¿Un costado político?Qué le pasa a Lionel Scaloni: la trama secreta de un anuncio inesperado después de la histórica victoria de Argentina en Brasil

Sin que nadie le preguntara, el DT de la Selección puso en duda su continuidad en conferencia de prensa y abrió un abanico de especulaciones. El desgaste interno y una señal de alerta para cambiar procesos, más que para cerrar un ciclo.

Los teléfonos no paran de sonar en la zona mixta del estadio Maracaná. Argentina acaba de dar el mayor golpe en la historia de las Eliminatorias Sudamericanas al ganarle por primera vez a Brasil en su tierra. Los periodistas anfitriones hostigan a sus pares argentinos con una sola pregunta, que es la misma que todo el pueblo futbolero se hace: ¿Qué pasó con Lionel Scaloni? ¿Por qué dijo que necesitaba tiempo para pensar su continuidad como DT de la Selección?

Era una fiesta el vestuario de la Albiceleste, las paredes temblaban con los golpes de los jugadores e integrantes del cuerpo técnico que celebraban el 1-0 gracias al golazo de Nicolás Otamendi de cabeza en el segundo tiempo. Pero, de repente, todo se apagó. No se escucharon más gritos, más canciones y el silencio se adueñó de un sector plagado de cámaras y micrófonos esperando por los testimonios de la gesta en el mítico estadio carioca.

Claro, los celulares de los jugadores y los dirigentes que acompañaban a la delegación, incluido el del presidente de la AFA, Claudio Chiqui Tapia, también empezaron a recibir las mismas notificaciones: Scaloni había puesto en duda su continuidad como DT en la mismísima conferencia de prensa, sin que nadie le preguntara nada al respecto y provocando un aluvión de especulaciones.

Se ataban cabos entre la prensa. El periodista Joaquín Bruno empezó a contar que, mientras todavía estaba dentro del campo de juego para el canal TyC Sports, poseedor de los derechos de transmisión, escuchó a Scaloni convocar a los integrantes del cuerpo técnico para una «última foto», según sus textuales palabras, dentro del Maracaná. La frase, obvio, tomó otra connotación con lo que dijo unos minutos después ante las cámaras de televisión.

El sanjuanino Jorge Miadosqui, ladero de Chiqui Tapia y secretario de Selecciones nacionales, esperaba fuera del vestuario junto a Ignacio Villarroel, el vice segundo de River y que formó parte de la delegación en este viaje. Ni siquiera enfocaban la mirada a los periodistas porque sabían que se vendría la catarata de preguntas.

En un hecho atípico, los futbolistas de la Selección tardaron casi una hora y media en salir del vestuario. Normalmente, en el segundo partido de estas doble fechas, todos se bañan rápido y se van rumbo al aeropuerto, donde los esperan los diferentes aviones que los devolverán a los países donde juegan. Fue una primera señal de que algo estaba ocurriendo dentro.

Cuando el reloj estaba cerca de las 2:00, y los brasileños ya habían abandonado hacía rato el estadio, el desfile empezó por el laberinto, aunque no todos pasaron por allí. Primero Lionel Scaloni y su cuerpo técnico, después Lionel Messi y Ángel Di María, se fueron por una de las puertas laterales sin tener contacto con las cámaras, salvo algún celular que los captó de improvisto.

Chiqui Tapia, vestido de negro y acompañado por algunos colaboradores, sí transitó los 20 metros de zona mixta. No respondió ninguna pregunta, pero cuando levantó la mirada sonrió como si nada hubiera pasado. «Con ‘Chiqui’ está todo bien», le dijo Scaloni al cronista Gustavo Yarroch, de radio La Red, que lo abordó en una de las rejas del Maracaná mientras firmaba autógrafos a algunos hinchas

Desgaste interno y una alerta para cambiar procesos

El operativo clamor empezó por los propios jugadores. Nicolás Otamendi, Alexis Mac Allister, Leandro Paredes y Cristian Cuti Romero -los únicos que hablaron con la prensa- avisaron que harán lo posible por «convencerlo» de continuar. Ellos, al igual que Chiqui Tapia, se enteraron por los celulares lo que había pasado con el líder de la Scaloneta en conferencia de prensa. Solo algunos integrantes del cuerpo técnico estaban al tanto de que podía llegar a mencionar algo.

¿Los motivos? Disímiles, algunos con larga data, otros más recientes. Empezando por la dilatada renovación del contrato del entrenador campeón del mundo, que recién se concretó en la gala de los premios The Best, a fines de febrero pasado. «Estoy bien donde estoy. Seguiré entrenando. Estar en la Selección me permite estar en mi casa, con mi familia, ver crecer a mis hijos. Ya llegará el momento de dirigir a un club», había dicho en febrero durante una entrevista radial.

¿Qué pasó entonces con el de Pujato? Desgaste por algunas diferencias en la logística de los últimos viajes, en la poca muñeca para resolver problemas y, también, cuestiones económicas. Se cuenta por las callecitas del predio de Ezeiza que tanto Scaloni como algunos integrantes de su cuerpo técnico todavía no cobraron el premio por haber sido campeones en el Mundial de Qatar y que un cambio en la política de viáticos que entrega AFA a sus empleados afectó directamente el bolsillo de todos los estamentos.

El lunes, hubo otra prueba. El itinerario que había publicado la AFA en su web oficial indicaba que la Selección partiría a las 18:00 desde Ezeiza rumbo a Río de Janeiro, para cenar a las 21:30. El micro se estacionó en la puerta del hotel Windsor de Barra de Tijuca cerca de las 22:30, lo que trastocó todos los planes y afectó el descanso de los jugadores para un duelo trascendental.

No hay que dejar de lado el plano político, porque siempre está mezclado con el deporte más popular de la Argentina. La semana pasada, antes del balotaje de las elecciones presidenciales, a Scaloni lo apuntaron en las redes sociales por haberse excusado de opinar acerca de su postura respecto de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), lo que había abierto una grieta entre los candidatos Javier Milei -que las apoyaba- y Sergio Massa -que la negaba-.

Casi todo el fútbol argentino, a nivel clubes y también Consejo Federal -el órgano dentro de AFA que nuclea a las Ligas del Interior- ya se había manifestado públicamente al respecto. «En eso no me meto», lanzó Scaloni.