Le ganó 2 a 0 a Borussia Dortmund y sumó en Wembley su 15° Orejona. Dani Carvajal y Vinícius Junior anotaron los goles del equipo de Ancelotti. Ganó el torneo seis veces en los últimas once ediciones y no pierde una final desde 1981.
Real Madrid ya rompió todas las barreras. Incluso la de sus detractores que, cansados ante las evidencias, no tienen otra que arriar las banderas y aplaudir. No se le puede discutir nada. Es el mejor equipo de Europa y, en consecuencia, es el mejor del mundo. No importa cómo ni dónde ni cuándo. No importa el rival. La historia dice que el Merengue casi nunca se achica en las instancias decisivas y casi siempre se las ingenia para ganar. De hecho, salió vencedor en 18 de los últimos 20 mano a mano por un título internacional. Sólo el Boca de Bianchi y Atlético de Madrid de Simeone se pueden jactar de haber tumbado al gigante.
Lo sufrió en Wembley el tímido Borussia Dortmund, que dominó en el primer tiempo y luego se desdibujó hasta quedarse sin capacidad de reacción tras los goles del histórico Dani Carvajal y del talentosísimo Vinícius que llegaron luego de dos desatenciones.
No se deben poner mal los alemanes: el Merengue ganó seis de las últimas once ediciones de la Orejona. Fueron seis finales jugadas y seis finales ganadas en ese lapso. Y así como lo padeció el buen equipo que armó Edin Terzic, lo sufrieron Liverpool por duplicado, Juventus y Atlético de Madrid también por duplicado. Hay que rebobinar hasta la temporada 1980/1981 para encontrar a Real Madrid en el casillero de los subcampeones del historial de la copa más importante del Viejo Mundo. Impresionante.
La máxima de Gary Lineker, esa que dice que “el fútbol es un deporte que se juega once contra once en el que siempre ganan los alemanes”, debe ser modificada. “El fútbol, a nivel clubes, es un deporte que juegan once contra once y que siempre ganan los de Real Madrid”.
Es que la Casa Blanca halló un timonel perfecto en el liderazgo de Carlo Ancelotti, un DT que hace de la normalidad y de la calma algo extraordinario. Porque el entrenador italiano se apoya en la billetera de Florentino Pérez, el presidente y el cerebro del club, pero gestiona con una inteligencia sinigual. Porque la maquinaria nunca se detiene.
Desde el inicio de su segundo ciclo partieron Benzema, Sergio Ramos, Marcelo, Casemiro, Varane, Bale, Isco y Asensio. La final en Wembley marcó además el final para Kroos y tal vez para el capitán Nacho, que se irán con seis Champions League en el bolso de mano. Sin ellos, Ancelotti condujo una transición más que exitosa. El Madrid que fue de Cristiano Ronaldo es ahora el Madrid de Vinícius, quien volvió a cantar gol una final de Champions League y es el gran candidato a ganar el Balón de Oro. El brasileño arma una sociedad brillante con Rodrygo, y se apoya en los incansables y talentosos Valverde, Camavinga, Tchouaméni y Bellingham.
Es un equipo intrépido, tenaz y joven que sumará en breve a Kylian Mbappé. Como si le hiciera falta… Y el gigante, seguramente, será aún más gigante. Porque ya es el mejor de todos aunque juega en una liga mucho menos atractiva que la inigualable Premier League y aunque no encandile con su juego como Manchester City. De hecho, los de Guardiola sucumbieron ante la Casa Blanca en los cuartos de final.
¿El partido? Lo resumieron bien los dos entrenadores. Primero el perdedor. Terzic, DT del Dortmund, fue elocuente: “No tuvimos puntería en la primera parte. Estábamos jugando un buen partido, fue muy igualado, pero la calidad del rival es increíble. En la segunda parte vimos por qué el Madrid es el campeón”
Ancelotti, que ganó dos Orejonas como jugador y ya acopia otras cinco como DT, también fue claro: “Fue más difícil de lo que se esperaba. Sufrimos mucho en la primera parte. Los empujé un poco porque fuimos un poco vagos. Ellos jugaron a lo que querían y fueron peligrosos. En la segunda mitad fuimos mejores. Tuvimos mucho más equilibrio, menos pérdidas. ¿Si nos acostumbramos a ganar? Nunca. Es un sueño que sigue”. Real Madrid es el campeón. No importa cuándo lean este texto: las finales siempre las ganan los de blanco.
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