Aun si los 48 dueños de las tarjetas de débito del caso «Chocolate» estuvieran vivos y trabajando, el año de la Legislatura bonaerense podría catalogarse de escandaloso.
Tanto la cámara de Senadores como la de Diputados tuvieron una sola sesión ordinaria este año. Peor que el Congreso. Y esa parálisis no se debe a falta de recursos: entre ambos cuerpos manejan un presupuesto de 170 millones de pesos por día.
Parte de esa caja millonaria es la que quedó bajo la lupa de la Justicia desde que Julio «Chocolate» Rigau, un puntero peronista de La Plata, fue detenido in fraganti mientras sacaba plata de un cajero automático del Banco Provincia con los 48 plásticos.
No se trataba, claro, de un excéntrico híper bancarizado sino de un clásico puntero bonaerense recaudando plata para la política. Su terminal más cercana, según tres fuentes de la Provincia, es el concejal Facundo Albini, confeso massista, pero quien también aparece en afiches Julio Alak, ministro de Justicia local y candidato a intendente de La Plata por Unión por la Patria. Alak quedó salpicado también por sus contactos con uno de los jueces que liberó a «Chocolate».
Lo curioso (o indignante mejor dicho) es que la dirigencia bonaerense no parece demasiado preocupada en esclarecer el escándalo sino más bien lo contrario: por un lado, tras una fuerte presión política, dos camaristas decidieron anular la causa aduciendo que la policía había violado los derechos de «Chocolate», al detenerlo en el banco sin una orden.
Y por el otro, con el mismo entusiasmo, se reparten acusaciones y tejen conjeturas sobre por qué lo agarraron al puntero. Para que se entienda bien: las dudas no son por haber descubierto un entramado desconocido y oculto. Al revés. Lo que llama la atención en la política bonaerense es por qué se avanzó esta vez sobre un tipo de personajes y acto de corrupción enquistado hace décadas y avalado por todos.
¿Interna platense o interna del PJ bonaerense?
Una alta fuente del Gobierno provincial, con larga trayectoria en el territorio y conocedor del accionar policial, dejó su hipótesis. «La historia acá dice que una mujer entró al cajero del Banco Provincia, que un hombre con muchas tarjetas estaba sacando plata y que cuando ella le advirtió por la demora, este personaje («Chocolate» Rigau) la empezó a insultar».
«Ahí -sigue el racconto- dicen que la mujer caminó 200 metros, encontró un guardia urbana, el guardia urbana aceptó caminar 200 metro para ir al cajero, y retuvo al puntero hasta que llegó la policía».
El funcionario plantea sus dudas: «Primero. En el banco hay varios cajeros, con lo cual, no andaba casi ninguno o estaba todo lleno para que la mujer se enoje con el puntero. Después, tiene que tener ganas de caminar 200 metros, el guardia urbana lo mismo… Es raro que un guardia municipal retenga a un persona además. Y nadie se acuerda ni tiene registro de la mujer. También es extraño lo rápido que aparecieron los videos».
Esta hipótesis apunta contra Julio Garro, intendente macrista de La Plata y rival en la elección contra Alak. «Lo pudo haber hecho para enchastrar al PJ y se le fue de las manos», teoriza el funcionario.
Un dirigente de Juntos defiende a Garro: «No veo que sea Julio, para nada. Acá lo que dicen es que es parte de una interna de Axel (Kicillof) contra (Martín) Insaurralde y Máximo (Kirchner). Y como Alak es aliado de Axel, el gobernador busca que el escándalo involucre a la Legislatura y salpique a (Federico) Otermín, que es de Insaurralde».
Como contó Clarín, en Juntos insisten en despegarse del sistema de contrataciones que también incluye a sus bloques. «Es cierto que firma el vicepresidente de la cámara, que es nuestro, pero el control es del presidente (por Otermín). Y la auditoría final, de última, es del Tribunal de Cuentas».
Este organismo tuvo su propia pelea durante el mandato de Kicillof, cuando quedó vacante el cargo de titular y el gobernador puso a uno de sus hombres de confianza, Federico Thea, pese a la incompatibilidad de tener a un oficialista controlando las cuentas de otro oficialista. Delicias de la política argentina.
El reparto de Massa, Insaurralde/Máximo y Cambiemos
Más allá de las acusaciones cruzadas -este lunes Alak salió a cuestionar a Maximiliano Abad, jefe de la UCR bonaerense y candidato a senador de Patricia Bullrich-, el silencio generalizado de la política bonaerense desnuda un sistema de reparto que incluye a todos.
Un dirigente del sur del conurbano lo resume así: «Esto es histórico y va a seguir así. Con Cambiemos, el reparto lo hacían entre Massa, Insaurralde y (Federico) Salvai en nombre de Vidal. Con el cambio de gobernador, Juntos tiene representantes de cada bloque (UCR y PRO), y en el peronismo ganó peso Máximo como socio mayoritario de Insaurralde».
«Pero la verdad -sigue su catarsis-, no creo que cambie nada. En su momento, con el Frente Grande saltó una estafa hace muchos años, echaron a uno y listo. Acá ni siquiera sé si se llegará a eso».
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