Este viernes se conocieron los datos del escrutinio en los penales. Estaban habilitadas 70.000 personas pero la participación fue de solo el 32,5%.
Mientras se lleva adelante el escrutinio definitivo de las PASO, este viernes fueron dados a conocer los resultados de las elecciones en las cárceles del país, el conteo oficial de votos correspondientes a las casi 70.000 personas empadronadas y privadas de la libertad.
El orden de los ganadores no fue el mismo que el que se vio en el escenario general difundido el domingo, aunque hay que destacar una muy baja participación, de solo el 32,5% del padrón penitenciario.
En este caso, entre Sergio Massa y Juan Grabois, Unión por la Patria se llevó el 47,13% de los 22.613 votos informados por la Cámara Nacional Electoral, este viernes. Por su parte, La Libertad Avanza, el partido representado por Javier Milei, obtuvo el 16,54%. En tanto, Juntos por el Cambio aglutinó, entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, el 12,16% de los sufragios de las personas privadas de la libertad.
En cuanto a las candidaturas de los principales partidos, la distribución también fue muy particular. En el caso del oficialismo, de la casi mitad de votos obtenidos, el 42% fueron para Sergio Massa, mientras que Grabois conservó el 5% que ya había adelantado el escrutinio provisorio nacional.
Y a Juntos por el Cambio (como en el recuento general, detrás de Javier Milei) le tocó una ecuación invertida, ya que Horacio Rodríguez Larreta, con un punto porcentual más, despertó mayor simpatía que Patricia Bullrich: 6,66% y 5,5%, respectivamente.
En estos más de 22.000 sufragios, hubo una notable cantidad de votos en blanco: 7.196, es decir, el 35,15% del total.
Aun cuando se informa recién este viernes, el dato llega con la demora usual para estos casos, ya que, a diferencia del escrutinio electoral del resto de la población, los votos provenientes de las más de 300 cárceles del país tienen dos particularidades.
La primera es que, como la fiscalización de las 392 mesas de votación la lleva adelante personal de las fuerzas de seguridad (se considera engorroso hacer llegar representantes de la Justicia Nacional Electoral, fiscales de los partidos y demás etcéteras al interior de las penitenciarías), no se realiza la instancia del escrutinio de mesa, in situ, que es el primer paso del largo circuito del escrutinio en todas las elecciones.
Al no haber un resultado provisorio que se comunique por telegrama al Correo, como ocurre en todas las elecciones desde el resto de las mesas electorales del país, estos votos, en realidad, todavía no fueron ni siquiera considerados en los resultados comunicados el domingo.
En cambio, el escrutinio que se hace es directamente “definitivo”, y comienza 48 horas después de la elección propiamente dicha. En rigor, podría haber comenzado el martes desde las 18, pero ya la resolución conjunta 86/2023 del Poder Judicial de la Nación comunicó que comenzaría el 16 de agosto a las 8.
Ese paréntesis de dos días y medio tiene, también, dos motivos. Por un lado, las urnas deben viajar desde las provincias hasta la sede de la Cámara Nacional Electoral, en la ciudad de Buenos Aires, que es el organismo que lleva adelante el escrutinio y donde se labran las actas oficiales (tarea precisamente concluida este viernes). Pero, además, porque la normativa exige dejar ese compás de espera para dar tiempo al surgimiento de potenciales denuncias de irregularidades durante los comicios.
La segunda razón por la que recién el viernes se conocen los resultados de la votación en las penitenciarías es una particularidad aun mayor, y es que las personas presas votan con boleta única.
Elecciones: cómo funciona la lista única
La lista única electoral agrupa candidatos no por signo político sino por categoría, de modo que el votante solo debe escribir una cruz al lado del candidato elegido, o ninguna, si quiere votar en blanco.
Mientras muchas voces de la política vienen reclamando aplicar este sistema en las elecciones generales (principalmente, abarata muchísimo el costo de impresiones), no caben dudas de que tiene especial sentido utilizarlo en las cárceles.
Por un lado, porque la población carcelaria en condiciones de votar es chica (69.520 personas) y de este modo, cada cuarto oscuro debe disponer solamente de tantas boletas como electores toquen a la mesa electoral en cuestión.
Por otro lado, la variedad en la procedencia geográfica de la población carcelaria ofrece un escenario particular, ya que cada preso tiene derecho a elegir representantes nacionales y de las jurisdicciones consignadas en sus DNI. Así, con la boleta única, toda la gestión de boletas se vuelve más manipulable y sencilla.
Hay que destacar que la carcelaria es una población eminentemente masculina: menos del 5% son mujeres, y en la información oficial de la Cámara Nacional Electoral no figura ninguna persona cuyo DNI consigne la elección de sexo no binario.
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