Se calcula que, desde el último censo de hace 12 años, el país ha aumentado su población en 210 millones de habitantes, casi la misma cifra que Brasil.
La India se convirtió este viernes 14 de abril en el país más poblado del mundo, según la ONU, un título que China ha ostentado durante décadas. Con una población de más de 1400 millones de habitantes, cada vez más numerosa, los servicios de planificación familiar de la India se ven presionados para mantener una tasa de fertilidad decreciente.
Según una previsión de la ONU, el 14 de abril la población india alcanzó los 1.425.775.850 habitantes, una cifra que destrona a China de su prolongado puesto como país más poblado del mundo. Otras estimaciones también apuntaban que el sobrepaso va a suceder o pudo haber sucedido ya en algún momento del primer semestre de este año, pero la de la ONU es la única que puso una fecha concreta.
Se desconoce la población exacta de la India en la actualidad (la actualización del censo de hace una década para 2021 se retrasó indefinidamente por la pandemia), pero todo apunta a un crecimiento exponencial. Mientras que el ritmo de aumento de la población de China, antes muy pronunciado, está empezando a estabilizarse, la curva de India sigue forjándose hacia arriba.
Se calcula que, desde el último censo de hace 12 años, la India ha aumentado su población en 210 millones de habitantes, casi la misma cifra que Brasil. A partir de 2020, habrá ganado aproximadamente un millón de habitantes cada mes.
La población de la India –y de China– equivale ya a la de todo el continente africano, y supera ampliamente a la de Europa y América.
Pero en las mismas décadas en que se ha disparado el crecimiento demográfico en la India, las tasas de fertilidad han ido descendiendo. En 1964, las mujeres indias tenían una media de seis hijos, mientras que hoy se acercan a los dos, en parte gracias al servicio estatal de planificación familiar, que la India afirma haber sido el primer país en ofrecer cuando se puso en marcha en 1952.
“El objetivo principal era ralentizar el crecimiento demográfico como medio de apoyar el desarrollo económico del país, que en aquel momento sólo tenía unos pocos años”, explica Anita Raj, profesora de Salud Pública Global y Directora del Centro de Equidad de Género y Salud de la Universidad de California en San Diego.
El plan logró algunos éxitos: La encuesta de salud familiar de la India de 2022 reveló que casi el 100% de las mujeres y hombres casados de 15 a 49 años conocen al menos un método anticonceptivo. El sector sanitario público es el proveedor del 68% de las personas que utilizan anticonceptivos modernos (productos o procedimientos médicos utilizados para evitar el embarazo, como el preservativo, las pastillas y el DIU, frente a los métodos tradicionales, como el método del retiro o del calendario o la abstinencia).
Sin embargo, ante el aumento de la población aún queda trabajo por hacer. “Las tasas totales de fecundidad llevan años descendiendo”, asegura Raj. “Sin embargo, si el objetivo fuera realmente la elección reproductiva y la autonomía reproductiva de las mujeres, habría que hacer más”, añadió.
Esterilización
La forma de prevención del embarazo más utilizada en India es la esterilización femenina o ligadura de trompas, que representa el 38% de todos los métodos anticonceptivos utilizados. “Históricamente, el programa nacional de planificación familiar se ha centrado en el tamaño de la familia y, por tanto, en la esterilización”, explica Raj.
Sin embargo, la esterilización masculina sólo representa el 0,3% de todos los métodos anticonceptivos. Esto se debe en parte a una sociedad patriarcal: según la encuesta sobre salud familiar, más de un tercio de los hombres considera que la anticoncepción es “cosa de mujeres”.
Pero también hay resistencia a la vasectomía masculina debido a “estigmas y tabúes” persistentes, afirma Debanjana Choudhuri, especialista en derechos de género de la India.
En la década de 1970, el estancamiento económico y social llevó al gobierno indio a lanzar una campaña masiva de esterilización masculina como método de control de la población. Se presionó a los hombres para que se hicieran la vasectomía so pena de perder el empleo o de que se les descontara el sueldo. Los hombres pobres corrían el riesgo de ser recogidos por la policía en las estaciones de tren y autobús antes de ser enviados a esterilizar.
