Corresponsalía Tartagal
Una chispa, una rama que haya quedado encendida significaría un riesgo inminente para que el fuego vuelva a surgir y la situación nuevamente se descontrole en el paraje Yariguarenda, 13 km al norte de Tartagal, donde se ubica el Santuario Virgen de la Peña.
Ayer durante todo el día bomberos voluntarios de la zona trabajaron para sofocar los focos de incendio que amenazaban las viviendas del paraje donde residen unas 50 familias de originarios y criollos, y el propio templo parroquial ubicado en el pie de los cerros. Desde hacía unos 10 días que el monte circundante se quemaba con diferentes focos pero nadie esperaba que se acercara tanto a la zona más poblada del paraje.
El sacerdote franciscano Rubén Sica se mostró indignado por la situación: ‘Porque no fue un hecho fortuito. Fue un vecino de la comunidad que inició el fuego, con el objeto de limpiar su lote para comenzar con la siembra. Es una práctica que tratamos de combatirla desde hace años pero es difícil que la gente del paraje entienda que pone en riesgo a todo el lugar, a los vecinos, al propio templo y provoca un verdadero desastre ambiental”. El religioso agregó: “Esta persona está identificada pero nosotros nos hemos abocado a trabajar para sofocar el incendio y gracias a Dios por el momento lo hemos conseguido‘.
Bomberos de la policía de la provincia, otros de Salvador Mazza y de Tartagal que no tenían disponible la autobomba pero que se abocaron a trabajar con los otros cuerpos, lograron sofocar el impresionante incendio.
La situación se torna más compleja porque el fuego se expande por los cerros, lo que genera que la mayoría de los focos sean difíciles de sofocar. Solo se puede acceder a esos lugares a pie, por lo que es dificultoso transportar suficiente agua y elementos para combatir el fuego.
‘La sequedad del ambiente, una pequeña brisa, un tronco que no haya sido del todo apagado o una brasa puede volver a generar más fuego por eso estamos atentos a que eso no suceda‘, expresó el sacerdote.
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