Las investigaciones científicas en torno al vino han demostrado varias cosas, por ejemplo, que su consumo moderado tiene múltiples beneficios para la salud. Ahora una serie de experimentos psicológicos han demostrado que los humanos son incapaces de distinguir a ciegas de un vino “barato” y uno “caro”. Incluso, el saber el precio de cada etiqueta puede influir de manera notable en la percepción de cada copa.
Asimismo, los vinos de Burdeos tuvieron un peor desempeño, ya que el 61% eligió un vino de “inferior calidad” como la selección más cara por sobre los franceses.
Más evidencia
Pero la falta de relación entre el precio y la calidad ha quedado demostrada en varias ocasiones. Otro ejemplo es el estudio “¿Los vinos más caros saben mejor? Evidencia de una amplia muestra de cata a ciegas”, donde los investigadores demostraron que las personas que desconocen el precio no disfrutan más de un vino más caro.
Un tercer ejemplo es la investigación realizada por neuroeconomistas en Caltech. En este experimento se realizó una cata de vino donde 20 personas probaron cinco Cabernet Sauvignons que se distinguían únicamente por su precio de venta al público, con un precio que oscilaba entre los U$S 5 y U$S 90.
Pese a que a la gente se le dijo que eran cinco vinos distintos, en realidad solo había tres diferentes. Es decir, se servían los mismos pero con etiquetas diferentes. Por ejemplo, el primer vino que se ofreció durante la degustación (era una botella barata de Cabernet californiano) se etiquetó como un vino de $5 (su precio minorista real) y como un vino de $45 dólares, un recargo del 900 por ciento.
Todos los vinos tintos se bebieron dentro de una máquina fMRI. Tal como se esperaba, los sujetos aseguraron que los vinos caros eran mejores. Al realizar la cata de vinos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional (las bebidas se sorbieron a través de una red de tubos de plástico), los científicos pudieron ver cómo respondían los cerebros de los sujetos a los diferentes vinos.
Si bien se activaron una variedad de regiones del cerebro durante el experimento, solo una región del cerebro pareció responder al precio del vino, en lugar del vino en sí: la corteza orbitofrontal. En general, los vinos más caros excitaban más esta parte de la corteza prefrontal. Los científicos argumentan que la actividad de esta región del cerebro cambió las preferencias de los catadores de vino.
Así, con estos tres ejemplos queda evidenciado que los consumidores son incapaces de distinguir la calidad y el precio de un vino a ciegas.
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