Misión cumplida. River llegó a tierras cuyanas con una premisa única y crucial: ganar. No podía darse el lujo de dejar pasar una chance tan concreta y hasta quizás inesperada en su segundo partido del año.
Quedarse con los tres puntos frente a Godoy Cruz era una necesidad absoluta para alimentar su sueño de pelear la Superliga. Y lo logró con un ajustado 1-0 que no reflejó el trámite de un encuentro en el que fue muy superior, pero le sirvió para quedar como líder en soledad.
Quizás la falta de efectividad fue el punto negativo de la noche en Mendoza, porque River generó mucho y concretó poco, pero se llevó muchos aspectos positivos: elevó el nivel colectivo e individual; alcanzó los 33 puntos y quedó como único puntero del torneo local después de cinco años y dos meses (la última vez había sido en noviembre de 2014 en el Torneo Transición); ganó su undécimo partido consecutivo en Mendoza con Marcelo Gallardo como DT; y recuperó la chispa goleadora de Matías Suárez, quien marcó después de 17 juegos de sequía (el último había sido el 17 de agosto de 2019 en el 6-1 a Racing).
«En River nadie juega con el nombre. Elijo en base a las cualidades y los momentos de cada uno», es una de las máximas del Muñeco. Y anoche en Mendoza la cumplió: Robert Rojas, uno de los puntos más altos frente a Independiente, fue titular, volvió a destacarse y relegó a Javier Pinola, de mal rendimiento en el debut. Así, el DT volvió a utilizar cinco defensores, pero esta vez dispuso un curioso esquema táctico 3-3-2-2, diferente al 3-4-1-2 que utilizó en Avellaneda.
Por fuera de los números, la diferencia crucial que potenció el rendimiento de un partido al otro estuvo en el regreso de Nicolás De La Cruz, quien cumplió su fecha de suspensión y entró por Leonardo Ponzio: el equipo sumó creatividad, vértigo, intensidad y profunidad para atacar. El volante uruguayo, además de desequilibrar y enviar el centro que derivó en el gol de cabeza de Matías Suárez, fue un aliado fundamental para Nacho Fernández en la creación.
Así, De La Cruz le permitió a River aprovechar la tenencia de pelota para ser productivo y su presencia potenció el circuito de juego del equipo, que dominó a su gusto los tiempos, generó (y desperdició) sucesivas ocasiones de gol y aprovechó los espacios que le otorgó un desordenado Godoy Cruz, que se hunde en el último lugar con tan solo nueve puntos.
A su vez, se lo vio más suelto Enzo Pérez, quien se siente cómodo el eje del equipo en soledad, y volvieron a ser fundamentales los laterales volantes. Tanto Gonzalo Montiel como Milton Casco se destacaron con sólidas tareas. Ambos volvieron a demostrar fundamentos más que suficientes como para que Gallardo se ampare en el novedoso esquema con cinco defensores cuando lo crea necesario. Lejos de ser defensivo, llega a campo rival con siete jugadores proyectados en ataque.
River disfruta de sus visitas a Mendoza, pero jugar de visitante hace tiempo le sienta bien: sumó su cuarto triunfo consecutivo y lleva 15 sin perder fuera de casa. La buena campaña en la Superliga se sostiene por los resultados fuera del Monumental, con siete triunfos y dos empates, ya que de local acumula tres victorias, una igualdad y cuatro caídas.
Anoche, tras los resultados del resto de los candidatos que le dieron un importante impulso, River apoyó la cabeza en la almohada con la tranquilidad de que terminará la fecha en la cima, aunque mirará lo que ocurra hoy con los partidos de Boca y Racing.
Más allá de lo que ocurra con los rivales, volver a ser líder en soledad del campeonato local después de más de cinco años y dos meses era el envión anímico que el equipo de Gallardo necesitaba. Lo buscó y lo planeó así en la pretemporada: debía volver sin resquebrajarse para seguir siendo competitivo. Ahora tendrá seis finales a todo o nada para intentar tachar de la lista la ansiada Superliga. Todo está en sus manos.
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