El 17 de julio pasado, una mujer de 73 años, que vivía en la zona este de la ciudad murió tras ser gravemente atacada por un perro propiedad de su vecina.
A pesar de que la mujer fue asistida por una ambulancia y le practicaron las maniobras de resucitación, no lograron evitar su fallecimiento. Ahora la dueña del animal será llevada a juicio acusada de homicidio culposo.
Según publicó el sitio del Ministerio Público Fiscal el animal le pertenece a Paulina Isabel Subelza y por testimonios recogidos, no era la primera vez que atacaba a un vecino, es más ni siquiera ellos auxiliaron a la víctima.
Ese día fue un vecino el que ayudó a la mujer, hasta entonces lograron avisar a la hija de la víctima que se inmediato llamó al 911 y una ambulancia del Samec la asistió, sin embargo en el trayecto al hospital sufrió un paro cardíaco y pese a las maniobras de reanimación, falleció en el nosocomio como consecuencia de un shock hipovolémico, según determinó la autopsia.
Perro agresivo
La denuncia contra la propietaria del perro fue radicada por la hija de la víctima. Entre los elementos recabados durante la investigación, se cuenta con declaraciones de testigos del ataque. Entre ellas, se destaca la de un vecino que declaró que “los perros que residen en esa vivienda siempre salen a atacar a los transeúntes que se desplazan por la calle” y que esa no fue la primera vez que agreden a una persona.
El fiscal Torres Rubelt indicó que “quien posee un animal, es titular de un especial deber de cuidado” y debe arbitrar los medios necesarios para minimizar los riesgos que trae consigo la tenencia. Por ello, la falta de adopción de medidas de seguridad específicas y dirigidas a evitar que el animal dañe a otros, equivale crear un riesgo jurídicamente desaprobado.
Más aún, teniendo en cuenta que la propietaria del perro, habría inobservado los deberes a su cargo de cuidado del animal para que no dañe a terceros y podría haber advertido el peligro, porque que el perro ya habría atacado a otra persona. Pese a ello, no habría adoptado medidas de seguridad y prevención en el inmueble donde aloja al perro, con estructuras suficientemente resistentes que impidieran que el animal se escapara de la vivienda y atacara a la víctima, lo que “demostraría una conducta imprudente de parte de la propietaria del animal, que habría conducido al resultado luctuoso”, precisó.
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