AnalisisLa guitarra

Por Carlos Saravia Day

Este 18 de octubre se celebra el Día Mundial de la Guitarra del cual participan, actualmente, más de 112 países y 730 ciudades. Se estableció el 18 de octubre de 2021 por iniciativa del guitarrista griego Yorgos Foudoulis, bajo los auspicios de la UNESCO.

Con este motivo, Cadena365.com consideró oportuno reproducir la nota titulada “La guitarra” del libro “Notas desparejas» de Carlos Saravia Day publicado en el año 2009.

La guitarra

La historia de la guitarra, como toda historia, presenta lagunas, versiones contradictorias y a veces pugnaces.

En general los instrumentos de cuerda parecen haber madurado en la matriz fecunda de la cítara, aunque la palabra guitarra es de origen árabe, lo que no quiere decir que el melodioso instrumento no haya existido antes, con el nombre de cítara hispánica. Esto en el tiempo auroral de la prehistoria de la guitarra.

Al comenzar su historia tenía cuatro cuerdas; hoy posee seis y hasta alcanzar un sinnúmero de ellas, haber sufrido modificaciones en su anatomía  y haber perdido su naturalidad, al habérsele sometido  al capricho de la tecnología. Así como el lenguaje, la guitarra cambio su tonada, su dicción y fonética.

Fue durante el Siglo de Oro de España, siglo cumbrera de las letras, cuando aparece el cura Vicente Espinel, fraile calavera a quién corresponde la gloria de haber incorporado la quinta cuerda de la guitarra, y la décima como forma métrica a la poesía. Esta feliz coyunda pasa luego a América y alumbra la poesía gauchesca y su protagonista el payador.

Si Calderón de la Barca adopta la décima como forma métrica del verso en “La Vida es Sueño”, lo propio hacen José Hernández, Hilario Ascasubi y Estanislao del Campo. Uncida la guitarra al canto a través del juglar en España, en fenómeno se repite en la Pampa, por la criolla intercesión del payador.

El cura Espinel alcanzó celebridad en su tiempo y Cervantes lo llamó “Mi admirado amigo”; lo mismo ocurre con Lope de Vega. Hasta ahí, a la guitarra le faltaba la sexta cuerda  para completar su fisonomía , y aquí la gloria es anónima, y su incorporación solo se explica a través de los versos de Zorrilla:

¿Si en el pueblo la hallé

Y en español la escribí

Si el autor el pueblo fue

Porqué me acusáis a mí?

Lo que muestra a las claras al pueblo como agente de cultura.

El cura juerguista solo rasgueaba la guitarra y así se acompañaba. Es otro fraile, Basilio, en los tiempos de Carlos IV en víspera de nuestra independencia, quién introduce el punteo y le da autonomía a la guitarra para que pueda valerse por sí misma. Tiene como alumna de privilegio a la Reina María Luisa, lasciva insaciable, que de paso practicaba con el favorito Manuel Godoy otras artes, que no eran escalas ni arpegios musicales.

La guitarra había llegado a su plenitud cuando se empieza a escribir música especialmente para ella. Siempre se dijo que el padre de la guitarra fue don Francisco Tárrega quién hasta hoy es recordado como el mejor compositor. Un poco antes que él, otro español, Fernando Sors también compuso música para guitarra y creo el primer método de estudio.

El general San Martín, mientras servía en armas a España fue alumno de guitarra del mencionado Sors, tocando por música. De la efusión musical de San Martín poco se ha dicho, pero es de toda lógica que uno de los padres de la guitarra no puede haber tenido un mal alumno.

De instrumento solitario en la década de los sesenta del siglo XIX, la guitarra abandona su misantropía de la mano de Joaquín Rodrigo, que compone para guitarra y orquesta los conciertos de “Aranjuez” y “Para un gentil hombre”.

Tárrega y Rodrigo ambos fueron ciegos y de oídos exacerbados.

El mejor ejecutor de todos los tiempos fue el celebérrimo Andrés Segovia, la guitarra más nítida y pura que se halla conocido.

Como nadie es profeta en su tierra, después del reconocimiento nacional, tanto como músico y ejecutante, nuestro coterráneo Eduardo Falú conquistó al público melómano del Japón con su guitarra.

María Luisa Anido fue una gran guitarrista argentina injustamente olvidada.

Un homenaje a Rafael Ramos, mi profesor de guitarra.