El abogado de una testigo dijo que la joven había denunciado el cautiverio de mujeres en Campo Quijano. Apuntan a agentes del Servicio Penitenciario Federal.
El juez federal Miguel Medina solicitó el informe sobre la muerte del padre de María.
La testigo Julia L. estuvo internada esta semana dos días en el hospital San Bernardo por la brutal golpiza que recibió el miércoles a la noche en la casa que alquila en el barrio Castañares.
En los últimos días la causa por la desaparición de la diseñadora de ropa deportiva bonaerense María Cash habría dado un giro inesperado tras las denuncias y posteriores declaraciones de una testigo, hoy protegida por el Estado, quien sindicó a una banda de agentes del Servicio Penitenciario Federal como los posibles autores de la desaparición y supuesta muerte de la joven porteña.
Al respecto, se supo que ayer la mujer fue dada de alta del hospital San Bernardo y desde entonces ya no tiene ni celular ni vive en el lugar donde fue drogada y torturada por haber denunciado la existencia de una red nacional de trata de personas (mujeres) a las que drogaban y mantenían cautivas en un domicilio alquilado en la localidad de Campo Quijano, para su colocación en el mercado de la prostitución, según publicó El Tribuno.
La mujer denunciante, entonces esposa del ahora acusado Martín A., un sujeto que llegó a Salta entre los instructores de los nuevos guardiacárceles del penal de General Güemes.
El abogado Sergio Chiericotti, quien asiste a Julia L., dijo que cuando entabló una comunicación humana con su clienta esta estaba destrozada por haber sido obligada a viajar desde Tucumán, casi semanalmente, para ver si podía obtener la restitución de sus hijos.
«Durante 9 meses deambuló en llanto por la Ciudad Judicial, y yo tomé su causa fortuitamente, al ver el estado de abandono de la mujer. En ese lapso su demanda no había generado ni una sola audiencia. Al principio no le creí, pero luego su certeza de orientación de tiempo y espacio me hicieron cambiar de parecer», dijo.
«Todos sus relatos guardan coherencia y todo lo que me dijo estando ella en su sano juicio pudo ser comprobado. Algunas cosas que relató y que pueden encuadrarse en el estado demencial de las drogas que le suministraban para mantenerla cautiva en su propio domicilio pueden tener algo fantasioso», añadió.
Esta mujer «estuvo presa» en su casa de Campo Quijano hasta el 2013. Ella asegura que en ese tiempo su esposo y miembros del SPF traían mujeres a ese lugar y las tenían encerradas y drogadas.
«Es en ese punto donde Julia, mi clienta, insiste que una de esas chicas era María Cash. Es más, su hijo mayor, hoy de 17 años, tiene en su memoria la misma información pues él, en ese entonces de 10 años, era el encargado de llevarle agua a las muchachas».
«Esa historia -dijo el letrado-, tiene otro final escandaloso».
«En el año 2013 Julia dio aviso a la Justicia de Rosario de Lerma sobre este asunto. En esa comisaría y en otras había casi 35 denuncias sobre violencia de este tipo pero por increíble que parezca esas denuncias nunca llegaron al Juzgado Federal, al menos eso quiero creer», indicó el abogado.
«Es decir -dijo Chiericotti- que si se hubiese buscado a esa mujer en Campo Quijano quizá estaría hoy con vida, porque de lo que surge de lo relatado por mi clienta, María Cash habría sufrido una muerte seca».
Chiericotti se disculpó y aseguró que con la causa federal no tiene ningún vínculo y no la conoce a fondo.
«Lo que motivó mi intervención judicial es la restitución de los hijos a Julia, es decir en el fuero provincial, pero lo sucedido posteriormente me hacen reivindicar su lucha porque para evitar no solo la restitución de sus hijos sino para garantizarse impunidad alguien ordenó una salvaje agresión contra ella». «Ese ataque no tiene relación con una disputa familiar sino con un tema mucho mayor», insistió.
El ataque
Chiericotti dijo que el ataque se produjo el miércoles entre las 21 y las 23, y que su clienta reconoció a uno de sus atacantes, que lucía una camiseta de San Martín de Tucumán, es decir con bastones rojos y blancos.
«Ella reconoció a su exesposo y dijo que la ahorcaron, la drogaron con cápsulas y luego le tatuaron el cuerpo con leyendas como «el macho siempre gana». Las peores lesiones las recibió en la cabeza; sufrió al menos 7 u 8 golpes, posiblemente culatazos, que la ensangrentaron entera. «Yo no sé qué está pasando, no quiero interferir en ninguna investigación federal, pero mi clienta es una madre a la que le juré protección y si su pasado está volviendo de manera violenta necesita que el Estado le brinde seguridad para que ella aporte lo que sabe sobre lo expuesto».
«Es la Justicia la que debe investigar esta línea que -repito- alguna vez la vi lejana, pero escucharla de la boca de Julia, con certezas de tiempo y lugar, con la coherencia atroz de una víctima de un psicópata, no es para callarse nada», afirmó.
Luego el defensor aseguró «algo falló en la Justicia entonces y Julia está acercando con su martirio una nueva oportunidad».
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