Se trata de declaraciones que, según los jueces, fueron clave para confirmar el procesamiento contra la Vicepresidenta por utilizar aviones oficiales para llevar muebles.
«De forma regular» dijo la Justicia, «entre los años 2003 y 2015 mientras Néstor Kirchner ejerciera la Presidencia del país, y Cristina Fernández fuera Senadora Nacional o Presidente, se asignaban los fondos públicos» para realizar traslados con los aviones «Tango 02, 03, 04 y/o Tango 10 y excepcionalmente en el avión denominado 5T20», para «transportar muebles, ropa de blanco y u otro tipo de enseres» para los hoteles de los Kirchner.
Para confirmar el procesamiento contra la Vicepresidenta por el delito de peculado, esto es, haber utilizado «en provecho propio un servicio pagado por la administración pública», los jueces de la Sala I de la Cámara federal porteña, retomaron un conjunto de testimonios de pilotos y mecánicos de los aviones presidenciales que fueron claves.
«Las numerosas declaraciones testimoniales que, de modo preciso, concordante, coincidente y contundente, dieron cuenta de la veracidad de los hechos descriptos», sostuvieron los camaristas Mariano Llorens, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia.
Las declaraciones resultaron suficientes, indicaron los jueces, «para afirmar la utilización de los aviones pertenecientes a la flota presidencial, para fines privados y/o particulares, vinculados al traslado de muebles, artículos de decoración, cables y otros elementos, cuyo destino final era la ciudad de El Calafate, ciudad en la que se sitúan los hoteles de propiedad de la familia Kirchner».
Los testimonios fueron tomados en el marco de este expediente que se desprendió de la causa de los Cuadernos de las Coimas. Fueron, recordó la Sala I, «fuertemente cuestionados por la defensa» de Cristina Kirchner, pero «posteriormente fueron reafirmados y corroborados mediante las ampliaciones de declaraciones testimoniales».
Los testimonios
José Alberto Luna, mecánico del Avión Presidencial Tango 01: «Recuerdo un solo vuelo en el que llevamos muebles, televisores y rollos de cables violetas que se usan para enterrar, subterráneos, y equipamientos varios, todo eso fue al Calafate y creo que eran para el hotel de la Presidenta”. Dijo ser testigo ocular de la carga de «televisores, muebles, cables subterráneos, todo equipamiento supuestamente para Hotelería…”.
Gabriel Omar Falaschi, mecánico del mismo Tango 01, agregó “recuerdo en una oportunidad solo llevamos cosas de mueblería, mesas de vidrio y muebles, que creo que fue para El Calafate”.
En una ampliación, Falaschi fue consultados sobre si tenía conocimiento de que esos elementos estaban destinados a alguno de los hoteles ubicados en El Calafate, conocidos públicamente como de propiedad de Cristina Fernández de Kirchner «e investigados como instrumento de una maniobra de lavado de dinero, a lo que respondió de modo afirmativo».
Concretamente, refirió: «Sí, recuerdo que llevamos en un vuelo en el que iba Cristina Fernández una mesa de vidrio –que se rompió-, una silla, uno o dos sillones y una lámpara de pie metálica».
Ángel Alejandro Heitt, comisario a bordo de la misma aeronave oficial Tango 01, puntualizó cómo era el procedimiento de carga y descarga del equipaje, refiriendo: «A veces era equipaje y a veces eran muebles, por ejemplo, hacia El Calafate, que estimo que eran para un hotel por la cantidad».
Domingo Edgardo Zelaya, piloto del avión presidencial expresó: «A Ricardo Barreiro lo conozco porque una vez que llegamos a Calafate no recuerdo en qué fecha, nosotros estábamos cargando combustible o algo así para irnos a Río Gallegos y él se acercó al avión, y alguien me dijo ‘ese es Barreiro, el jardinero’; pero no recuerdo a qué se acercó al avión, creo que era algo así como que él le había comprado una motocicleta a su hijo y se la estaban llevando en la bodega del Tango 01, pero no recuerdo mucho al respecto».
Sergio Velásquez piloto del avión Tango 01: “en algunos vuelos en los que viajaba Cristina Fernández se cargaron muebles y elementos de decoración. No puedo afirmar si su destino final eran los hoteles, pero sí sé que casi el 99% de esa carga era para El Calafate, no para Río Gallegos».
Después contó que «había una mujer que se llamaba ‘Mónica’ que trabajaba en la Quinta de Olivos y, si había mucho que enviar, se contactaba con el despachante operativo para que calcule de antemano cómo se llevarían las cosas». Dijo que hacían cuatro a cinco vuelos por año «para trasladar este tipo de cargamentos».
Entre los detalles que dio, contó ante la justicia que -para tomar dimensión de lo que se transportaba- «recuerdo haber visto cinco o seis bultos que tuvieron que cargarse en una pick-up cuando se descargaron. No sé si los despachantes operativos anotaban qué era lo que se llevaba”.
Claudio Ramón Micolucci, mecánico a bordo del Tango 10, indicó que tenía conocimiento de que cuando Néstor Kirchner o Cristina Fernández volvían en el avión Tango 01: «Traían distintas cosas como ropa de blanco que se decía que era para los hoteles de Calafate, aparatos para gimnasios como cintas o bicicletas fijas, etc…”.
Los relatos de mecánicos y pilotos «conforman un cuadro probatorio sólido y acabado para afirmar la utilización de los aviones pertenecientes a la flota presidencial para fines privados y/o particulares, vinculados al traslado de muebles, artículos de decoración, cables y otros elementos, cuyo destino final era la ciudad de El Calafate, ciudad en la que se sitúan los hoteles de propiedad de la familia Kirchner».
Se usaron los vuelos cotizados por la justicia en más de 600 mil dólares, «para transportar elementos que no guardaban ninguna clase de vinculación con las necesidades propias del gobierno nacional. Por el contrario, esos traslados se realizaban en provecho y/o beneficio propio y/o de terceros, y eran abonados con dinero perteneciente a las arcas del Estado».
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