No podía ser otro el salvador, el autor del gol agónico con el que River le ganó 1-0 a Atlético Tucumán para prolongar la racha hasta 18 victorias en fila en el Monumental.
Se habla de Salomón Rondón, el venezolano por el que tanto apuesta Martín Demichelis. Apareció el goleador en el instante final cuando las críticas para con el entrenador se empezaban a escuchar. Así, el elenco de Núñez se despidió de su casa con una alegría en la previa al duelo contra Banfield y del Superclásico contra Boca en la Bombonera del primero de octubre, al cabo, el partido más importante del semestre.
Demichelis optó por repetir el equipo que le ganó a Arsenal en la fecha pasada, ese de los mediocampistas y los generales. Tras los días de tormenta interna, el entrenador eligió darles pista a los experimentados del plantel. Así, volvieron a aparecer Milton Casco e Ignacio Fernández.
La primera prueba ante los de Sarandí había dejado algunas dudas y estas se potenciaron luego de la primera parte contra Atlético Tucumán: River fue un equipo con posesión inofensiva, con poco peso en ataque. Por eso no pudo pasar del empate en cero, más allá de ese gol polémico que le anularon a Paulo Díaz mediante el VAR (el chileno estaba un centímetro adelantado, pero sacó ventaja tras un mal despeje rival).
Se plantó con un 4-1-4-1 el local y Enzo Pérez volvió a lucir solo. Sucedió que hubo mucha distancia entre el capitán y la siguiente línea de mediocampista. Es cierto que no sufrió demasiado porque los tucumanos no atacaron con determinación. Pero generaron peligro en el par que pudieron correr.
Ocurre que, cuando River la pierde, la mayoría de los futbolistas quedan por delante de la línea de la pelota. Con Santiago Simón y Milton Casco altos, a Pérez solo lo escoltan los centrales Paulo Díaz y Ramiro Funes Mori porque ni Nicolás De la Cruz ni Manuel Lanzini suelen retroceder con anticipación: se activan cuando el contragolpe ya está en marcha. La sensación es que un rival con más jerarquía ofensiva lo puede complicar y mucho. Por eso la presencia de Rodrigo Aliendro para el duelo en la Bombonera se impone.
Pero lo más flaco de River en ese primer tiempo estuvo en ataque. La posesión del balón fue altísima (más del 75 por ciento), pero no pudo traducirla en situaciones de gol. La más clara fue un cabezazo de Funes Mori después de una pelota parada de Nacho. Fue malo el rendimiento de Lanzini: erró un montón de pases. Tampoco se pudo conectar con De la Cruz y con Barco. Justamente el ex Independiente es el que más pierde con el esquema: juega recostado por el sector izquierdo y pierde sorpresa.
A River además la faltó un zurdo para hacer más largo el campo. No se entiende la suplencia de Enzo Díaz, que había sido de los más regulares. Casco, que se proyecta bien, enganchó cada vez que llega al fondo y ahí se chocó con Barco y Lanzini. Por todos esto -y más allá de que River jugó todo el tiempo en campo rival- Miguel Borja quedó en soledad en el área. Y fue absorbido por los zagueros.
No cambió demasiado en la segunda parte: River siguió manejando la pelota. Borja marcó en posición adelantada y se reclamó por un penal a Barco en la previa. No pareció. Lo que sí se modificó fue la actitud de Atlético: contragolpeó con más gente. Y puso en aprietos al local en más de una ocasión. Ya sin Enzo Pérez, a Kranevitter y a Funes Mori les costó correr para atrás. Al ingresado Mateo Coronel el palo le negó el gol y el Monumental se plantó en un grito: “Pongan huevos/tenemos que ganar”.
Demichelis puso rápido a Rondón y a Colidio, pero tardó mucho en incorporar a Pablo Solari. La duda: ¿qué hizo el delantero para pasar de ser titular a última opción? Otra cuestión que siguió faltando fue un zurdo para hacer más largo y ancho el campo de juego.
Se repitió en centros River y lució desordenado en los minutos finales. Algunos murmullos flotaron por el aire. Las dudas se acumulaban y con Boca en el horizonte cercano. Todo hasta que Solari metió un centro perfecto y Rondón dibujó una palomita goleadora para el delirio de todos.
En el final, a Miguel Borja lo fueron a buscar hasta los entrenadores Gómez y Orsi. Pero la cosa ya estaba juzgada: sufriendo y dejando dudas, River ganó.
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