El equipo de Mario Ledesma se mostró muy sólido en el inicio del Rugby Championship. Pero los neocelandeses se impusieron por 20-16.
Si “el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”, como alguna vez definió de manera maravillosa Gary Lineker, bien valdría una frase que dijera que “el rugby es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 15 contra 15 y (casi) siempre ganan los All Blacks”. Afirmar ese concepto, al menos ante Los Pumas -y frente al resto de las potencias del rugby también, aunque esto no sirva de mucho consuelo- serviría seguramente. Porque ya van 33 duelos entre argentinos y neocelandeses y apenas un empate hace ya lejanos 34 años registra ese historial…
Este sábado, en Vélez y en el inicio de una nueva aventura en el Rugby Championship, los All Blacks ratificaron que son el mejor equipo del mundo en forma ininterrumpida por lo menos desde 2010. ¿Deslumbraron con sus recursos técnicos? Para nada. ¿Arrollaron con su potencia física? Casi nunca. ¿Brillaron con su capacidad individual? Pocas veces. Pero ganaron. Otra vez. Como (casi) siempre. Ahora fue por 20 a 16 ante un equipo de Los Pumas que venía con el impulso anímico que Jaguares había conseguido con su participación en el Super Rugby. Pero esa confianza en alza no alcanzó frente a un equipo que no se equivoca. O que si lo hace es capaz de maquillar sus errores o de esconder sus defectos de manera inmediata. Como los cirujanos que no pueden fallar a la hora de operar, los neocelandeses fueron quirúrgicos para definir un partido que se les complicó en varios pasajes.
Los All Blacks pudieron enhebrar apenas una vez un ataque sostenido en varias fases con el apoyo de sus forwards y sus tres cuartos en una jugada que derivó en un penal rápido jugado por el genial Aaron Smith frente a los palos a los 17 minutos. La entrada potente de Ngani Laumape no pudo ser detenida y ese fue el try que le permitió a la visita pasar por primera vez adelante en el marcador después de la ventaja inicial argentina con sendos penales de Sánchez y Boffelli. Esa jugada solitaria después se vio acompañada por la conquista de Brodie Retallick que llegó a dos minutos del cierre de la etapa inicial y luego de la intercepción del segunda línea de un pase de Sánchez. ¿Qué más hizo Nueva Zelanda para ganar? Nada más.
¿Y Los Pumas? Además del try de Emiliano Boffelli a los 6 minutos del complemento tras un gran kick de Sánchez y la recepción aérea del rosarino sobre la marca de Ben Smith, por lo menos hubo otras tres jugadas claras que pudieron haber terminado en festejo Puma. La primera llegó en el arranque nomás. Después del 6-0 parcial y un tercer penal a favor, del line llegó el maul y del maul el pase de Cubelli a Kremer que fue detenido a un metro del ingoal. Ya en el segundo tiempo fue De la Fuente el que se cortó tras un gran movimiento de Matera y buscó a Moyano: pero cuando el tucumano estaba cerca de apoyar, llegó al marca de Beauden Barrett y pisó el touch antes de devolverle el pase a su compañero. Y la tercera fue, quizá, la más clara. Y la que más dolió. Porque con el tiempo cumplido hubo un penal y un line para Los Pumas a nada del ingoal neocelandés: Lezana ganó en las alturas y cuan do el maul se armó para desembocar en el try que hubiera enterrado para siempre los fantasmas de Ferro de 1985, se repitió la historia: si a Ernesto Ure se le cayó la pelota hacia adelante, algo pasó en ese maul que derivó en el scrum para los All Blacks. Y en el final de la ilusión.
Se perdió por apenas cuatro puntos y esa diferencia exigua lastima más. Porque si no fue ayer, ¿cuándo será? Esa pregunta se escuchó cuando ya la noche le había ganado su espacio a la tarde nublada y húmeda Los All Blacks tienen oficio para jugar del minuto 0 al 80 sin fisuras. Los Pumas cometen errores: individuales, de decisiones, algún tackle errado, alguna pelota caída. Pero no mucho más. ¿Entonces? Se perdió y punto. Y queda una sensación: si bien la chance fue muy clara y el tren pasó por la estación y Argentina no logró subirse, la victoria frente a los mejores está cada vez más cerca. Con esa certeza también se puede seguir creciendo.
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