coca-Cola a la esquina sin pedirle que ella la acompañe. En las redes sociales de ambos se la pasaban subiendo fotos juntos, «mi rey, mi reina, mi todo».

El año pasado habían abierto una cafetería, Gato Negro, ubicada en el centro de Resistencia pero funcionó apenas un par de meses y cerró. También querían abrir un refugio de animales o un gimnasio. Inventaban muchos proyectos. En octubre de 2022, un año después de conocerse, anunciaron que se casaban por civil. A Gloria le pidió que le teja el vestido, apenas con dos semanas de anticipación. Lo hizo. Del lado de los Sena no fue nadie a la ceremonia.

Gloria Romero, la madre de Cecilia Strzyzowski (Foto Marcelo Carroll)
Gloria Romero, la madre de Cecilia Strzyzowski (Foto Marcelo Carroll)

La pareja vivía en casa de la abuela de Cecilia, donde hoy todavía sigue estando la ropa de César. Se iban a mudar a una casa del Barrio Emerenciano que ya tenían en mente cómo remodelar. Era un duplex al que le iban a tirar abajo la pared del medio para hacerlo más grande.

En una de las últimas salidas de la pareja con la suegra, fueron a un local del centro a ver los muebles. Ella vio algo que le gustó, pero que saldría unos 2 millones de pesos. «Eso no es plata para mí», le contestó él, altanero. «Decime qué querés y te lo consigo», decía.

Tenía un gesto muy particular, recuerdan. Él golpeaba con fuerza la mesa con los dedos índice y medio cuando se quería jactar de que la guita no era un problema. De que no tenía imposibles. A la casa en el barrio de su papá finalmente no la consiguió.

Dias después surgió la idea de irse a Ushuaia, el viaje que nunca llegaría a concretarse, propuesto por la suegra que nunca quiso a Cecilia. La noche en que él la pasó a buscar le temblaban las patitas y los brazos. «Estaba nervioso, ni chau me dijo», recuerda la abuela. A ella nunca más volvieron a verla.

«Terminás en la chanchería»

Y está el tema de la familia de él.

Marcela Acuña, César Sena y Emerenciano Sena.
Marcela Acuña, César Sena y Emerenciano Sena.

Cecilia no quería que nadie de los suyos se involucrara con los Sena. Sabía que eran pesados y que podían ser peligrosos. No iba a la casa de César si estaban los padres. Incluso lo alentaba para que se independice de su familia, que corte con ese vínculo y haga su propio camino, que estudie para otra cosa.

Los Sena a ella no la querían. Desde su entorno especulan con que es porque ella nunca aceptó serles una militante obediente, como le demandaban al resto de la gente con la que se vinculaban. «No estudié para piquetera», repetía. Quería irse del pueblo haciendo su propio camino.

Cuando ella desapareció, los Sena empezaron a decir que ni pareja fueron. En Instagram estaba lleno de fotos que echaban tierra a esa versión. 

César era demasiado dependiente de los suyos, cuentan a Clarín. Tenía dos personas que lo acompañaban siempre, chofer y guardaespaldas, puestos por la organización social. Uno de ellos, Gustavo Obregón, hoy está detenido acusado de encubrimiento.

Una foto del día del casamiento de César y Cecilia (Fotos Instagram Cecilia)
Una foto del día del casamiento de César y Cecilia (Fotos Instagram Cecilia)

Andaba además con un arma encima, que vieron al menos tres miembros distintos de los Strzyzowski. Era un revolver chiquito, de mango colorado. Decía que era para defenderse de los enemigos de su familia, que él era un «perseguido político».

En un almuerzo, donde decía haber rechazado un proyecto de 6 millones de dólares porque ganaba más dinero desde su casa, un primo de la familia de Cecilia le sacó la ficha. «Ese es como ‘gato de convento’. Lo mantiene el padre», lanzó a sus espaldas.

Pero también alardeaba con el poder su su familia y no solo con su dinero. Decía que cuando querían hacer desaparecer a alguien, «lo tiraban a la chanchería y los chanchos lo dejaban en huesos». Que así ya había matado a alguien cuando era adolescente, y que estaba todo tapado.

«Y se cagaba de risa. Y nosotros pensábamos que era chiste», dice la familia. Se hace un instante de silencio. Un escalofrío recorre la sala.

Cuando la pareja abrió Gato Negro, el local estaba a nombre de ella. «Ahora que soy la dueña mirá si te cago y me quedo con todo», le dijo Cecilia en una charla de sobremesa. Él se paró de la silla, le dio dos besos y le contestó: «Te mando dos monos y terminás en la chanchería».

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