El Millonario estuvo cerca de la victoria, pero igualó 2-2 en Brasil con goles de Borré y Álvarez. Los dos tantos del local fueron en contra, de Enzo Pérez y de Angileri.
River dejó una muy buena imagen en Brasil. Fue un buen regreso luego de seis meses sin acción. Pudo haber sido mejor porque el valioso 2-2 que sacó de su excursión por el país vecino en el reinicio de la Copa Libertadores tiene ese sabor raro que dejan los dos goles en contra que hacen suponer que el premio pudo ser mayor. El equipo de Núñez volvió como siempre, como si nada hubiera pasado. Y esa es la mejor noticia después de tanto tiempo sin fútbol.
Y mucho tiene que ver Marcelo Gallardo y su cuerpo técnico. Tan grandes son los desafíos que asumen, que ahora le dieron batalla a una pandemia y a la biología. Para River no hay nueva normalidad. Sigue siendo la de siempre. La de poner el pecho y no especular. La de ir al frente, ser protagonista y jugar de igual a igual aun en la adversidad.
Se suponía que la falta de ritmo futbolístico y el poco tiempo que hubo desde el regreso de los entrenamientos presenciales iba a conspirar contra las aspiraciones de su equipo en el reinicio de la actividad oficial para el conjunto argentino. San Pablo llegó a este partido con 14 partidos oficiales. River, ninguno. San Pablo empezó con los entrenamientos presenciales el 1 de julio. River, el 10 de agosto.
Apenas cinco semanas de trabajo llevaba River en el predio de Ezeiza. Pero jugó como si nunca hubiera habido cuarentena. Evidentemente, hubo un gran trabajo de los profes del cuerpo técnico, comandados por Pablo Dolce, para sostener los físicos de los jugadores con las rutinas que les enviaban y los seguimientos virtuales. Y una gran responsabilidad de los futbolistas.
También, la energía del Muñeco. El técnico se había mostrado optimista en la conferencia de prensa virtual que dio el lunes en el predio de Ezeiza. Había dicho que su equipo iba a dar pelea y se iba a mostrar como siempre. Y sus jugadores le dieron la razón a sus palabras. River se plantó en el Morumbí. Como lo hizo otras veces en Brasil bajo su ciclo. Porto Alegre 2018 y Belo Horizonte 2015 y 2019, tres claros ejemplos.
Así y todo, a pesar de haber comenzado mejor el encuentro, antes de los diez minutos River se encontró en desventaja. Y encima con una jugada desafortunada. Un centro de derecha izquierda encontró a Reinaldo. El jugador brasileño le dio a la pelota de volea defectuosamente y el remate se desvió en Enzo Pérez y descolocó a Franco Armani.
Pero si de algo sabe el equipo de Gallardo es de ponerle la cara a la adversidad. Antes de llegar a los 20 minutos, llegó al empate. Rafael Borré empujó la pelota al arco luego de una triangulación entre Julián Alvarez, Matías Suárez y el propio colombiano, que incluyó toque, desborde y centro atrás luego de una pelota larga de Fabrizio Angileri que Borré bajó de cabeza para Suárez y éste habilitó a Alvarez. La asistencia al colombiano fue de Julián, el «pollo» del Muñeco. Que fue titular para darle forma a un sistema táctico ofensivo (4-3-3), que River no utilizaba desde noviembre del año pasado, en la victoria 3-2 sobre Newell’s por el torneo local.
En el primer tiempo no se sintió la diferencia de rodaje. El Millonario corría con desventaja porque regresaba a la competencia a seis meses exactos de haber jugado su último partido oficial, mientras que los brasileños llegaban a este compromiso tras haber disputado 14 encuentros en poco menos de 60 días.
Durante el segundo tiempo River siguió jugando como si no sintiera la larga inactividad. Y como si no fuera visitante. Asumió el protagonismo y aunque no creó chances de gol, dominó la pelota, el campo y los espacios.
Tal vez para equilibrar la mitad de la cancha y tener más pausa, Gallardo mandó a la cancha a Jorge Carrascal, quien ingresó por Suárez. Entró bien el colombiano. Y con su presencia, River quedó con un 4-1-3-2, con el colombiano por la izquierda, De La Cruz pasó a la derecha y Nacho Fernández por el centro. Alvarez y Borré, la dupla ofensiva.
Era de esperarse que River sintiera el cansancio en algún momento. Las piernas de los jugadores Millonarios empezaron a pesar en los últimos 20 minutos. Recién ahí San Pablo pudo hacerse del dominio del juego. Y generó peligro por el sector de Angileri. En una de esas jugadas, el equipo brasileño llegó con claridad pero Martínez Quarta salvó en el área chica.
Pero River no resignó el arco rival. No se refugió en el empate. Y tras una jugada rápida, Martínez Quarta, que estaba en posición de ataque, habilitó a Julián Alvarez, quien clavó un derechazo en el arco de Volpi. El juvenil fetiche de Gallardo le daba el triunfo parcial al conjunto de Núñez.
Sin embargo, la alegría duró poco. Tras una jugada bien hilvanada, San Pablo entró al área de River a espaldas de Montiel y otra vez el infortunio se posó sobre el equipo visitante. Armani llegó a desviar el centro para evitar el gol pero Angileri se la llevó involuntariamente por delante y la pelota terminó en el arco.
Ya no hubo tiempo para mucho más. River logró un puntazo en Brasil. Pero también se fue con el sinsabor de haber tener la victoria en el bolsillo y que se le escapara por dos jugadas desafortunadas, dos goles en contra. La estadística dirá que los cuatro goles fueron de jugadores de River pero el resultado fue 2-2. Así es el fútbol. Aun en tiempos de pandemia.
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