La conductora emergió de la miseria para ser una de las mujeres más importantes de los EE.UU. Una historia de superación.
Todo el mundo está hablando de la entrevista que Oprah Winfrey les hizo a Meghan Markle y el Príncipe Harry de Inglaterra. Ahora se supo que la CBS le pagó a la productora de la conductora estadounidense una cantidad que oscila entre los siete y los nueve millones de dólares para adquirir los derechos de la nota.
La entrevista se emitió el domingo, el día de más consumo televisivo en los Estados Unidos. Según informó The Wall Street Journal, la empresa de Winfrey cobró esa millonaria suma y la cadena de todos modos tuvo ganancias: recibió 325 mil dólares por un anuncio de 30 segundos, el doble de la tarifa habitual los domingos por la noche.
Los Sussex, por su parte, no vieron un centavo. Su objetivo, además de denunciar las penurias que atravesaron en el palacio de Buckingham, es promocionar su empresa audiovisual, con la cual pretenden emprender un nuevo camino al margen de la realeza británica.
Oprah Winfrey está habituada a los millones. De hecho, desde hace años ocupa un lugar en el ránking de la revista Forbes sobre las celebridades más ricas de Estados Unidos, y también en el de las mujeres más poderosas de ese país. La suya es una historia de autosuperación: encarnación del sueño americano, emergió de la miseria para construirse como una de las personalidades más populares de su país.
El calvario de su infancia: miseria y abuso
Su infancia es la representación del calvario. Nació el 29 de enero de 1954 en Kosciusko, una ciudad del estado de Mississippi, en el racista sur de los Estados Unidos. Durante su infancia vivió en Milwaukee (Wisconsin) y Nashville (Tennessee). Su madre quedó embarazada siendo adolescente. Era empleada doméstica y sufría maltratos de parte de sus sucesivos patrones blancos.
Aún hoy, la identidad del padre biológico es un misterio. Oprah siempre pensó que era el minero Vernon Winfrey, pero en 2003 apareció un veterano de guerra, Noah Robinson, reclamando ese lugar. Nada se supo después.
Su madre, Vernita, tuvo tres hijos más con diferentes hombres: Patricia, muerta por su adicción a la cocaína en 2003; Jeffrey, que falleció en 1989 a causa del sida; y otra niña más, dada más tarde en adopción. Oprah sólo supo de su existencia en 2010, cuando lloraron juntas ante las cámaras de su talk show.
La construcción que hizo la propia Oprah de su pasado la muestra como una mujer pobre y con dignidad. Sus vestidos, cosidos por su abuela, eran improvisados con arpillera de bolsas de papas. Los demás chicos se reían de ella, y otros la golpeaban. Un capítulo oprobioso de su infancia novelesca.
A los 13 años, se escapó de su casa. No fue por niña malcriada: años más tarde, en un estudio de televisión -no podía ser de otra manera- denunció que había sufrido abusos sexuales desde los nueve años por parte de un primo, un tío y un amigo de la familia. Con 14 años, quedó embarazada. El niño murió poco después de nacer.
Una mujer que se hizo a sí misma
Años más tarde, llegó la luz. Oprah se graduó en la secundaria con honores, consiguió una beca para estudiar periodismo y hasta ganó un concurso de belleza. El primer dinero le llegó con la radio, y a los 19 años debutó, en Nashville, como conductora de la edición local del noticiero de CBS.
De allí pasó a la pantalla de la ABC en Baltimore (Maryland) y luego a la gran ciudad, Chicago, donde nació su famoso talk show The Oprah Winfrey Show, el 8 de septiembre de 1986. El programa permaneció en el aire hasta 2011 y ganó 34 premios Emmy.
Aparecía con un rostro siempre feliz, como el de un vendedor a domicilio. Y la gente la amaba por eso. Batió récords de audiencia y desde entonces se convirtió en la mujer más poderosa de la televisión estadounidense.
Pocos en Hollywood tienen su carisma. Mirada firme, voz siempre en tono, calma y calidez para contener a sus invitados, de quienes siempre lograba declaraciones originales. Quienes la conocen dice que, detrás de sus pesados anteojos de carey, se oculta una mirada tensa, oscurecida por la tristeza de muchos otoños.
