Los encontró escondidos en un canasto cuando los alemanes se retiraban hacia el norte de Italia. Hoy volvieron a verse.
Durante más de siete décadas, Martin Adler atesoró una foto en blanco y negro en la que aparecía como un joven soldado estadounidense con una amplia sonrisa junto a tres niños italianos impecablemente vestidos a los que salvó mientras los nazis se retiraban hacia el norte en 1944.
El lunes, el veterano de la Segunda Guerra Mundial, de 97 años, se reunió con los tres hermanos -ahora octogenarios- en persona por primera vez desde la guerra.
Adler tendió la mano para tomar las de Bruno, Mafalda y Giuliana Naldi durante el alegre reencuentro en el aeropuerto de Bolonia, tras un viaje de 20 horas desde Boca Ratón (Florida). Entonces, al igual que hizo cuando era un soldado de 20 años en el pueblo de Monterenzio, repartió tabletas de chocolate estadounidense.
«Miren mi sonrisa», dijo Adler sobre el esperado reencuentro, que fue posible gracias al poder de las redes sociales.
Fue un final feliz para una historia que fácilmente podría haber acabado en tragedia.
Escondidos en una canasta
La primera vez que el soldado y los chicos se vieron, en 1944, sus tres rostros asomaron de una enorme canasta de mimbre donde su madre los había escondido cuando se acercaban los soldados. Adler creía que la casa estaba vacía, así que apuntó su ametralladora a la cesta cuando oyó un ruido, pensando que un soldado alemán se escondía dentro.
«La madre, Mamma, salió y se puso delante de mi arma para impedir que disparara», recuerda Adler. «Puso el estómago contra el arma y gritó: ‘¡Bambini! ¡Bambini! ¡Bambini!’ mientras me golpeaba el pecho″, recordó Adler.
«Fue una verdadera heroína, la madre, no yo. La madre fue el verdadero héroe. ¿Se imaginan lo que es ponerse delante de un arma y gritar ‘¡Niños! ¡No!’?» dijo.
Adler todavía se estremece al recordar que estuvo a pocos segundos de abrir fuego contra la canasta. Y después de todas estas décadas, todavía tiene pesadillas sobre la guerra, dijo su hija, Rachelle Donley.
Los niños, que tenían entre 3 y 6 años cuando se conocieron, eran un recuerdo feliz. La compañía de Adler se quedó un tiempo en el pueblo y él los visitaba para jugar con ellos.
Giuliana Naldi, la más pequeña, es la única de los tres que recuerda el hecho. Recuerda que salió de la cesta y vio a Adler y a otro soldado estadounidense, que ya ha fallecido.
«Se reían», recuerda Naldi, que ahora tiene 80 años. «Estaban contentos de no haber disparado».
Ella, en cambio, no comprendía cabalmente lo cerca que habían estado del peligro.
«No teníamos miedo de nada», dice.
También recuerda el chocolate que les dio el soldado, que venía en un envoltorio azul y blanco.
«Comimos mucho de ese chocolate», rió.
Durante el confinamiento por el COVID-19, Donley decidió utilizar las redes sociales para tratar de localizar a los niños de la antigua foto en blanco y negro, empezando por grupos de veteranos de América del Norte.
Finalmente, descubrió la foto el periodista italiano Matteo Incerti, que había escrito libros sobre la Segunda Guerra Mundial. Pudo rastrear el regimiento de Adler y el lugar al que estaba destinado a partir de un pequeño detalle de otra fotografía.
La foto sonriente se publicó entonces en un diario local, lo que permitió descubrir la identidad de los tres niños, que para entonces ya eran abuelos.
Tuvieron una reunión por video en diciembre y esperaron a que la flexibilización de las restricciones de viaje por la pandemia hiciera posible el vuelo transatlántico.
«Estoy muy feliz y muy orgullosa de él. Porque las cosas podrían haber sido muy distintas en un segundo. Gracias a que él dudó, ha habido generaciones de personas», dijo Donley.
La buena suerte de lo sucedido no se le escapa a la nieta de 30 años de Giuliana Naldi, Roberta Fontana, que forma parte de una familia de seis hijos, ocho nietos y dos bisnietos que descienden de los tres chicos escondidos en la canasta de mimbre.
«Saber que Martin podría haber disparado y que nadie de mi familia existiría es algo muy impactante», dijo Fontana. «Es muy emotivo».
Durante su estancia en Italia, Adler pasará un tiempo en el pueblo donde estuvo destinado, antes de viajar a Florencia, Nápoles y Roma, donde espera conocer al papa Francisco.
«Mi padre tiene muchas ganas de conocer al papa», dijo Donley. «Quiere compartir su mensaje de paz y amor. Mi padre es todo paz».
Por Charlene Pele, Associated Press
Traducción: Elisa Carnelli
Agregue un Comentario