El ministro y candidato oficialista presentó un proyecto para aumentar el financiamiento educativo, pero el presupuesto 2024 ajusta algunos programas; polémica por las universidades.
Lanzado de lleno a su campaña electoral, Sergio Massa presentó un proyecto para que a partir del año próximo la Nación se haga cargo de la mayor parte del financiamiento educativo en todo el país y que la inversión aumente, de manera progresiva, hasta alcanzar el 8% del PBI en 2030. La promesa del ministro candidato, sin embargo, no se refleja en la letra chica del proyecto de presupuesto 2024 que envió al Congreso y contrasta, además, con los fuertes recortes que se aplicaron este año en distintas partidas educativas y que se replican el año próximo.
“Para el futuro de la Argentina, para derrotar la pobreza, y para incorporarla al siglo XXI, hay que invertir en educación con la nueva tecnología de la mano”, enfatizó Massa al presentar, junto al ministro de Educación Jaime Perczyk, el proyecto de financiamiento educativo, que comenzará a debatirse mañana miércoles en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados. Allí establece una serie de metas: para 2024 se estipuló que la inversión alcance los 5,2 puntos del PBI, a ser solventada en un 60% por la Nación (3,12 puntos del PBI) y el 40% restante por las provincias y municipios (2 puntos del PBI). En la actualidad, la proporción de los esfuerzos es a la inversa.
Según el proyecto de presupuesto 2024, sin embargo, la Nación estaría lejos de cumplir con lo comprometido. La asignación para Educación y Cultura se estimó en 1,3 punto del PBI (poco más de $4,8 billones), por lo que los legisladores, cuando traten el presupuesto, deberán hacer malabares para retocar los números y cumplir con las nuevas metas de financiamiento educativo si el proyecto de Massa se convierte en ley.
A la hora de revisar el presupuesto 2024, los legisladores se encontrarán con que partidas educativas claves presentan fuertes caídas en términos reales respecto de este año. Todo un contraste con las propuestas de campaña que agita el ministro candidato para achacarles a sus rivales su “desprecio por la educación pública”.
“Llegó el tiempo de que se caigan las caretas y de que aquellos que se desvivían por plantear la defensa de la educación pongan el voto y muestren que están dispuestos a invertir -desafió el candidato al presentar el proyecto junto al ministro Perczyk.
“Los gobernantes hablamos con el presupuesto –prosiguió-. Si quieren ser gobierno en la Argentina le tienen que decir a la sociedad cuánto están dispuestos a hacer para hacer crecer el sistema educativo”, remató Massa.
Las promesas y la realidad
Desde la oposición, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, calificó de “farsa” el proyecto de Massa y propuso a los legisladores discutir otra iniciativa: la que declara a la educación como “servicio esencial” para garantizar su apertura durante todo el año.
“Le propongo que discutamos esa ley, en lugar de debatir la Ley de Financiamiento Educativo que presentó su candidato a presidente, Sergio Massa, que es una farsa porque presenta un proyecto que amplía la cantidad de recursos destinados a educación, pero al mismo tiempo envió un proyecto de ley de presupuesto que reduce ostensiblemente el presupuesto educativo nacional”, advirtió la funcionaria.
La ejecución del presupuesto actual evidencia, en efecto, que en lugar de crecer, la inversión educativa en distintos programas claves tuvieron recortes o bien los montos asignados no se ajustaron a la inflación acumulada (80,2%). Entre ellas las siguientes:
- Fortalecimiento de jardines de infantes: este año se le recortaron $13.100 millones a la partida original. Para el año próximo se le asignaron $31.650 millones, un 30% de aumento, lo que evidencia una caída en términos reales si se considera que Massa prevé una inflación del 70% anual para 2024.
- Conectar Igualdad: este año se le recortaron $21.000 millones de la partida original. Solo se ejecutó el 47%. Para 2024 se prevé un aumento del 115%.
