Por Gustavo Ybarra
os datos están a la vista y no pasan desapercibidos en los despachos oficialistas del Senado, donde nadie festeja el resultado de las últimas elecciones. Cristina Kirchner enfrenta el momento de mayor debilidad política desde que volvió al poder en 2019, situación que alimenta rumores y alienta rebeldías que, por el momento, se mantienen en sordina.
Al dato objetivo de la pérdida de seis escaños, que dejará al oficialismo sin la cómoda mayoría de los últimos dos años, se suman la gran cantidad de alfiles políticos de la vicepresidenta que terminaron heridos de gravedad o caídos en el campo de batalla electoral el 14 de noviembre último.
Esta situación no hace más que agudizar el creciente malestar del peronismo de varias provincias, que empiezan a ver a la vicepresidenta más como un lastre político en sus distritos que como la líder y estratega indiscutida de la coalición de gobierno que ven los kirchneristas dogmáticos con los que conviven en la bancada del Frente de Todos.
“De qué nos sirve a nosotros seguir acordando con el kirchnerismo si Cristina tiene un 65% de imagen negativa en mi provincia”, dice un senador oficialista de la zona centro del país, región en la que el peronismo sufrió en las elecciones las consecuencias de las políticas impulsadas por la vicepresidenta.
A las retenciones y las restricciones a la importación de carnes, los senadores críticos suman el intento de intervención de la cerealera Vicentin, el nuevo régimen de biocombustibles y los cambios en la ley ovina, que beneficiaron a los grandes productores patagónicos en detrimento de las pequeñas explotaciones lanares del centro y el norte del país.
En el malestar también se mezclan las cuestiones personales, propias de la forma de ejercer el poder que tiene la vicepresidenta. Así, el armado de las listas dejó varios heridos en el camino, como el salteño Sergio Leavy, al que ni siquiera su alineamiento con Cristina Kirchner le alcanzó para evitar el dedazo que lo dejó sin espacio en las boletas para su sector político.
El sitial de privilegio que tienen dirigentes de La Cámpora y del Instituto Patria también es motivo de queja, sobre todo cuando en los sectores críticos contrastan su peso político en el Senado con los resultados electorales.
Una de las figuras más cuestionadas es Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), lugarteniente de Máximo Kirchner y una de las pocas personas con línea directa con la vicepresidenta. “Es la Filmus de Mendoza”, fue la comparación que eligió un peronista norteño para descalificarla. Se refirió, así, a las cuatro derrotas que acumula la vicepresidenta del bloque como cabeza de lista del peronismo de su provincia.
Otro de los colaboradores de Cristina Kirchner que salió malherido de estas elecciones es Oscar Parrilli. Aun cuando pudo mejorar el resultado de las primarias y rescatar un escaño para la Cámara baja, el Frente de Todos terminó tercero en Neuquén. Sus intervenciones en las sesiones y las iniciativas que impulsa, surgidas de la usina del Patria, cada vez irritan a más senadores del Frente de Todos.
Las esquirlas electorales también golpearon a María Luz Alonso. Protegida de la vicepresidenta, la secretaria administrativa del Senado se quedó sin banca en la Cámara alta como consecuencia de la inusual derrota del peronismo en La Pampa.
Según confió un senador peronista, la caída en La Pampa fue resultado directo del histórico enfrentamiento entre Cristina Kirchner y el exsenador y exgobernador Carlos Verna. “Dicen que Verna dijo que, si tiene que elegir entre La Pampa y La Cámpora, siempre va a elegir a La Pampa”, aseguran que contó la pampeana Norma Durango a sus compañeros en la reunión de bloque posterior al cachetazo de las primarias. Verdad o no, lo cierto es que Alonso se quedó sin banca.
La ola electoral también se llevará a varios de los brazos ejecutores utilizados por Cristina Kirchner durante los últimos dos años en el Senado.
La santafecina María de los Ángeles Sacnun y el cordobés Carlos Caserio perderán sus bancas tras fracasar en su intento por ser reelegidos. Esto obligará a la vicepresidenta a buscar reemplazantes para presidir las estratégicas comisiones de Asuntos Constitucionales y de Presupuesto y Hacienda. Lo mismo ocurrió con la correntina Ana Almirón, que conduce la Comisión de Legislación General.
Este escenario no hace más que soliviantar a varios senadores oficialistas disgustados con el kirchnerismo, que empiezan a ver con buenos ojos la posibilidad de hacer valer sus votos.
La idea, sostienen, es que la vicepresidenta vea que no le alcanzará con atraer a los senadores provinciales de Río Negro y Misiones para reunir el quorum. Saben que los números son tan ajustados que sus votos ahora tendrán otro peso.
Mientras tanto, Cristina Kirchner sigue en silencio. Sin embargo, ha dado señales de que pretende usar la mayoría en el Senado hasta el último día. La ratificación de más de un centenar de decretos de necesidad y urgencia y la convocatoria para este martes de la comisión bicameral de Ministerio Público, campo de batalla de su pelea con el procurador interino Eduardo Casal, son muestras de que la vicepresidenta no piensa ceder la iniciativa.
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