Primero debe ser aceptado su debate y se necesitan 52 votos sobre 130. Luego, el pleno del Parlamento debe sumar 82 sufragios.
Perú enfrenta otra vez la posibilidad de una abrupta salida de su primer mandatario. Ante el jaque opositor para sacarlo del poder, el presidente Pedro Castillo convocó para hoy a un diálogo a todos los partidos del Parlamento con la intención de frenar el proceso de destitución.
La crisis política, una más en el inestable sistema peruano, recuerda las caídas de sus antecesores Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y Martín Vizcarra en 2020.
Presentada por 28 parlamentarios de oposición de centroderecha y de derecha, la moción que apunta a la destitución del jefe de Estado necesita 52 votos, que al parecer ya existen, para ser admitida en el debate del Congreso. Sin embargo, según informó el diario La Republica, “lo más difícil tras el debate será sumar los 87 votos (de los 130 del total) necesarios para que la destitución se concrete”.
Este domingo, el ministro de Justicia, Anibal Torres, anunció que el gobierno recurrirá al Tribunal Constitucional si el Congreso admite la moción contra el primer mandatario, a la cual el Ejecutivo considera un “golpe de Estado” encubierto de la oposición de derecha.
Según Torres, el presidente Castillo no tiene ninguna investigación pendiente, por lo que la moción -sostuvo- es “solamente un pretexto” de la oposición conservadora, dijo al canal TV Perú.
La vacancia
La posibilidad de destituir al presidente es una facultad legal del Congreso que puede aplicar la llamada “vacancia” del primer mandatario por “incapacidad moral para gobernar”. Aunque está reconocida por la legislación, los detractores de la norma sostienen que, en el fondo, es un instrumento político que beneficia a quienes fueron derrotados en las elecciones.
Las disputas del Congreso unicameral peruano con el Ejecutivo han marcado la vida política del país en los últimos años y terminado con varios presidentes.
Este lunes, Castillo piensa exhortar a los partidos con representación parlamentaria a “un diálogo franco sobre los grandes temas que el país necesita resolver con urgencia”. La exhortación presidencial, sin mucha recepción, fue lanzada el viernes último.
Fuentes de la presidencia anunciaron que en las reuniones con los partidos, Castillo examinará diversos temas centrales, como la reactivación económica, la lucha contra la pandemia, las respuestas al reciente terremoto en la Amazonía, la estabilidad política y la gobernabilidad.
En los últimos días, además del diálogo con los grupos políticos nacionales, Castillo trabajó para intensificar el apoyo de comunidades regionales, incluidas organizaciones campesinas, que le permitieron ser elegido frente a la líder de la derecha, Keiko Fujimori, en el disputado balotaje de junio último.
“El actuar del presidente deja mucho que desear”, expresó la legisladora Heidy Juárez, de Alianza para el Progreso (centroderecha), al apoyar la moción presentada el 26 de noviembre por tres partidos de derecha, entre ellos el fujimorista Fuerza Popular.
“El objetivo de estos grupos es vacar al presidente sin ningún sustento y con absoluta irresponsabilidad”, reaccionó Castillo en un mensaje al país, el lunes pasado.
El acoso político
Castillo, un maestro rural de 52 años que ganó un reñido balotaje en junio frente a la derechista Fujimori, lleva 120 días de mandato acosado por la oposición y pugnas en el oficialismo, lo que ha gatillado la salida de una decena de ministros.
El presidente fue salpicado por un escándalo de supuesta injerencia de su gobierno en los ascensos militares por el que fue citado a declarar el 14 de diciembre ante la fiscal nacional, Zoraida Ávalos.
Por este caso renunciaron el ministro de Defensa, Walter Ayala, y el secretario de la Presidencia, Bruno Pacheco. El nivel de desaprobación del presidente pasó de 46% en septiembre a 57% en noviembre.
Si bien la coalición de gobierno tiene 43 de los 44 legisladores que requiere el presidente Castillo para evitar su expulsión en caso de que la moción de “vacancia” sea aceptada este martes, hay diferencias en el oficialismo que podrían restarle más de una decena de votos y dejarlo librado a su suerte.
A fin de permanecer en el poder, Castillo debería ahora asegurarse la ayuda del ala dura de su partido, liderada por el izquierdista Vladimir Cerrón, quien quedó raleado del gobierno cuando Castillo fue forzado por la oposición y los mercados a alejarse de dirigentes de su partido con ideas estatizantes y con cierta afinidad hacia la guerrilla de Sendero Luminoso.
De manera que, tal vez, el respaldo de Cerrón pueda definir la suerte del primer mandatario peruano.
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