El resultado en la India moderna es que “las vasectomías sin bisturí tienen muy poca aceptación”, afirma Choudhuri. “Los hombres no hacen lo suficiente”.
Los esfuerzos estatales siguen rehuyendo la diversificación de los métodos anticonceptivos. La esterilización de hombres y mujeres se incentiva con el pago, y algunos estados han introducido una política de dos hijos con penalizaciones como la prohibición de ocupar empleos públicos para quienes no la cumplan. El sector sanitario privado es el principal proveedor de anticonceptivos en forma de píldoras, inyectables y preservativos.
Según Choudhuri, la reciente provisión del DIU por parte de la sanidad pública podría suponer un “cambio de juego en la consecución de la combinación de métodos”, “pero tardará entre 5 y 10 años en popularizarse”. Hay una necesidad inmediata de una combinación de métodos más sana, sensibilización y concienciación sobre la anticoncepción reversible de acción prolongada y otros métodos de corta duración”.
Control anticonceptivo
Además de hacer recaer la carga sobre las mujeres, la dependencia de la esterilización femenina limita las opciones de las mujeres. “La esterilización no favorece el espaciamiento de los nacimientos, que es importante para la salud y la supervivencia materna e infantil. Tampoco es una solución para garantizar el control de las mujeres sobre el momento de los embarazos, sino sólo para limitarlos”, señala Raj.
“Si la esterilización es la elección de la mujer y apoya su salud, entonces está bien; pero con demasiada frecuencia estas decisiones se basan en las expectativas de la familia y la comunidad”.
Las condiciones socioeconómicas también definen las decisiones de muchas mujeres en torno a la planificación familiar. La encuesta de salud familiar de 2022 reveló que las mujeres más pobres y con menor nivel educativo que viven en zonas rurales suelen tener más hijos a edades más tempranas y están menos expuestas a los mensajes de planificación familiar que sus homólogas más ricas, educadas y urbanas.
La geografía también influye, ya que las mujeres de las zonas más pobres del este de la India tienen menos probabilidades de utilizar cualquier método anticonceptivo, y especialmente menos probabilidades de utilizar métodos anticonceptivos modernos.
“Los datos de todo el mundo demuestran que cuando se da a las mujeres la opción de controlar su fertilidad y las oportunidades que la rodean [como la educación y las oportunidades económicas] siempre se reduce el tamaño de las familias”, asegura Alistair Currie, director de campañas de Population Matters, una organización benéfica con sede en el Reino Unido que se ocupa del tamaño de la población.
Reducción de la tasa de fertilidad
Las previsiones apuntan a que la población de la India seguirá aumentando en las próximas décadas. La “variante media” de la ONU sitúa el pico de crecimiento en 1700 millones de personas en 2064. Según las proyecciones de la “variante baja”, la curva de crecimiento empezaría a aplanarse en 2047.
Así las cosas, los esfuerzos del gobierno indio están frenando el crecimiento de la población a un ritmo cada vez más rápido, pero los datos indican que la planificación familiar tiene un papel más importante que desempeñar. Sigue habiendo una diferencia significativa entre la tasa de fecundidad deseada (número de hijos que las mujeres quieren tener), de 1,6, y la tasa de fecundidad real, de 2.
“Esperaríamos ver una situación en la que todos los embarazos fueran deseados y que la gente tuviera la capacidad de elegir [quedarse embarazada]”, dice Currie. “Si ése fuera el caso, entonces veríamos una tasa de fertilidad más baja en India”.
Además, se avecina un estirón demográfico: casi la mitad de la población india tiene menos de 25 años y es probable que tenga sus propios hijos en los próximos años.
De momento, muchos de estos sectores demográficos carecen de información vital sobre anticonceptivos, indica Choudhuri. “Hay un prejuicio que acompaña al programa de planificación familiar: como se llama planificación familiar, muchos creen que no va dirigido a ellos. Hay que incluir a la población adolescente en el debate sobre la anticoncepción. Ahora mismo están excluidos, y eso es alarmante”.
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