Luego del quiebre que se produjo tras la votación por la postergación del torneo, la mayoría de los clubes, encabezados por Boca y San Lorenzo, promueve regresar bajo la organización de la AFALa Superliga Argentina de Fútbol (SAF) reanudará hoy su torneo de Primera División, al que le restan siete fechas para coronar al campeón, en un marco de incertidumbre por la reciente fractura que significó la posición de los clubes que pedían una postergación.
La votación realizada una semana atrás, y que terminó 15 a 9 a favor de los que estaban por la postergación, marca una clara intención de esos 15 clubes para regresar a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en los próximos meses, una jugada fuerte que deja herida a la Superliga de cara al futuro.
Si bien Boca y San Lorenzo aparecen como los clubes líderes del pelotón de 15, para marcarle la cancha a la
Superliga, lo que está en juego es el próximo contrato a diez años para la televisación del fútbol argentino a los mercados mundiales.
Como sea, la votación del jueves 16 de enero marcó un punto de quiebre en donde el disparador inicial -la postergación o no de la reanudación del torneo porque se está jugando el Preolímpico en Colombia- quedó en segundo plano: lo que de verdad se puso arriba de la mesa, y que marcará el pulso en los próximos meses, es quién manda en el fútbol argentino.
La Superliga nació en un contexto político determinado, con el fin del fútbol gratuito por TV que regía desde 2009, financiado desde el Estado con inserción de la publicidad como sostén, plan que nunca se cumplió de lleno. Así, a mediados de 2017 debutó la Superliga con 28 equipos, que coronó a Boca como campeón a mediados de 2018, mientras que Racing ganó el torneo que concluyó a mediados de 2019.
En apenas dos años, los nuevos vientos políticos que terminaron con el gobierno de Mauricio Macri -el mismo que le devolvió la facturación del fútbol a las empresas concentradas de la TV por cable- amenazan con cambiar parte de esa situación, a partir de los realinamientos de muchos clubes que ya no sienten la presión política que los llevó a orillas alejadas de la AFA.
El “doble comando” del que hablan hoy muchos dirigentes es una realidad: la Superliga quiere gobernar a todo el fútbol profesional como si fuera la AFA, disponer nuevas reglas y hasta sancionar a clubes que incumplan contratos.
Uno de los clubes “sancionados” por la Superliga es Huracán, pero hace pocos días la AFA autorizó al club de Parque Patricios a realizar incorporaciones, en sentido contrario a la entidad nacida para negociar los derechos televisivos. La disputa está a la vista.
Muchos dirigentes que creyeron entre 2016 y 2017, de la mano de los resultados electorales nacionales de entonces, que la AFA estaba muerta y enterrada corrieron en los últimos dos meses a buscar palas y picos para remover una tierra que aún se muestra fértil: hasta Claudio Tapia, dejado de lado por el llamado “fútbol grande”, recuperó puntos y hoy cuenta con apoyos impensados.
Ameal y Tinelli hacen punta y el resto de los clubes comienza a buscar en el placard las viejas pilchas que supieron ser de gala: la de los dirigentes capaces de defender los intereses de sus clubes sin el lujo vacuo de “ceos”, a quienes les da lo mismo vender fútbol, autos o alimentos. La globalización que convirtió a la FIFA en una de las grandes multinacionales del planeta.
Si hasta Boca y River se tiran flores -como lo demuestra la reciente reunión entre Ameal y Rodolfo D’Onofrio-, y ambos coinciden en que el dinero que reciben los clubes desde la TV es poco, quiere decir que los tiempos están cambiando.
La pelea promete ser a todo o nada: esos 15 clubes necesitan apenas un voto más (y llegar a los dos tercios de 24) para liquidar a la Superliga antes del 30 de junio, cuando termine una nueva temporada.
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