La escuela del paraje tiene su proyecto de agroecología a los 4100 metros sobre el nivel del mar soportando hasta – 25 grados. Una verdadera aventura pedagógica en la Puna.
La noticia sobre que Salta tenía el segundo invernadero más alto del mundo circuló por medios locales y nacionales. En La Poma, en el paraje Corral Negro, a 3.965 msnm, Alejandro Soriano desafía los vientos eternos y el rigor de la montaña con una construcción propia que sólo está a 27 metros del récord mundial que está un pueblito llamado Pangboche, en Nepal, a 3.992 metros de altura sobre el nivel del mar.
Pues bien, ni en La Poma ni en Pangboche. El invernadero más alto del mundo está en el pueblito salteño de Olacapato, a 4100 msnm. Pero quizás lo más significativo de la noticia es que pertenece a la escuela 4600 «Mayor Juan Carlos Leonetti». Alertados por la noticia y la fama de Soriano (que salió hasta en medios de Buenos Aires), desde la Dirección de la escuela también quisieron dar su testimonio sobre su proyecto educativo y sobre las implicancias pedagógicas de tener a tanta altura un invernadero con frutas y verduras. Al fin y al cabo los récords mundiales solo se utilizan para conocer las realidades de los lugares.
El pueblo está ubicado a 240 kilómetros de la ciudad de Salta, sobre la ruta nacional 51, en el famoso Paso de Sico, hacia Chile. Pero Olacapato no sólo tiene el invernadero más alto del mundo sino que es el pueblo más alto de Argentina.
El que se comunicó con El Tribuno fue el director de la institución educativa, Rafael Arly Copa, quien dijo que tienen una matrícula de 50 niños y niñas que asisten regularmente a la escuela con régimen de verano, es decir que ahora están en clases y que el ciclo lectivo concluye en los primeros días del próximo mes de junio.
«Desde hace más de 7 años que tenemos el invernadero que fue construido por las firmas Ady Resources y Manufacturas de los Andes y que los chicos trabajan y aprenden con la docente agrónoma Carola Meneses. Tenemos lechugas, remolachas, zanahorias y otras verduras que las podemos cultivar y cosechar a 4100 msnm con temperaturas que por las noches bajan a menos de 25 grados bajo cero. Se hace lo que se puede y seguimos aprendiendo sobre cómo avanzar en mejorar los resultados», dijo el director Copa.
Las preocupaciones de los y las docentes siempre giran en torno de la alimentación de la gente de la Puna, que es muy limitada en vegetales por el rigo del paisaje. Los invernaderos surgieron como propuestas de las empresas mineras que trabajan en la zona y de la institución educativa.
«Acá no se consiguen verduras salvo que uno se las traiga de Salta. Entonces el invernadero es una oportunidad para que los niños sepan que hay otro modo de alimentación, que es hermoso sembrar y cultivar lo que se come. Al invernadero van todos los chicos, desde Nivel Inicial, a aprender y por supuesto que los más grandes son los que manejan mejor la agricultura. Por el clima, no da mucho rendimiento, pero se puede decir que a veces disfrutamos los frutos de su trabajo», dijo Copa.
El proyecto pedagógico institucional de agroecología promueve una alimentación más saludable, demuestra la capacidad de producir alimentos hasta en los contextos más duros y la posibilidad de consumir productos sin agrotóxicos. Alejandro Soriano, el vecino de Cerro Negro ahora quiere construir un invernadero en la escuela de El Saladillo y las dos mineras construyeron otro en Olacapato. Sin dudas que el camino de las escuelas en alturas va por ese sentido.
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