El titular del Sistema Federal de Medios Públicos diferencia entre los que militaron por convencimiento y los que buscaron sacar provecho del gobierno kirchnerista.
“Acá lo único sobrenatural que vi fue un despilfarro millonario”. En el trayecto desde su despacho hacia la terraza del Centro Cultural Kirchner, donde posará para la foto, Hernán Lombardi desarticula con una ironía la versión que indica que varios trabajadores vieron fantasmas.
Apura el paso mientras habla de la recuperación del “Mocap”, el sistema de efectos especiales digno de Hollywood que el ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, le había entregado a la Universidad de San Martín y que sólo estuvo al servicio de productoras K. Ya en la cima del edificio al que busca cambiarle el nombre (“Necesitamos un nombre que nos una; no es bueno que divida tanto”), bromea sobre cuánto se le complica para salir airoso de la sesión fotográfica. “No sirvo para posar. Me acuerdo cuando estaba con Solita (la actriz Soledad Silveyra), que ella sabía cómo pararse y salía siempre bien. En cambio yo salía hecho un desastre”, dice, con resignación.
Ministro de Turismo, Cultura y Deporte durante el gobierno de Fernando de la Rúa, este ingeniero fue uno de los primeros radicales en unirse a Mauricio Macri. Tras estar a cargo de la cartera de Cultura los ocho años de su gestión como jefe de Gobierno, confiesa que extraña “la cotidianeidad” que tenía en la Ciudad con el hoy Presidente, pero que “lo compensa el sentido de epopeya por mejorarle la vida a la gente”. “Yo soy muy besuqueiro. Y Mauricio es de retraerse, pero a mí me gusta abrazar y dar besos. Y cuando lo veo, lo hago. ¡Y conmigo él se la banca!”, cuenta, orgulloso.
Sonríe cuando se le pide una nota para Macri (“Un 8, como se puso él”) y lo argumenta: “Estábamos al borde de una crisis, íbamos derechito a eso”. Ahí habla del flagelo de la corrupción y, en ese sentido, advierte que “Cambiemos puede ganar diez elecciones, pero si eso no se refleja en un cambio cultural profundo, la Argentina va a seguir estancada”.
Si bien señala que “hubo un plan para saquear la Argentina”, dice no estar de acuerdo “con los fuegos artificiales de denuncias que después no llegan a nada”. Y enumera algunas de las causas que investiga la Justicia a partir de irregularidades en su área. En esa lista figura, entre otras, la de los contratos con 678, programa al que sacó del aire. “Fue el paradigma de una Argentina que nos abochornó. Hoy tenemos a todas las voces”, se jacta.
-¿Pero no faltan críticas a Macri?
-A mí me parece que no. Es más, por eso muchas veces recibimos críticas de sectores afines. Yo digo que lo peor que podemos hacer es responder a un fanatismo con otro fanatismo.
Como titular del Sistema Federal de Medios Públicos, reivindica a los artistas militantes y pide “separar los tantos”. “Muchos artistas adhirieron de buena fe a la década pasada, fueron seducidos y está muy bien: el problema fueron los que hicieron negocios escandalosos”, embate.
-Teniendo un vínculo cercano, ¿que un artista caiga en eso qué le genera?
-Yo te voy a dar nombres. Conozco poco a Pablo Echarri, difiere absolutamente de lo que yo pienso, pero me parece un tipo honesto.
-¿Y qué opinión le merece lo de Andrea del Boca?
-Hoy la situación se judicializó y lo miramos con lupa. Pero la verdad es que todo el procedimiento y el modo de producir fue francamente repulsivo.
-¿Podía desconocer las irregularidades?
-(Piensa su respuesta) No lo sé…
La última consulta, sobre un rumor que circula en redes sociales, le provoca risa: “No soy Batman, no soy Superman, no soy el Hombre Araña, ni la (cuenta de Twitter de la) Doctora Pignata”, remata.
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