Orlando Ibáñez sufrió un ACV y tuvo que ser trasladado a una clínica privada en Bolivia.
Después de que El Tribuno reviviera la historia de Silvia de la Silva a través de Facebook Live, Gabriela tuvo la necesidad de salir y contar el padecimiento que enfrentaron sus padres en la localidad de Cochabamba. El relato es similar al de la familia Silva. En 2015, Orlando Ibáñez y Nilda Ruiz viajaron a Bolivia para participar de la peregrinación por la Virgen de Ukupiña, pero la poca reciprocidad de los hospitales públicos transformó el paseo en una pesadilla.
«Mi papá antes de llegar a la procesión se desmayó y se cayó en medio de la calle. Ante la desesperación, mi mamá llamó a emergencias y lo trasladaron en un camión de bomberos. Pasaron por varios hospitales públicos y ninguno lo quería recibir. En un momento, el conductor se bajó a dar la cara en un hospital y habló con uno de los médicos. Le dijeron que no iban a sacar una persona de ellos para poner un argentino», relató la hija de Orlando Ibáñez.
En ese momento este salteño, que había sufrido un ACV (accidente cerebro vascular) sufrió un paro cardíaco, por lo que decidieron trasladarlo a una clínica privada. «Lo recibieron a mi papá. A mi mamá le hicieron firmar un pagaré diciendo que tenían que pagar la internación y que lo iban a tener 12 horas. A mi papá lo pusieron en la terapia y, en total, gastamos $180 mil», relató Gabriela.
El sábado 15 de agosto, Nilda llamó a su casa a las cinco de tarde. El llamado fue un baldazo de agua fría, los hijos del matrimonio Ibáñez se enteraban que su papá había sufrido un paro y que necesitaban plata para poder tratarlo en un hospital de Bolivia. «En ese momento empezamos a ver qué podíamos hacer. Mi mamá me dijo «busquen plata en todos lados». Ese día lo hicimos hasta la cinco de la mañana y juntamos $38 mil. En el medio, mi mamá no tenía plata ni para comer, el señor de la ambulancia la dejó dormir en una pieza del hospital», explicó Gabriela.
Al día siguiente la situación empeoró. Nilda contó que Orlando estaba en una condición delicada de salud y que necesitaba más dinero porque si no lo iban a sacar de la terapia. Ante la desesperación, Nilda le pidió a sus hijos que vendan el auto.
«Otro problema que tuvimos es que teníamos que mandar dólares porque no querían plata argentina. Así que tuvo que viajar mi hermana y llevar más dinero. El médico le dijo a mi mamá que, si no seguían pagando, se iba a morir ahí y que lo mismo iba a tener que pagar para retirar el cuerpo porque mi papá estaba mal», relató Gabriela.
Un regreso complicado
El miércoles, finalmente la familia decidió trasladar a Orlando Ibáñez a Salta para que lo atiendan en la provincia. “Por suerte conseguimos el vuelo sanitario el día martes, lo íbamos a trasladar hasta la frontera y de ahí en avión. El martes había un piquete en Bolivia, por lo que se tuvo que bajar el chofer de la ambulancia y mostrarle cómo estaba mi papá”, relató Gabriela, la hija del paciente.
Al llegar tarde, Orlando Ibáñez quedó internado en el hospital de Tartagal, porque había empeorado. Al otro día el vuelo sanitario pudo trasladarlo. “Mi papá estuvo tres meses en la terapia, pero gracias a Dios está bien y se recuperó”, finalizó.
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