El programa, que hizo un pico de rating de 29.2, se emitió por primera vez desde los estudios de La Corte. En la apertura participaron más de mil personas en vivo, en siete locaciones en exteriores. Luis Fonsi cantó «Despacito»
Tres minutos después de lo pautado (debía ser a las 22.30), recibiendo un alto rating del debut de la novela Las Estrellas (superó los 20) y con una parodia de Donald Trump, arrancó una nueva temporada de ShowMatch. «¿Quién carajo hubiera dicho que aquel empleadito que pegaba suelas en una zapatería de Bolívar, y por quien nadie daba dos mangos, iba a terminar en la televisión? ¡Ese es el verdadero sueño americano!», se le escuchó decir al presidente norteamericano en el falso doblaje, y en una referencia más que clara a la gran estrella de lo que se llamó el Superlunes: Marcelo Tinelli (57).
Luego, otro doblaje: la galardonada película La la land, con sus protagonistas bailando al ritmo de Despacito, que Luis Fonsi cantaría en vivo al final del programa. Pero la primera escena en el estudio de La Corte -desde donde el programa se emitirá esta temporada- fue con un show musical. Y enseguida el cuartetero Ulises Bueno haciendo una versión acústica de un clásico de Guns N’ Roses, Sweet child of mine. El rating llegó a 27.1.
En eso estaba la marca del minuto a minuto cuando Flavio Mendoza salió a escena con una adaptación de su obra musical, Mahatma. Salió al aire desde el Teatro Broadway, y terminó bailando en plena Calle Corrientes.
Luego, otra sorpresa: El Pepo cantó el tango El sueño del pibe, aquel que entonaba Diego Maradona.
A su término Oriana Sabatini se presentó con un tema propio: Love me down easy. En una seguidilla interminable y ecléctica de shows, el Cirque Du Soleil mostró una pequeña parte de su espectáculo Sép7imo día, basado en la música de Soda Stereo.
Hubo más bailes y canciones al aire libre: uno en la nueva sede del Gobierno porteño en Parque Patricios, y otro (Bien argentino) en el Complejo Villa Olímpica de Villa Soldati. Valeria Lynch cantó Maybe this time, del musical Cabaret, desde la Floralis Genérica, de La Recoleta. En el Puente de la Mujer de Puerto Madero, Tripa y Flor Otero hicieron una versión de Bad Girls. Sobre la avenida Dorrego danzaron 600 personas del Carnaval de Corrientes al ritmo de la murga, siguiendo con el impresionante despliegue en exteriores preparado por la producción de Ideas del Sur, según informo Teleshow.
Gran parte de las comparsas concluyeron en el estudio para darle la bienvenida a Tinelli, quien finalmente salió al aire siendo las 23.12. «¡¡¡¡Buenas noches, América…!!!!», gritó el conductor, con una canción de Lali Espósito de cortina.
«¡Qué felices que estamos! Casa nueva, en este estudio de más de 1000 metros cuadrados de La Corte, en la Chacarita. ¡Es impresionante! Se escucha como un eco…», bromeó, sobre las dimensiones del nuevo estudio. Y lanzó una chicana sobre la pelea de Laurita Fernández y Fede Bal, quienes bailarán este martes.
«No sabía si te había dado la dirección. Como nos pegaron un boleo desde el otro estudio», le dijo a Adrián Suar, al saludarlo. «¿Cómo estás?», preguntó el Gerente de Programación de Canal 13. «Bien, feliz. ¿Y usted? ¿Su vida personal? Está separado… -lo pinchó Tinelli-. ¿Podemos conseguirle una chica, para que el amor llegue a su vida?». «Tengo el amor de mis hijos, mis amigos -retrucó Suar-. Me quieren buscar novia, pero no la necesito».
Mientras en el piso aparecía una Guillermina Valdes con un vestido rojo furioso, las bromas incursionaron en cuestiones futbolísticas, entre un fanático de San Lorenzo y un hincha empedernido de Boca.
«Me pasaron un montón de cosas en estos cincos meses -dijo Tinelli, sin mencionar sus problemas de salud y las renuncias a la AFA y San Lorenzo. Hoy estoy bárbaro, feliz, en el lugar que amo. Vamos a pasar un año espectacular». Acto seguido, anunció quizás lo más esperado de la noche: la ficción de ¡40 minutos!, que arrancó recreando el último programa del 2016, con la consagración de Pedro Alfonso y Flor Vigna en el Bailando.