- Infraestructura y equipamiento: a lo largo de este año su presupuesto solo creció un 30%. Para el año próximo se le asignaron $48.534 millones, apenas el 8,4% respecto del monto actual.
- Innovación y Desarrollo de la Formación Tecnológica: esta partida no tuvo aumentos en lo que va del año. Para 2024, con $38.347 millones asignados, el aumento es del 42,4% respecto del presupuesto vigente.
Hay otras partidas educativas que, por el contrario, fueron reforzadas durante el actual ejercicio tal como habían reclamado los legisladores al discutir el presupuesto 2023. Son los casos de la asignación de becas a estudiantes (+81%); Información y Evaluación Docente (+160%) y Gestión Educativa y Políticas Socioeducativas (+132%).
Universidades
Buena parte del presupuesto que el Tesoro destina a la educación se dirige a las universidades nacionales, cuyo número se incrementó notablemente durante la gestión kirchnerista. Pese a que Massa y el oficialismo hacen de la educación universitaria su bandera, en el presupuesto 2024 se le asignó una partida con un alza inferior a la inflación prevista, con lo que caería en términos reales. En efecto, para el año próximo al programa “Desarrollo de la Educación Superior” se le asignaron casi $2 billones, un alza del 47% anual.
Este año, si bien las universidades tuvieron refuerzos presupuestarios (aunque también por debajo de la inflación acumulada), esas mejoras beneficiaron principalmente a las que se ubican en territorio bonaerense, bastión kirchnerista. Por caso, la universidad de Lomas de Zamora recibió un refuerzo de 580 millones, más de lo que se le destinó a la de Córdoba (500 millones). La de Hurlingham recibió 500 millones y la de La Matanza, otros 470 millones. Por contrapartida, a la de La Plata se le transfirieron solo 200 millones; a la de Cuyo, 60 millones y a la de Entre Ríos, 300 millones.
Esta cuestión generó un intenso debate en la Cámara de Diputados el martes pasado con motivo de la creación de cinco nuevas casas de estudio, tres de ellas en territorio bonaerense, una en la ciudad de Buenos Aires y una en el interior. El oficialismo la justificó en la importancia de contar con más “universidades de cercanía” en el país; los opositores, en cambio, insistieron en que debería priorizarse el gasto educativo en los niveles inicial, primario y secundario antes que instalar nuevas universidades. Denunciaron, además, que la creación de universidades -sobre todo las que se ubican en el conurbano bonaerense- responden a intereses políticos de intendentes y dirigentes peronistas.
“No me vengan a correr con extender la cobertura del nivel superior cuando ni siquiera la clase dirigente política está dando respuestas a los escandalosos datos que arroja el colapso educativo en Argentina, que presenta un contexto claro de desigualdad –enfatizó Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica)-. Seguir comprometiendo fondos que no tenemos ni vamos a tener sólo va redundar en una baja de la calidad educativa de las instituciones actuales, generando un caldo de cultivo aún más fecundo para las propuestas de eliminación de la educación pública, gratuita y obligatoria en nuestro país”.
Desde Pro, el exministro de Educación Alejandro Finocchiaro denunció el uso político que se hace de las universidades. “Votar universidades a pedido para que el ministro candidato Massa tenga su universidad (en alusión a la Universidad del Delta) o para que el intendente de Ezeiza pueda hacerse y poner las garras sobre la Universidad de Ezeiza, degrada al sistema universitario en su jerarquía, acceso y calidad –asestó-. Una universidad no es un botín que da poder territorial a un intendente o a un gobernador, ni tampoco puede ser un local partidario para que diletantes se adoctrinen en el dogmatismo populista”.
No todos en Juntos por el Cambio coincidieron en estas críticas. El bloque de Evolución Radical, que se referencia en el senador Martín Lousteau y el diputado Emiliano Yacobitti, se desmarcó y votó la creación de tres de las cinco universidades promovidas por el oficialismo. Otra señal que los diferencia del resto de la bancada.
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