De los anuncios que viene realizado Sergio Massa, el candidato a Presidente que toma la lapicera del Ministro de Economía para firmar tales anuncios, se pueden sacar algunas conclusiones.
La primera, es que Massa puso la caja del Estado al servicio de su candidatura presidencial, financiando con ella la campaña para llegar a las elecciones de octubre con posibilidades de sacar un ticket al eventual balotaje. En este plan la campaña de Massa se financia con cerca de 1,7 billones de pesos. Los fondos equivalen a cerca de 0,9% del PBI, según calculan diversas consultoras.
También es evidente que Massa tomó el cheque del Fondo Monetario y, después de saldar deudas con el propio FMI, el Banco Popular de China, Qatar y la Corporación Andina de Fomento, se apropió del saldo restante y se olvidó del FMI. Son más recursos para la campaña.
Podría decirse que Massa, desde el minuto siguiente al que se acreditaron los dólares del FMI, se olvidó de las exigencias que el staff del Fondo volcó por escrito en el informe (aquel que hablaba del “descarrilamiento” de la economía argentina). Los técnicos pidieron subas de tarifas, contención de la masa salarial del empleo público y ajuste fiscal. Lo único que cumplió Massa fue con la devaluación, que según el propio Massa fue impuesta por el FMI. El resto de las recomendaciones-condiciones-exigencias quedaron en un cajón.
Massa se olvida del FMI
Una manera de ver el comportamiento post-PASO y post-desembolso es que quedan muy relativizadas las repetidas quejas del kirchnerismo por las rígidas “condicionalidades” que impone el Fondo Monetario.
Massa se dio cuenta rápido que se pueden forzar los límites y apartarse de lo que recomienda el staff e incluso de lo que firmaron ambas partes. Esto debe ser visto tal vez con cierta envidia por los equipos económicos que acompañaron durante su mandato al ex presidente Mauricio Macri.
La estrategia de Massa es jugar al fleje y un poco más con la caja del Estado y ver qué pasa cuando se cuenten los votos.
Lo que advierten los que miran con desconfianza estas medidas es que hay una mano del Gobierno que pone plata en los bolsillos de los ciudadanos y otra mano que se la saca por el lado de la creciente inflación, que ya parece estar instalada arriba del 10% mensual.
Justamente después de contarse los votos, pero de las PASO, es que se abrió el abanico de medidas.
Lo primero fue llevar el tipo de cambio oficial a $ 350, una devaluación de casi el 20% que provocó el temido fogonazo inflacionario. En el mismo acto, dijo que congelaba el precio del dólar oficial hasta después de las elecciones.
Devaluación y anuncios
Para apagar el fogonazo, el Gobierno (Massa) lanzó varias medidas, como bonos para jubilados; otro bono para reforzar los ingresos de los beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo y la Tarjeta Alimentar; otro para empleados públicos (que generó quejas tanto en gobernadores e intendentes como en cámaras empresarias) y otro, que pagan los privados, destinado a empleadas de casas particulares.
Los refuerzos llegaron a la tarjeta alimentar y se amplió la devolución del IVA en las compras de jubilados. Después vinieron los créditos a tasa subsidiada.
Otra medida en sentido contrario a lo que reclamaba por escrito el Fondo Monetario fue el “plan freezer”: Massa ordenó olvidarse de los aumentos pendientes en las tarifas de energía eléctrica y gas.
Permitió un aumento en los combustibles a cambio de congelarlos hasta noviembre. Lo mismo para la medicina prepaga. En estos casos, a cambio de congelar los precios el Gobierno cedió recursos fiscales.
Para intentar reforzar las reservas concedió un nuevo dólar soja que lleva el tipo de cambio de los exportadores a cerca de $ 450. A ciertos sectores que aceptaron congelar precios les prometió agilizar la aprobación de las SIRA para que puedan seguir comprando dólares al tipo de cambio oficial.
El último acto, por ahora, de campaña fue el de más alto impacto: eximir del impuesto a las Ganancias al 99% de los asalariados. De 10 millones de asalariados registrados, ahora solo lo pagarán 88.000.
Para hacer este anuncio, el candidato Massa apeló a toda la liturgia peronista: gremios, gente en la plaza, Himno y marcha peronista. Y habló de subir a 8% del PBI la inversión en educación.
Para los próximos días se esperan anuncios para los 450.000 autónomos y una nueva suba del salario mínimo vital y móvil.
Todo sea por lograr un lugar en el eventual balotaje.
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