El equipo catalán goleó 3-0 a Real Madrid en el Santiago Bernabéu, con una colosal actuación del delantero uruguayo.
Barcelona se puede permitir este tipo de licencias. Es capaz de jugar un clásico como visitante ajeno a sus máximas posibilidades y terminar goleando, festejando, clasificando a la final de la Copa del Rey. Más: lo logra incluso sin la mejor versión del mejor de todos, Lionel Messi. Más: lo consiguió con un Luis Suárez letal de participación escasas y de tres goles que resolvieron el partido y que le permitieron llevarse la pelota (más allá de las discusiones de la autoría del segundo tanto). Fue hattrick.
Así, en territorio del archirrival, Barcelona goleó y espera por su oponente en la final del 25 de mayo en el Benito Villamarín. Se resolverá hoy la otra serie de las semifinales: Betis visitará al Valencia, tras el 2-2 de la ida.
Hubo un partido antes de ese desenlace. Un desarrollo capaz de desmentir la amplitud del resultado y hasta de cuestionar la clasificación de los culés.
El Real Madrid de Santiago Solari lo sabía desde bastante antes de esta cita de vuelta frente al Barcelona. El 1-1 en el Camp Nou abrazaba una ventaja: el cero compartido de local tenía el carácter de una victoria. Corresponde decirlo: el equipo del entrenador argentino jugó en función de ese detalle. Y en el primer tiempo, con esa leve ventaja, administró el desarrollo.
Primero, le recortó espacios al Barcelona. Lo controló a Messi, siempre un demonio para la Casa Blanca. Luego, presionó y estuvo cerca de ponerse en ventaja Le faltó un aspecto determinante: contundencia.
Lo del segundo tiempo fue otra historia. Barcelona -ya no tan amigo del tiki taka como en otros días felices- fue una celebración de la eficacia. Suárez fue el Rey Midas. Todo lo que tocó fue oro. Todo lo que tocó fue gol. Le alcanzó con pocas apariciones para se la figura, el personaje, el goleador, la estrella más brillante.
Hasta se dio un lujo: en el penal que le cometieron, se hizo cargo en lugar de Messi. Y homenajeó un día feliz del fútbol uruguayo. La picó. Sí, como Sebastián Abreu contra Ghana en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010. Ese fue el tercero.
Agregue un Comentario