Lo que empezó como un formato lacrimógeno de televisión derivó en un espacio multiuso, apto aun para hablar de problemas sociales, economía o política internacional. Así, fue considerada tanto el oráculo de la televisión como la terapeuta de las masas.
La confesora de los famosos
Entre canapés y merecidos aplausos, todas las celebridades confesaban a Oprah lo inconfesable, como cuando Michael Jackson le contó que sufría de vitíligo, una enfermedad degenerativa de la piel. Todos ocuparon ese sofá de tertulia.
Winfrey captó como nadie el aire de su época y supo hablarles a los televidentes como su mejor amiga. También fue capaz de mostrar su intimidad ante cámaras. En 1988, por ejemplo, se paseó por el estudio con una carretilla llena de grasa, el equivalente a los 30 kilos del peso que había perdido en cuatro meses de estricta dieta.
Al mismo tiempo que crecía su popularidad como conductora, se presentó a un casting para la película El color púrpura, de Steven Spielberg, y obtuvo el papel que sería su debut cinematográfico y le valdría su primera nominación al Oscar, en 1986. Luego actuó en películas como El mayordomo (2013) o Selma (2014), y les puso voz a varios personajes de filmes animados.
La primera multimillonaria negra
Su imperio empezó a crecer. Fundó su propia productora audiovisual, Harpo Films, y más tarde expandió sus negocios con el lanzamiento de revistas (Oprah Magazine, O at Home) y su propio canal de televisión, Oprah & Friends. En alianza con Discovery Communications, la señal se transformó en la cadena Oprah Winfrey Network (OWN).
Con un patrimonio calculado en torno a los tres mil millones de dólares, se transformó en la primera multimillonaria negra de los Estados Unidos.
En 2010 se publicó una biografía no autorizada, escrita por una tal Kitty Kelly. Ahí se la pintaba como una mujer manipuladora, fría y ambiciosa que había exagerado su historia. Pero no alcanzó para pinchar el globo de su popularidad.
Después de todo, Oprah también es famosa por su actividad filantrópica, que incluye el financiamiento de proyectos educativos, donaciones a museos y apoyo millonario a diversas causas humanitarias.
Después de un cuarto de siglo al aire, en 2011 ella decidió terminar The Oprah Winfrey Show. La última entrega del programa que cambió a la televisión estadounidense fue seguido por 40 millones de personas en Estados Unidos y difundido en 150 países.
Tuvo una despedida rodeada de estrellas: Tom Hanks fue el anfitrión del evento, y entre otras personalidades que pasaron por esa emisión del adiós figuraron Tom Cruise, Jammie Foxx, Will Smith, Jerry Seinfeld, Maria Shriver, Steve Wonder, Aretha Franklin, Madonna y Beyoncé.
Premiada y ¿candidata a presidenta?
Ese mismo año ganó un Oscar Jean Hersholt por su tarea humanitaria y el premio Cecil B. DeMille, es decir el Globo de Oro a la trayectoria, en 2018. Tras su discurso al aceptar este último galardón, se especuló con que podría postularse a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata.
Los rumores se dispararon tras las emotivas palabras que pronunció en la gala, con las que cargó contra el acoso sexual a las mujeres en el marco de la ola de denuncias en Hollywood contra poderosas e influyentes figuras, como el productor Harvey Weinstein.
Protagonista del sueño americano, rica, famosa y popular, tenía todos condimentos que les agradan a los electores estadounidenses. Que ya habían votado a alguien sin experiencia política, también millonario y alguna vez estrella de la televisión, como Donald Trump.
Demócrata declarada, apoyó con fervor las campañas de Bill Clinton, Barack Obama y la propia Hillary. Pero ella misma descartó las versiones de que ambiciona llegar a la Casa Blanca: «Siempre me sentí muy segura de mí misma y supe lo que podía hacer y lo que no. Esto no es algo que me interese. No tengo el ADN para eso».
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