Los países de la Unión Europea estaban divididos sobre si dar o no ese paso
Cuatro naciones impidieron lo que pudo ser un jaque mate definitivo a las financias de Rusia. Sobre todo a aquellos que rodean a Vladimir Putin: los oligarcas multimillonarios que cuentan cientos de miles de millones de dólares con negociados con el estado y en todo el planeta.
Alemania, Italia, Hungría y Chipre, que tienen vínculos económicos fuertes con Rusia, pidieron a los aliados de la Unión Europea (UE) que no se incluya en las nuevas sanciones la desvinculación rusa de SWIFT, una red de pagos de alta seguridad que conecta a miles de instituciones financieras de todo el mundo.
Sacar a Rusia de SWIFT haría casi imposible que las instituciones financieras envíen dinero dentro o fuera del país, lo que supondría un repentino impacto para las empresas rusas y sus clientes extranjeros, especialmente los compradores de exportaciones de petróleo y gas denominadas en dólares estadounidenses.
Los países de la UE estaban divididos sobre si dar o no ese paso. Un alto diplomático de la UE dijo a la CNN que era “probable” que los intereses económicos ganaran la discusión y Bruselas no eliminara a Rusia de SWIFT (acrónimo en inglés de Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), que desde 1973 es la base del sistema financiero global porque lo usan 11.000 bancos en 200 países o territorios para poder hacer transferencias.
SWIFT tiene su sede en Bélgica y está gobernada por una junta compuesta por 25 personas, incluido Eddie Astanin, presidente de la junta directiva del Centro de Compensación de Contraparte Central de Rusia. SWIFT, que se describe a sí misma como una “utilidad neutral”, está incorporada bajo la ley belga y debe cumplir con las regulaciones de la UE.
Excluir a Rusia de este sistema ha sido bautizado como “opción nuclear” debido a las terribles consecuencias que podría tener para la economía rusa y para el valor de su moneda, el rublo.
La medida haría que la economía rusa se contrajera en un 5%, según cálculos del ex ministro de finanzas ruso Alexei Kudrin en 2014.
Ante la amenaza, legisladores rusos respondieron diciendo que los envíos de petróleo, gas y metales a Europa se detendrían si eso sucediera.
“Si Rusia se desconecta de SWIFT, entonces no recibiremos moneda [extranjera], pero los compradores, los países europeos en primer lugar, no recibirán nuestros productos: petróleo, gas, metales y otros componentes importantes”, dijo el martes Nikolai Zhuravlev, vicepresidente de la cámara alta del parlamento de Rusia, según la agencia estatal TASS.
“SWIFT es una empresa europea, una asociación de muchos países participantes. Para tomar una decisión sobre la desconexión, se necesita una decisión unida de todos los países participantes. Las decisiones de Estados Unidos y Gran Bretaña definitivamente no son suficientes”, agregó Zhuravlev. “No estoy seguro de que otros países, especialmente aquellos cuya participación en el comercio con Rusia es grande en equilibrio, apoyen el cierre”.
Los riesgos
En efecto, algunos analistas advierten que las empresas que hacen negocios con Rusia se verían muy afectadas, en especial en Europa.
A pesar de la imposición de sanciones europeas tras la anexión de Crimea en 2014, Rusia sigue siendo el quinto mercado de exportación para la Unión Europea, con 81.500 millones de euros (92.000 millones de dólares) de enero a noviembre de 2021. Además, es el tercer proveedor del continente, por detrás de China y Estados Unidos, según Eurostat, con 142.000 millones de euros (160.300 millones de dólares) de mercancías en los 11 primeros meses del año pasado.
Por esta razón Alemania, con fuertes vínculos económicos con Rusia, ha mostrado su hostilidad a la exclusión del sistema SWIFT, según una fuente diplomática de la UE.
Aún así, según Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics, las sanciones no serían suficientes para desestabilizar la economía europea.
Su efecto en la eurozona sería “relativamente pequeño y corto” en comparación con los riesgos asociados a la pandemia.
Precedente y posibles medidas rusas
Por otro lado, hay un precedente en el que un país fue removido de SWIFT que debería preocupar a Rusia.
Ocurrió en 2012, cuando SWIFT cortó lazos con una treintena de bancos iraníes después de que la UE impusiera sanciones y debido a la presión de EEUU, lo que contribuyó al declive de la economía persa: Irán perdió casi la mitad de sus ingresos por exportaciones de petróleo y el 30% del comercio exterior tras la desconexión, según un análisis de Maria Shagina, una experta del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, citado por CNN.
Por eso, Rusia ha tomado medidas en los últimos años para contener los daños en caso de que se elimine de SWIFT.
Por un lado, tras las sanciones posteriores a la anexión de Crimea, Moscú estableció su propio sistema de pago, el SPFS. SPFS ahora tiene alrededor de 400 usuarios, según el banco central de Rusia. El veinte por ciento de las transferencias nacionales se realizan actualmente a través de SPFS, aunque el tamaño de los mensajes es limitado y las operaciones se limitan a las horas entre semana.
China también podría socorrer a Rusia con su incipiente Sistema de Pago Interbancario Transfronterizo de China, o CIPS.
Moscú también podría recurrir al uso de criptomonedas.
Sin embargo, según los especialistas, ninguna de estas medias sería suficiente para contrarrestar el daño causado por una salida de SWIFT.
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