El equipo de Gago tuvo la pelota pero los goles fueron de los de Pusineri que estuvieron a punto de golearlo. Fue 3 A 1 y ahora la Academia llega mal a los duelos con Boca y Flamengo.
No hay consuelo en el Cilindro. La derrota ante Atlético Tucumán deja expuesto a Fernando Gago, especialmente. También, la pobreza de recursos de un plantel con poco recambio. Racing perdió la identidad. Y los cambios permanentes, algunos obligados por las lesiones, otro producto de las improvisaciones del entrenador, conspiran contra un equipo poco confiable. River quedó muy lejos, a 15 puntos. Se asoma Boca, el sábado en la Bombonera y la exigencia de la tribuna. Después, Flamengo por la Libertadores. Dos rivales muy pesados que pueden dinamitar el ciclo que lentamente se está desgastando.
El Decano fue un canto a la efectividad. Llegó tres veces y no titubeó frente a Gabriel Arias. Se pareció mucho más aquel equipo que protagonizó en 2022 que a esta versión desangelada que pelea por la permanencia. Con orden, dinámica y contundencia. Hacía ocho meses que no ganaba en condición de visitante. Y el triunfo tiene mucho más valor porque salió del penúltimo lugar de la tabla.
Los técnicos quedan desnudos cuando tienen que diseñar sus equipos en la emergencia. Gago eligió priorizar la seguidilla que incluye a xeneizes y brasileños, en detrimento de los tucumanos. Con Aníbal Moreno y Matías Rojas entre algodones, prefirió no arriesgar a sus mejores valores y eligió modificar el dibujo táctico. Plantó un curioso 3-1-4-2 que en el repliegue cubría el ancho de la cancha a bordo de un 3-4-3, pero dejaba enormes huecos. Entonces, cuando perdía la pelota, sufría. Es el peligro, en definitiva, de no contar con un plan B. Si falla, como ocurrió este lunes por la noche, la caída es inevitable.
Racing dominó en el primer tiempo, pero no tuvo peso en el área de Tomás Marchiori. Estableció tres centrales que jugaron muy cerca del círculo central y sólo presentó un lateral en ese lapso, Facundo Mura, quien compartió la banda con Gabriel Hauche. Por el otro andarivel debutó Emiliano Saliadarre, categoría 2022, un zurdo potente que intentó ser una alternativa de desborde para alimentar a los dos centrodelanteros, Paolo Guerrero y Maxi Romero.
Sin embargo, la Academia buscó mucho más por la derecha que por la izquierda. Y estuvo muy difuso. Copó el campo visitante, pero le faltó claridad. No logró generar preocupaciones para su adversario, más allá de alguna aventura individual. Hubo una media chilena de Romero por encima del travesaño, una tijera del debutante Saliadarre que Marchiori mandó al córner y un remate forzado de Hauche que controló el arquero nacido en Mendoza. Tuvo más vértigo que juego Racing y terminó dando demasiadas ventajas.
Atlético Tucumán llegó hasta Avellaneda con un 4-4-2 en el que Renzo Tesuri, por momentos, retrocedía para corporizarse en un lateral y tratar de contener a Saliadarre en una línea de cinco. Práctico, recuperaba la pelota y lastimaba con el pase largo y cruzado para Mateo Coronel. Y como Racing solía quedar mal parado, cada vez que cruzaba la mitad de la cancha inquietaba.
El gol tuvo el sello de una gran jugada, pero Arias fue responsable. Mateo Coronel giró contra la raya, apretado por Mura, Joaquín Pereyra abrió para Marcelo Ortiz, el zaguero lanzado pinchó para su tocayo Estigarribia que peinó y Adrián Sánchez apareció por sorpresa y metió un derechazo a la carrera. La pelota se escurrió por debajo de los brazos del neuquino que juega para la Selección de Chile y entró por el primer palo.
Se esperaba una reacción de Racing en el complemento. Sin embargo, Gago hizo un cambio difícil de entender en el contexto: sacó a Tomás Avilés, el único volante central que había sido el último hombre en la línea de tres, y sumó un lateral, Oscar Opazo. Si la idea era buscar mayor profundidad, falló. Descuidó el medio. Y bastó una pelota parada para que Atlético Tucumán consiguiera el segundo, un tiro libre notablemente ejecutado por Pereyra que Ortiz cabeceó al gol.
Después, Maxi Moralez ingresó para armar sociedades. Lo único que hizo fue facilitar el trabajo de los tucumanos, que cada vez se sentían más cómodos en dos líneas de cuatro bien juntitas. La perdió Frasquito, justamente. Fue un anticipo de Pereyra. Y como había campo abierto, Estigarribia corrió rumbo al gol. El tercero fue lapidario.
El partido estaba liquidado y faltaban veinte minutos más el tiempo adicional. Racing se repitió en centros. El VAR anuló un gol de Paolo Guerrero por un milimétrico offside. Enseguida, volvió a ganar un delantero de Racing en el área, Romero, que se encontró con el arco a su merced por una pésima salida de Marchiori. Los centrales tucumanos habían sacado todo, pero se equivocó el arquero.
Los tucumanos celebraron en rodeo ajeno después de nueve fechas. Y superaron la línea de Independiente, ni más ni menos. Racing deberá mirar hacia adentro, al margen de los padecimientos de su vecino. Tiene sus propios problemas y lo están arrastrando hacia la incertidumbre.
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