Habían sufrido una contracción del 7% en 2016, cuando la inflación rozó el 40%. El impacto del trabajo en negro.
A diferencia del resto de los niveles socioeconómicos, el 17% de los hogares que conforman la base de la pirámide social y es responsable del 16% de la facturación del consumo masivo, aumentó 3% su nivel de compras en 2017. Este sector, compuesto por hogares que tienen ingresos de unos $ 8.000 al mes, fue el único que mejoró su posición, y se diferenció de la caída de ventas del resto de los segmentos durante todo el año, que finalizaron con una merma promedio del 1%, según la consultora Kantar Worldpanel.
En cambio, el segmento «bajo superior», compuesto por el 33% de los hogares, con ingresos promedio de $17.000, compró 2% más bajo», con asalariados en blanco y cuentapropistas e ingresos cercanos a los $30.000, cayó 1% y el segmento «alto y medio», con ingresos promedio de $90 mil, disminuyó 2% su volumen de compra en los supermercados.
Porqué el segmento más bajo consumió más? Entre otras razones, porque los 2,2 millones de hogares de menor poder adquisitivo, habían registrado una caída fuerte (del 7%) en 2016, explica Federico Filipponi, director comercial de Kantar Worldpanel Argentina. Fue en un contexto inflacionario del 40% anual, según publicó La Nación.
Por eso, en 2017, con una menor presión de los precios (24,8%), esta franja, compuesta por empleados informales, buena parte de los jubilados y titulares de planes sociales, recuperó parte del consumo perdido en 2016, «apenas el Gobierno apuntaló el gasto social», según el analista. El gasto social (jubilaciones, AUH y diversos planes) fue, además, el único renglón del presupuesto que aumento el año pasado.
«Son los únicos que tienen a la canasta como aspiracional en un escenario de mejora de la economía y de sus ingresos».
En este sentido, el aumento del empleo en negro, y el otorgamiento de créditos a tasas más convenientes (los Argenta, que financió la ANSeS), sumaron liquidez a este sector.
Además, el recorte de los subsidios en las tarifas de luz y gas impactó en menor medida entre quienes tienen tarifas sociales, agrega Facundo Aragón, líder de Industria de Nielsen Argentina. Esta consultora, también detectó la recuperación en los sectores de menores ingresos. «En especial, porque estos hogares, no tienen acceso a otros bienes y servicios. Con lo cual, una leve recuperación del poder de compra, lo destina casi íntegramente a las compras de la canasta», explica.
«En cambio, en los sectores altos, el porcentaje destinado al consumo masivo es menor. Y como acceden a otros servicios tienen otros recursos donde recortar cuando les «aprieta » la billetera, explicó. Según las mediciones de Nielsen, la caída del consumo masivo fue del 3% en 2017.
En este sentido, Filipponi aclara, más allá del impulso en el nivel bajo inferior, «hasta que no se logre una recuperación en el nivel bajo superior (hogares con ingresos en torno a los $ 17.000), que es la porción de hogares más grande y la que determina el ritmo del consumo, es difícil plantear un escenario de recomposición de las ventas en general.
Qué está pasando en los niveles medios y altos que consumieron menos en 2017, mientras que en 2016 no habían caído? Una hipótesis de Filipponi es que «no se trata de un fenómeno sólo local». «Las personas están cambiando: están buscando destinar sus ingresos más a experiencias que a bienes de consumo», explica. De ahí, las mayores ventas en tecnología o en turismo, por ejemplo. También puede ser que destinen más recursos al ahorro o, por ejemplo, al pago de cuotas de créditos hipotecarios.
Simultáneamente, las cadenas de retail fueron dejando de «innovar». Los consumidores fueron perdiendo «experiencias de compra». Y una prueba de ello es el aumento de las ventas en el canal mayorista», señala el analista.
En cuanto al perfil del nivel bajo inferior, que permitió morigerar la caída del consumo en 2017, según Kantar, se trata de hogares compuestos principalmente por familias numerosas: el 40% tiene cinco o más integrantes. En ocho de cada diez hogares, hay hijos. Ademas, en uno de cada cuatro, hay bebés.
Su canal de compra preferido es el almacén. «Es una manera de mantener el gasto controlado, no tentarse y hacer pequeños desembolsos a medida que los ingresos llegan al hogar», describe Filipponi. «Uno de cada dos pesos gastados en la canasta básica se queda en estos almacenes o autoservicios». «La variación positiva de la canasta en este nivel se debe a que estos hogares volvieron a visitar con mayor frecuencia el punto de venta. Retomaron el consumo de bebidas con y sin alcohol y los productos de cuidado personal».
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