El diseñador alemán dirigió la compañía desde 1983, donde revitalizó la impronta de Coco Chanel. Su muerte quedó envuelta en el mismo misterio que marcó su vida.
El rigor, el Kaiser de la moda y la creatividad, el heredero de Coco Chanel ha muerto. En un martes soleado de invierno parisino, el diseñador alemán Karl Lagerfeld murió envuelto en el misterio que había rodeado su fantástica vida. Tenía 85 años y el alma de un genio juvenil.
Gran modisto, fotógrafo, diseñador de su propia marca, con sus anteojos negros porque “me gusta mirar sin que me vean”, y una disciplina que lo hizo reducir 40 kilos en el 2000, Lagerfeld falleció en París. La ciudad de donde nunca se fue, desde que lo mandaron sus padres alemanes a terminar la escuela secundaria en el Liceo Montaigne del barrio VI .
No dio un solo indicio de su enfermedad. En la presentación de su última colección el 22 de enero, en el Grand Palais, no se presentó al final del desfile. Le pidió a Virginie Viuad, la directora del studio Channel, que lo reemplazara. ”Wo ist Karl”( “¿Dónde esta Karl?”) se preguntó el diario alemán Franfurter Allgemeine Zeitung ante su ausencia. Chanel emitió un lacónico comunicado: “Karl está fatigado esta mañana” y no sé habló más públicamente de su ausencia.
Hijo de un empresario alemán y una madre que vendía lingerie chic en Berlín, pasó la guerra en Alemania. Abandonó los suburbios elegantes de Hamburgo para ser educado en Francia por decisión de su madre. Nunca regresó a su tierra, pero jamás abandonó la estructura mental alemana, el perfeccionismo, la estética.
Es Chez Pierre Balmain, la gran casa de moda de los 60 en Paris, donde Karl comenzó su carrera como asistente. Allí aprendió con método y el perfeccionismo que lo iba a acompañar a lo largo de su carrera los secretos de un metiér único. En la Escuela de la Cámara Sindical de la Costura Parisina, encontró otro genio: Yves Saint Laurent, de quien se vuelve inseparable.
Foto de los años 50 en la que se ve a un joven Karl Lagerfeld posando junto a una modelo. (AFP)
Pero los egos y las historias de amor iban a separarlos junto a su talento. En 1953 ganaron todos los premios del Concurso de la Secretaría Internacional de la Lana: YSL por un vestido, Karl por un tapado. Se pelearon. Un enfrentamiento que duraría 40 años. Pero fue algo más que diseñadores celosos: Jacques de Bascher, el compañero de vida de Karl, se convirtió en el amante de Yves Saint Laurent. Este doloroso conflicto es uno de los más famosos de la historia de la moda. Jacques murió al lado de Karl finalmente.
Lagerfeld abandonó Pierre Balmain para unirse a la casa Jean Patou en 1962. Pero su gran posición la consiguió en 1963, cuando obtuvo su primera cargo importante en Cholé después de Gaby Aghion, la fundadora de la casa de moda parisina.
Karl Lagerfeld junto a Linda Evangelista y Naomi Campbell, en una foto de 1996. (AP)
Habitante de la Rive Gauche parisina, Lagerfeld transformó la “maison”, con vestidos transparentes, “nudes”, inspirados en los estudiantes del Barrio Latino que el frecuentaba. Comenzó su trabajo en común con el fotógrafo Helmut Newton, que imprimió un estilo a sus incomparables fotos blanco y negro, a su estética argéntica.
Pero es en Chanel donde Karl Lagerfeld se revelaría como el genio que fue. Fue nominado director artístico en 1982, cuando la casa se encontraba al borde de la quiebra. Karl fue más alemán que nunca: decidió salvar Chanel, firmar más de una docena de colecciones anuales y revitalizar con esa disciplina de trabajo alemana una herencia: el ADN de Coco. Revisó sus archivos, sus cuatro bolsillos, sus twin sets, su tweed masculino, su tailleur, la “petite robe noir” o vestido negro, la cartera matelasé y los recicló, con su irreverencia.
Mundano, misterioso, íntimo amigo de la princesa Carolina de Mónaco, con una gran colección de arte en su petit hotel de la Rive Gauche, Karl creó para Chanel, recreó su propia marca, hizo fotos para Vogue y diseñó. Se peleó y se reconcilió con su musa, la modelo Inés de la Fresange.
Su cuerpo se transformó después de una feroz dieta: parecía Mozart. Con su coleta blanca empolvada, sus espesos cuellos imperiales, trajes oscuros con pantalones bombín, sus guantes negros con los dedos al aire, sus anteojos negros colgados de la nariz para mirar y no ser observado. Un personaje de ópera, un Luis XV del siglo XXI. Caminaba lentamente y recorría a pie el boulevard St Germain , con un “stop” en el Café Flore, donde todos lo saludaban al atardecer. ¿La delgadez?. Un culto.
En esta imagen de 1997 se ve a Lagerfeld junto a la princesa Diana y el cantante Elton John. (AP)
Jamás pidió a una marca que colocaran su nombre debajo de ella. “Una marca es una marca y como director artístico, uno está bajo contrato y a su servicio” explicó, en una entrevista en el 2018. “Lagerfeld es un planeta: Chanel, Fendi. Yo soy una marca ambulante: me llamo Logofeld”, dijo con humor.
Millonario, soltero, discreto, su gran heredera virtual será Choupette, su gata birmana que adoraba. Hasta tiene una cuenta de banco a su nombre. Las modelos Claudia Schiffer, Ana Mouglalis, Inés de la Fressange, Kristen Stewart, Kaia Gerber, la hija de Cindy Crawford, o Cara Delevingne- todas sus musas, diferentes generaciones- lo lloran. El gobierno francés lo honra.
“La maldad es excusable si es espiritual. Si es gratuita, es imperdonable”; «Yo amo saber todo. Estar informado. Soy una especie de portera universal, no un intelectual” ,repetía con humor. A sus definiciones las llamaba “Karlismos”.
Lagerfeld fue internado el lunes por la noche en el Hospital Americano de Paris. Nadie sabe la causa de su muerte. El Papa de la moda se fue sin entierro. “Mejor morir” repetía, sin saber que su fin estaba próximo. Se ha ido el creador más conocido del mundo, déspota y genial, sensible y caprichoso autoritario. Unico y fulgurante.
Agregue un Comentario