Desaprovechó la chance de acercarse al líder Atlético Tucumán. El Millonario corrió más de lo que jugó y los de Sarandí casi lo ganan en la última jugada. El equipo de Gallardo quedó a siete puntos del Decano.
River no parece River, más allá de esa inconfundible banda roja. Divide pelota, corre mucho, juega poco y esta vez, la sabia mano de Marcelo Gallardo no encuentra soluciones en el banco. No hay respuestas. No mejora el equipo. Y Arsenal, humilde y convencido de su plan, lo deja expuesto. A fin de cuentas, Leonardo Madelón no cuenta con los recursos millonarios del Muñeco. Entonces, planta un equipo que no reniega de la intensidad, que muerde en cada sector del campo de juego. Y en el segundo tiempo, casi lo gana. Si hubiera sido por la pelota que Rodrigo Aliendro sacó en la línea y la jugada que falló Sebastián Lomónaco debajo del arco, los tres puntos se habrían quedado en Sarandí.
¿Cómo jugar ante un equipo superior en calidad individual y variantes ofensivas? ¿Replegarse y bloquear espacios? ¿Atacar, muy a pesar de la conciencia de las limitaciones? Arsenal eligió presión e intensidad. Agobió a River, no le dio un metro. Y le diagramó un partido muy parejo en el primer tiempo. A tal punto que Gallardo tuvo que rotar posiciones cuando apenas se había consumido un cuarto de hora.
En definitiva, según la concepción del Muñeco, el dibujo táctico no tiene tanta importancia como la función de sus jugadores. Y aunque partió de un 4-2-3-1, el mismo esquema que estrenó ante Newell’s, los volantes creativos se movieron, tratando de desorientar a un sólido adversario. Arrancó Pablo Solari por la derecha, Juan Fernando Quintero por la izquierda y Agustín Palavecino por la izquierda. Un rato después, el colombiano se estacionó a la derecha, el pibe que llegó de Colo Colo pasó a la izquierda y el ex Platense se ocupó del juego interno.
Recién en ese momento, River comenzó a construir mejor las jugadas, con el apoyo de Nicolás De La Cruz y hasta Enzo Pérez, que rompieron ese doble cinco y se sumaron a la avanzada millonaria. Lucas Beltrán pivoteó, intentó conectar, pero no tuvo peso en el área. Solari, en cambio, fue el más atrevido. Inquietó a Christian Chimino, que estuvo muy atento.
Ese andarivel del campo de juego, a fin de cuentas, fue el que utilizó Arsenal para intentar vulnerar a River, donde defendía Milton Casco y obligaba a dejar la cueva a Javier Pinola. William Machado fue importante. Julián Cano y Sebastián Lomónaco fueron a todas. No obstante, Facundo Kruspzky era el futbolista local con mayores virtudes. Con un tiro de media distancia o alguna pelota parada estuvo cerca. En ambas situaciones, Franco Armani resolvió sin problemas.
River no jugó un buen primer tiempo. Le costó llegar claro al área de Alejandro Medina, más allá de algunas ráfagas. La más clara se produjo a través de un córner de Quintero que anticipó Pinola de cabeza, pero no apareció nadie por el segundo palo para arremeter. Muy poco para fútbol para tantos nombres.
Gallardo advirtió que necesitaba cambiar, que no era posible elaborar tanto y requería mayor dinámica y poder de fuego. Por eso el laureado entrenador sacó a dos talentosos que poco influyeron, Palavecino y Quintero, y apostó a un mediocampista más veloz como Santiago Simón y otro delantero, Miguel Borja. El 4-2-3-1 mutó en un 4-4-2 que por momentos se transformó en un 4-3-3 con Solari lanzado como extremo.
Fue más enérgico y vertical River en el segundo tiempo. No obstante, empujó mucho más de lo que jugó. Solari encaró por izquierda, después por derecha, pero no decidió bien. Forzó a la defensa de Arsenal, es cierto, pero sin claridad. Lo tuvo Borja, de cabeza, tras un centro de Milton Casco. La pelota se perdió apenas desviada.
Llegaron, entonces, más cambios. Leonardo Madelón no modificó el 4-4-2, pero ubicó distintos intérpretes. Prescindió de un atacante, Cano, y le dio vuelo a un volante, Lucas Brochero, que se paró como segunda punta en la doble función de acompañar a Lomónaco y colaborar en la recuperación, pero terminó en su posición natural cuando entró Alexander Díaz en lugar del uruguayo Machado.
Gallardo volvió a meter mano en el banco y otra vez tocó el mediocampo. Afuera Enzo Pérez y De La Cruz, adentro Bruno Zuculini y Rodrigo Aliendro. Pero siempre se jugó al ritmo que quería Arsenal, que tuvo las posibilidades más claras y obligó a trabajar extra a los centrales, especialmente a Pinola.
De la goleada ante Newell’s, River pasó a este desabrido 0 a 0 con Arsenal que deja muy poco para rescatar y mucho para replantear.
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