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En AvellanedaRacing, con un show de golazos, eliminó a Athletico Paranaense y sueña en grande en la Copa Sudamericana

Todos los abrazos son para Martirena, autor del cuarto gol de Racing con un fantástico remate al ángulo. (AP Photo/Gustavo Garello) Gustavo Garello - AP

Fue 4 a 1 para el equipo de Gustavo Costas que se hizo fuerte en Avellaneda y dio vuelta la serie. Los brasileños no pudieron mantener la ventaja que consiguieron en Curitiba.

Nadie se va. Y no importa que el viernes haya que levantarse temprano. Pasó un rato largo del final del partido y en las tribunas se canta por “la Acadé” y hasta que “de la mano de Costas, la vuelta vamos a dar”. Sí, el técnico que hace un rato era cuestionado, muy a pesar de su condición de emblema, ahora ofrece una esperanza. No es para menos. El triunfo de esta noche es histórico. Hacía 27 años que Racing no se clasificaba a la semifinal de un torneo internacional. Fue allá lejos, en la Libertadores de 1997, con el Coco Basile en el banco. Entonces, ¿cómo no se van a llenar de aplausos las manos de sus hinchas?

El Cilindro estuvo cargado, como en esas citas especiales. La gente que acompañó con el aliento. Y en solo 17 segundos, un golazo despertó la ilusión que allanó el camino a la goleada. Agustín Almendra, desde 25 metros, hizo viajar la pelota sin escalas al ángulo y fue el preludio de la música celeste y blanca.

Racing pegó de entrada y terminó el primer tiempo a bordo de un resultado que lo dejó a punto caramelo en la clasificación. Ninguno imaginaba encontrar el remanso tan temprano. A partir de ese grito descontracturante del volante que Guillermo Barros Schelotto comparó con Paul Pogba, el equipo se sacó de encima la presión de igualar la serie y fluyó.

Roger Martínez celebra su gol ante Paranaense. Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Hubo orden, concentración, agresividad y precisión en velocidad, lo más difícil de lograr en el fútbol. Con los laterales bien lanzados, un medio intenso y un tridente ofensivo que despedazó la última línea brasileña.

Roger Martínez mostró toda su potencia para moverse del centro a la izquierda. Maravilla Martínez hizo el trabajo más duro, desgastó a los centrales Kaique Rocha y Thiago Heleno y arrastró las marcas. Y Juan Fernando Quintero brilló en cada intervención. Los colombianos, tantas veces criticados por esas lagunas que suelen en diferentes momentos de la temporada, fueron decisivos en los dos goles que parecían cerrar la serie.

Con Atlético Paranaense obligado, dos contras notablemente manejadas por Quintero dejaron a Roger Martínez bien perfilado en el área. Primero, Juanfer recibió de Almendra y metió un estiletazo de primera para que su compatriota pudiera romper al espacio y el crédito de Cartagena tiró el centro atrás para arremetida de Maravilla. Después, recuperó en la mitad de la cancha, encaró con la pelota dominada y asistió al otro colombiano, que definió mano a mano con Mycael.

El equipo de Lucho González fue muy liviano. Se paró con un 4-4-2 en el que predominó la tenencia, pero fue poco profundo por las bandas, a pesar de que Gabriel se animó en el mano a mano con Gastón Martirena. Lo mejor que produjo Atlético Paranaense fue a través de alguna pelota parada o tiros de media distancia sin puntería. Los centrales locales, por otra parte, estuvieron muy firmes de arriba y de abajo.

Por eso para el arranque del complemento, el entrenador que supo jugar en Huracán, River y la Selección Argentina metió tres variantes y cambió el esquema. Entraron Pablo, Christian y Nikao y en la primera jugada, el equipo brasileño encontró el descuento.

Fue a partir de un buen pase de Canobbio, una floja cobertura de Santiago Quirós y una respuesta aún peor de Gabriel Arias. El tiro de Nikao se filtró por debajo del guante del arquero y en las tribunas se empezó a temer por una reacción de Atlético Paranaense.

Y hubo algunos minutos de zozobras. Hasta que Costas metió mano en el banco, reforzó el medio con Bruno Zuculini y motorizó al equipo por la izquierda con el ingreso de Facundo Mura. A esa altura, ya no daba más Almendra.

Entonces, Racing empezó a ganar las divididas. Y como también empezó a sentir el cansancio Quintero, entró Maxi Salas con todo el vigor. Y justamente desde un tiro de esquina del delantero recién ingresado llegó el gol del alivio. Y del rechazo de Canobbio, una maravillosa definición de Martirena. El uruguayo la frenó con el pecho y sacó un derechazo imparable para Mycael.

En el final, se resistió. Y hubo un gol anulado a Tomás Cuello por posición adelantada. No hizo falta el VAR, los hinchas ya estaban en otra, felices después de tantos altibajos. Pensando en Corinthians, el último obstáculo camino a Asunción. Pero esa será otra historia. Ahora mismo, toca disfrutar.

 

 

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