Había creado una identidad falsa en redes para concretar encuentros sexuales.
Un cura párroco gay desnudó con sus confesiones la trama de una doble vida, no solo la suya sino la de otros ministros religiosos.
La nota publicada por el diario El Ancasti de Catamarca dio qué hablar horas pasadas.
A los 40 años el religioso abandonó el sacerdocio para casarse con un hombre: Oscar.
Su relato comienza: «Un día entré a Google y puse «sala de chat gay’. Había miles. Ahí hablaba con tipos y si había onda nos encontrábamos, lo hacíamos y ya está. En esos sitios conseguía más «adeptos’ cuando decía que era cura. «¿Quién quiere … un sacerdote?’, escribía, y me llovían las propuestas. Hay mucho morbo con eso. Algunos me pedían que me ponga la sotana. Una vez también apareció otro cura. Hubo algo pero terminamos siendo grandes amigos. Nos confesábamos el uno con el otro. De los curas con los que estuve, con algunos compartía esa presión de estar viviendo dos vidas, pero para otros era algo totalmente normal», le cuenta Pablo al periodista Fernando Pagano, del sitio vice.com. en una confesión de su vida anterior.
Pablo era docente de Teología en la escuela donde Fernando atravesó el secundario. Ahora, muchos años después, Pablo se casó y convive en San Luis con Oscar después de abandonar el sacerdocio y una doble vida que le permitía saciar sus deseos sexuales, reprimidos por la obligación del celibato y la condena social.
En la entrevista publicada por Vice, Pablo recapituló que desde los 21 años acumuló experiencias sexuales con otros seminaristas, sacerdotes y con muchos hombres comunes, a través de una falsa identidad en redes sociales y salas de chat gay. Por miedo a ser descubierto, concertaba citas sexuales en el conurbano, mientras trabajaba en un colegio católico como docente.
Pablo recordó su primera experiencia con otro aspirante a la ordenación, de origen colombiano, y recuerda la inocente excusa de «jugar a cerrar los ojos y reconocer el cuerpo del otro como si fueran ciegos».
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