A SVB y a otros bancos no se les suele exigir que mantengan un colchón financiero suficiente para resistir una crisis.
¿Qué ocurrió?
El SVB, fundado en California en 1983, se convirtió en uno de los 20 mayores bancos del país sobre todo prestando dinero a startups. En ocasiones, SVB estaba dispuesto a respaldar a este tipo de empresas que otros bancos más tradicionales no respaldaban, y algunas de ellas alcanzaron un gran éxito.
Los problemas de SVB se remontan a 2021, cuando muchas startups tecnológicas estaban rebosantes de efectivo y depositaron grandes cantidades en el banco. SVB, a su vez, trató de aumentar sus beneficios invirtiendo esos depósitos en otros lugares. Pero a medida que la Reserva Federal aumentaba los tipos de interés para luchar contra la inflación en los últimos dos años, las inversiones de SVB empezaron a perder valor.
En los últimos días, los clientes del banco empezaron a temer que ya no tuviera dinero suficiente para reembolsar a sus clientes, y se produjo la clásica corrida bancaria. El viernes, los reguladores federales dijeron que se harían cargo del SVB.
Las corridas bancarias son especialmente peligrosas porque se alimentan de sí mismas, sembrando el pánico cuando la gente teme que sus propios depósitos estén en peligro. Incluso los bancos sanos pueden verse en peligro porque tampoco tienen suficiente efectivo a mano para reembolsar a todos los clientes a la vez. Si los bancos guardaran todos sus depósitos bajo llave en una caja fuerte, no podrían ganar el dinero que les permite pagar intereses.
Frenar la crisis…
Los reguladores federales –de la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y otros organismos– intentaron frenar las preocupaciones anoche anunciando que todos los clientes tanto de SVB como de Signature Bank tendrían acceso a su dinero hoy mismo. Antes del anuncio, no estaba claro qué ocurriría con los depósitos superiores a 250.000 dólares; una garantía preexistente de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (CFSD) sólo cubre los depósitos inferiores a esa cantidad.
Algunos clientes del SVB habían indicado que no podrían pagar a sus empleados si perdían su dinero, lo que podría provocar una espiral de problemas económicos.
El anuncio de anoche tiene la ventaja de reducir la probabilidad de que hoy cunda el pánico. También evita que víctimas aparentemente inocentes –los trabajadores y ejecutivos de las empresas que utilizaban SVB o Signature como banco– se vean perjudicados. Los funcionarios federales hicieron hincapié en que no utilizarían dinero de los contribuyentes para reembolsar a esas empresas. En última instancia, el dinero procederá de una mezcla de los activos de los dos bancos y de un programa de seguros más amplio financiado por otros bancos.
Pero si el pánico se extiende, los contribuyentes estarían en el anzuelo, como ocurrió durante la crisis financiera de 2007-2009, porque el programa de seguros sería demasiado pequeño para cubrir las pérdidas. Ese riesgo pone de relieve que hay dos cuestiones políticas diferentes que hay que tener en cuenta en los próximos días: una inmediata y otra a más largo plazo.
La cuestión inmediata es cómo evitar que esta situación se convierta en una crisis a gran escala. La historia sugiere que una respuesta gubernamental agresiva y generosa, como la garantía de todos los depósitos del SVB, tiene probablemente las mayores probabilidades de éxito. La crisis de 2007-2009 nunca se convirtió en una depresión, en parte debido a la agresividad de la Reserva Federal y de las administraciones Bush y Obama.
…y evitar la próxima
La cuestión a más largo plazo es cómo reducir la probabilidad de futuras crisis, y las lecciones históricas aquí son diferentes. Estados Unidos ha sufrido tantos pánicos financieros en las últimas décadas, desde la crisis de ahorros y préstamos de los años 80, porque el país tiende a regular sus bancos a la ligera.
En el caso del SVB, los reguladores le permitieron hacer apuestas arriesgadas con sus depósitos (mientras los ejecutivos del banco insistían en que las apuestas no eran arriesgadas). En términos más generales, a SVB y a otros bancos no se les suele exigir que mantengan un colchón financiero suficiente para resistir una crisis. Los colchones financieros –efectivo u otras formas de seguro– tienden a reducir los beneficios de los bancos, razón por la que los banqueros se resisten a ellos. Pero sin un buen colchón, un banco puede hundirse durante una crisis, y a veces los contribuyentes tienen que rescatarlo. Cuando eso ocurre, los banqueros y sus inversores suelen salir indemnes.
Una vez que el SVB empezó a tambalearse, los ejecutivos del sector financiero y los inversores comenzaron de nuevo a clamar por la ayuda del gobierno. A corto plazo, es posible que el gobierno tenga que intervenir para evitar que la crisis se extienda. Pero las cuestiones menos inmediatas pueden resultar incómodas para los banqueros: ¿Cómo pueden asumir la responsabilidad financiera de esta crisis quienes la han provocado? ¿Y cómo puede la economía estadounidense poner fin a este ciclo de auges que benefician a los bancos y caídas que perjudican a todos los demás?
Noah Smith, economista y escritor de Substack, ofrece este útil fragmento: “En 2008, los banqueros que tomaron las malas decisiones que condujeron a la crisis financiera en general conservaron sus (muy lucrativos) puestos de trabajo tras ser rescatados. Y sus bancos siguieron existiendo también, e incluso consiguieron que el gobierno les garantizara algunos beneficios en el futuro. Incluso mientras la gente normal sufría el desempleo masivo y la pérdida de sus carreras y medios de vida, muchos de los responsables del desastre siguieron cobrando cheques millonarios y ocupando respetadas posiciones de poder, ahora con garantías gubernamentales. Si eso parecía injusto, es porque lo era”.
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