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En cancha de LanúsRacing armó su fiesta ante Sportivo Luqueño, ganó su grupo y sueña en la Copa Sudamericana

El festejo de los jugadores de Racing en el triunfo sobre Sportivo Luqueño de Paraguay por la Copa Sudamericana. Foto: Fernando de la Orden / ClarínEl festejo de los jugadores de Racing en el triunfo sobre Sportivo Luqueño de Paraguay por la Copa Sudamericana. Foto: Fernando de la Orden / Clarín Imagen:

En cancha de Lanús, el equipo de Costas evitó sorpresas con un contundente triunfo por 3 a 0. Selló su clasificación a octavos de final y esperará rival hasta fines de julio.

La cancha es ajena, pero el corazón bombea con la misma pasión que en el Cilindro. A un puñado de estaciones de Avellaneda, Racing se sube al tren de la ilusión. En la madurez del equipo, con 25 partidos en el lomo celeste y blanco, ¡por fin! cumple con uno de los objetivos que se planteó para el primer semestre y saca el boleto para los octavos de final de la Copa Sudamericana, nada menos, en una noche a pura contundencia.

La Academia aplastó a Sportivo Luqueño en otro gran partido, el funcionamiento es cada vez convincente y la ilusión celeste y blanca fluye entre sus hinchas. Es el conjunto más goleador del año con 53 tantos y el futuro asoma prometedor. A tal punto que por primera vez se gritó “de la mano de Costas, la vuelta vamo’ a dar” en la despedida.

Necesitaba mostrarse fuerte Racing en una etapa crucial. Sabía que dependía de sí mismo, independientemente del partido de Bragantino ante Coquimbo en Chile. No obstante, no salió a jugar con desesperación. Fue intenso, rápido y voraz en ataque. También, muy claro. Y en el primer tiempo no sólo selló el resultado; también, dejó señales positivas en el funcionamiento, que parece cada vez más aceitado.

El secreto del 3-4-3 que pergeñó Gustavo Costas está en la dinámica de sus hombres de ataque. Aunque es cierto que se le caen los goles de los bolsillos, los movimientos están estudiados. Y más allá de la contundencia de Adrián Martínez y Maximiliano Salas, hubo tres actores de reparto que mostraron grandes virtudes. Gastón Martirena, punzante por la derecha; Juan Nardoni, de notable capacidad para la recuperación; y Baltasar Rodríguez, cada vez más suelto, apostando a su talento natural.

Racing arrinconó a Sportivo Luqueño, un equipo que llegó hasta Cabrero y Guidi con el objetivo de no desordenarse a bordo del 4-5-1 y buscar a Jorge Benítez, la única referencia en el área adversaria, a través de alguna pelota parada o centros desde la banda.

Siete situaciones frente al arco de Alfredo Aguilar. Dos goles y un marcador que quedó corto. El primero llegó a través de un tiro de esquina ejecutado por Baltasar que cruzó el cielo del área y por el segundo palo, Martínez cabeceó en soledad. Fue el 20° gol de Maravilla en 2024, un registro que supera a las estrellas de las grandes ligas.

No habían pasado diez minutos y la Academia ya estaba en ventaja, pero consciente de que tenía que rematarlo. Por eso, ningún jugador aflojó las piernas. Y enseguida, Nardoni, Martirena, Salas y Baltasar combinaron a toda velocidad. El remate de Rodríguez terminó en una impecable reacción de Aguilar. De ese córner, Agustín García Basso pudo hacer el segundo, pero el remate del zaguero se perdió por encima del travesaño.

A pesar de que la especialidad de los paraguayos suele ser el juego aéreo, Racing impuso condiciones en el área. Y de otro tiro de esquina, llegó el cabezazo de Marcos Di Cesare que Aguilar bloqueó con el pecho a puro reflejo.

Hasta que Salas marcó el segundo con un zurdazo inatajable. Fue después de un envío largo de Nardoni y una guapeada del atacante nacido en Curuzú Cuatiá. Un premio al esfuerzo, porque nunca se desgasta.

Aguilar resultó la figura guaraní y a pocos minutos del desenlace de la etapa inicial, le tapó un mano a mano a Martirena. Sí, Racing fue agobiante para Sportivo Luqueño. Y nada cambió en el complemento. El arquero paraguayo volvió a salvar a su equipo ante un tiro a quemarropa de Salas y en el rebote, Di Cesare sacudió de media distancia y la pelota reventó el palo.

Sportivo Luqueño no se refugió atrás. Perdido por perdido, apostó al mano a mano. Y el partido tomó un ritmo vertiginoso, de ida y vuelta. Aunque siempre estuvo más cerca Racing del tercero que los paraguayos del descuento. Agustín Urzi entró bárbaro y con un centro dejó a Salas de frente al gol, pero otra vez ganó Aguilar.

Hubo más cambios. Entró Juan Fernando Quintero y con una pincelada habilitó a Martirena, pero el uruguayo cayó en el área volteado por Rodrigo Alborno. Roger Martínez, reemplazante de Maravilla, resolvió el penal. Y Arias se quedó con la última, un tiro Diego Acosta, como para despertar de su propia modorra.

Fueron tres, pudieron ser media docena. Racing se acostumbró a ganar y a golear. Y cada vez gusta más.

 

 

 

 

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