Salud

Nuevas terapiasParkinson: descubrimiento argentino clave para que la terapia celular funcione

De las células madre se saben dos cosas. 1) Que su promesa está en terapias regenerativas que logren reemplazar tejidos enfermos o muertos, por otros sanos, fabricados con células generadas en los laboratorios. Y, 2) que lograr que esos trasplantes sean exitosos es muy difícil. Sin embargo, un paper de investigadores argentinos en busca de hallar un tratamiento eficiente contra el Parkinson abrió la esperanza de que algo de todo esto empiece a tomar forma.

Bajo la dirección de Fernando Pitossi, jefe del laboratorio de Terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso central en la Fundación Instituto Leloir-IIBBA (Conicet), el paper publicado hace unos días en la revista de acceso abierto PLOS propuso una hipótesis importante: el posible blanco al que deben apuntar de acá en más para evitar una inflamación cerebral recurrente cada vez que implantan células madre neuronales en los pacientes de Parkinson.

Aunque distintos laboratorios vienen ensayando generar in vitro el tipo puntual de neuronas que mata el Parkinson (aquellas involucradas en la actividad motora), los resultados vinieron siendo pobres, explicó Pitossi, ya que “solo queda el 10%, y el resto de las células, en general, se muere”.

La pregunta de la que partieron fue por qué ocurre esto. Ataron cabos y entendieron que a los trasplantes de neuronas les sigue una inflamación de los tejidos cerebrales aledaños al implante, y que si frenan ese cuadro, la implantación de neuronas “nuevas” podría tener resultados mejores.

“Nuestra hipótesis se relaciona con lo que venimos estudiando hace 25 años, y es que la inflamación -que en realidad viene de otro tipo de células- libera una sustancia que es la responsable de matar las neuronas implantadas”, resumió.

El Parkinson y la actividad motora

Las células que protagonizan el paper se llaman neuronas dopaminérgicas, “y son las que predominantemente se mueren en los pacientes con Parkinson. Están en una región específica del cerebro, que es la sustancia negra (o substantia nigra), y se relacionan directamente con la actividad motora”, detalló el investigador.

En rojo se puede ver como más neuronas implantadas contra el Parkinson sobreviven, luego de frenar la inflamación cerebral.
En rojo se puede ver como más neuronas implantadas contra el Parkinson sobreviven, luego de frenar la inflamación cerebral.

En el enfermo, el resultado es un característico cuadro neurodegenerativo con un gran déficit motor. Mientras el cerebro logra compensar esa carencia, los síntomas pueden resultar imperceptibles, pero a lo largo de los años se hacen patentes, a veces en la forma de lentitud, otras, como una rigidez o movimientos involuntarios.

¿Qué tienen que ver las células madre en todo esto? Ocurre que el trasplante de neuronas está lejos de parecerse a un trasplante convencional (de donante cadavérico). En cambio, toda la impronta parte de células madre, pero no las que ya existen en nuestro cuerpo sino que los científicos las producen, «las crean», in vitro. Veamos cómo.

Qué son las células madre

Mientras las células de la piel, del corazón o de la sangre (o mismo las neuronas) tienen una función específica asignada según esos distintos roles, las células madre carecen de un rol a cumplir, pero tienen la increíble capacidad de ser sensibles a adoptarlo. Conducidas adecuadamente, su plasticidad es enorme.

Uno de los grandes saltos que dio la ciencia en esta dirección fue en 2007, cuando el (después Premio Nobel) japonés Shinya Yamanaka logró “crear” -literalmente- células madre, a partir de células comunes, que simplemente “rebobinó”, para que «olvidaran» la función que tenían asignada (ser célula de la piel, de la sangre…). Llevadas a esa especie de estadío original, las células se transformaron en una tabula rasa capaz de cumplir cualquier función.

En el medio, Fernando Pitossi, jefe del laboratorio de Terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso central en la Fundación Instituto Leloir-IIBBA (Conicet), con su equipo de trabajo.
En el medio, Fernando Pitossi, jefe del laboratorio de Terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso central en la Fundación Instituto Leloir-IIBBA (Conicet), con su equipo de trabajo.

El resultado de ese hallazgo son las hoy llamadas IPS, la sigla inglés de Induced Pluripotent Stem Cells, o sea, células madre pluripotentes inducidas.

Retomando todos los conceptos dichos hasta acá, lo que hace Pitossi con su equipo de trabajo es “rebobinar” células comunes, transformarlas en células madre y luego “convencerlas” de que se conviertan en neuronas. Pero no cualquier neurona sino aquellas dopaminérgicas, que son las se les mueren a los pacientes de Parkinson.

Dopamina y células madre

“El problema, si bien hoy hay tres ensayos clínicos -en Europa, Japón y Estados Unidos- en donde están inyectando estas neuronas a pacientes de Parkinson, es que solo sobreviven muy pocas células, de modo que está lejos de ser un tratamiento ideal”, subrayó.

Por eso se enfocaron en la cuestión de la inflamación: “Creemos que la inflamación la genera otro tipo de célula cerebral llamada microglia, que libera una sustancia llamada TNF, la sigla de tumor necrosis factor. Esa sustancia sería la responsable de matar las neuronas dopaminérgicas”.

Sin embargo, el trabajo no fue solamente descubrir esa molécula. A diferencia de otro grupo estadounidense que -en simultáneo al equipo de Pitossi- arribó a conclusiones similares “usando una estrategia distinta”, los investigadores del Conicet visibilizaron una segunda cuestión central.

“Ocurre que cada molécula de TNF se une a un receptor, como si fueran una llave y una cerradura. El tema es que el TNF tiene dos cerraduras, el receptor 1 y el 2, correspondientes a una puerta protectora y una tóxica”, aclaró.

La dificultad frente a la que se encontraban (¡y se encuentran!) era cómo inhibir esa molécula (hay que recordar que buscaban evitar la inflamación general) sin quitar el efecto protector que también promueve el TNF: “Falta comprensión todavía pero, si es como pensamos, hay que inhibir el receptor 1 y no el 2, algo que, a diferencia de nosotros, el equipo estadounidense no propone, y yo creo que se equivocan”.

Parkinson: los próximos pasos

“¿Lo que sigue? Iniciar una colaboración con grupos de Alemania y Holanda para poner en marcha la hipótesis. Esperamos contar con los recursos económicos para trabajar con ellos”, suspiró Pitossi, en alusión a un eventual cambio de Gobierno y la preocupación por una posible política de recortes en el sector científico.

Considerando que en Argentina no hay cifras oficiales de Parkinson pero para la OMS, en el mundo, 8,5 millones de personas padecen la enfermedad (que encima duplicó su prevalencia en los últimos 25 años), las palabras de Pitossi parecen pertinentes: “La investigación científica no es un gasto sino una inversión».

«Esto no siempre se visibiliza en el corto plazo, pero hay un retorno monetario en el abaratamiento de los costos de salud, producto de las mejoras que impulsa la investigación, sin contar el retorno en calidad de vida de las personas involucradas”, opinó.

Si bien remarcó que “hablamos de ensayos clínicos; todavía no hay nada nuevo para ofrecerles a los pacientes”, el científico no dudó en ponerle fichas a estas propuestas: “En 2007 se descubrieron las células madre pluripotentes de piel. En 2018 se hizo el primer ensayo clínico con esas células y hoy hay tres grupos dedicados a Parkinson con distintas terapias regenerativas. Se precisa mucho trabajo para que esto llegue a la gente, pero hay tecnología desarrollada y la velocidad a la que va todo es muy alta”.

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