La Academia jugó todo el segundo tiempo con dos futbolistas menos y, aun así, llegó al tanto de la victoria. Pusineri, desconsolado.
Finalmente, el clásico de Avellaneda terminó patas para arriba. Con roces entre los futbolistas, un ganador inesperado por cómo se dio el partido, un grito de desahogo contenido y un arquero suplente que terminó siendo figura. Las dos expulsiones que sufrió Racing desvirtuaron por completo el juego: increíblemente, Independiente no supo aprovechar los dos futbolistas de más que tuvo todo el segundo tiempo y lo lamentó sobre el final.
El chileno Marcelo Díaz marcó un gol sin ningún tipo de elegancia, con empuje, en la desventaja numérica, y así Racing ganó el clásico en su estadio. Entre la impotencia, Independiente terminó con dos expulsados sobre el cierre del partido (Romero y Cecilio Domínguez). Pero la hazaña de la Academia se dio en la desventaja absoluta: cuando jugaban once contra nueve.
Lucas Pusineri masticó bronca: «Una, una, la p… madre», exclamó el técnico del Rojo ante la impotencia que transmitía su equipo en la cancha. Contra un rival diezmado, indefenso, Independiente expuso limitaciones creativas. Lejos del equipo que goleó a Central en la última fecha, ahora sucumbió cuando tenía el clásico servido en bandeja.
Javier García, que entró por el expulsado Gabriel Arias, fue la figura de la cancha (Sigali fue echado al minuto del segunto tiempo). Independiente acusará el golpe por mucho tiempo: su rival de toda la vida no sólo le aguantó 45 minutos con dos jugadores menos, sino que le marcó el gol del triunfo.
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