Una a una fueron pasando las figuras e interactuaron con un Tinelli que buscaba un nuevo estudio para el Bailando: ese fue el eje central de la historia. Mariana Fabbiani fue personal de Recursos Humanos de Ideas del Sur; Florencia Peña, una descarada mucama en su casa, y Luciano Castro, encargado de edificio (¡a no decir portero!).
Valeria Bertuccelli fue vendedora de telas: «¡¿Es verdad que te echaron?!», lo indagó, por la AFA. El futbolista de River Leonardo Ponzio le cargó nafta a su camioneta. Ya sin lugar en el jurado del Bailando, Soledad Silveyra estuvo en la ficción como una empleada pública fanática del programa. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el vicejefe, Diego Santilli, le habilitaron el nuevo estudio.
Lali Espósito le vendió productos de belleza: «Me hacés acordar a mi abuelo…», le dijo la cantante, bromeando con la edad de Tinelli.
Una camarera, Griselda Siciliani, se ofreció para bailar en el programa. Pero terminaron en un entredicho por un casting sábana…
Una vendedora cholula, Isabel Macedo, iba a asesorarlo sobre los pisos de madera para el estudio cuando llegó su pareja, interpretada por el gobernador Juan Manuel Urtubey, claro.
Un guiño: Guillermina Valdes fue la doctora que lo revisó por su ansiedad previa al estreno. Y también lo corrió con la edad: «¿Cuántos años tiene? ¿60? La testosterona ya va bajando, ¿no? ¿Arranca o no arranca…?».
Y lo mandó a hacer yoga con Juan Pico Mónaco. Y con Mirtha Legrand hizo terapia. «Ah, le gustan las mujeres jóvenes. ¡Pícaro usted!», le dijo Chiquita, que no quiso leer el libreto: prefirió improvisar. Y marcó el pico de la ficción: 27.9.
Con Suar habló de televisión, la AFA y su estrés, en el colectivo 39 que manejó Pablo Codevilla: «¿Te llevó al hospital?», le preguntó el chofer. «Tenés que hacer lo mejor que sabés hacer», arengó El Chueco, ya en el cierre de la ficción. «A éste no lo dejan entrar en ningún lado…», concluyó Codevilla.
Ya en el estudio, Suar destacó que Tinelli va todas las noches a buscar a Guillermina a la salida del Multiteatro, donde trabaja en la obra Invencible. Los padres de Lorenzo (tres años) sellaron todo con un beso.
Y entonces llegó el turno de Cristina Fernández de Kirchner, personificada por Martín Bossi. «Este es un programa comprometido con la realidad… -anunció Tinelli-. Para algunos que me trataron de idiota… Después de ocho años, viene al programa… Espero que no me llame como en las escuchas, cuando le dijo a (Oscar) Parrilli que yo era un idiota… Pero sé que en el fondo me quiere».
«Hombres y hombras, hombreros y hombreras, sombreros y sombreras, y ‘Pollo’ Sobrero, que le sobra tintura pero le falta cintura», arrancó CFK, que llamó «este aguantadero televisado, que no cambia de formato pero sí de dirección». Y pidió: «¡Paren de mudarse, paren de mudarse!».
«Gracias por venir, es un honor», la recibió Tinelli. «Hay cosas más interesantes para hacer en todo América que ver tu programa», respondió Cristina, haciendo distintos chistes sobre el Bailando. «¡No me toqués!», le exigió al conductor. «(Tinelli) renunció por estrés. ¡Háganle un primer plano y díganme si está estresado! ¿Cuál es tu trabajo? ¿Decir ‘Buenas noches, América’? ¿Qué hiciste en AFA, las instalaciones eléctricas? ¿Por qué renunciaste?», indagó Bossi.
De inmediato, el cierre con Luis Fonsi cantando en vivo el tema del año: Despacito. «El uno, uno, uno… ¡uno!», lo elogió Tinelli.
Y le pidió repetir la canción. Pero antes, siguió junto con Guillermina otro clásico de Fonsi: No me doy por vencido.
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