Las medidas para morigerar el ajuste tienen una incidencia acotada en la crisis actual.
La cuenta es antojadiza, pero el resultado impacta. Si se divide el monto de los anuncios de Sergio Massa por la cantidad de votantes habilitados para la presidencial, equivalen a dos kilos de helado (primera marca) para cada uno. x
Sí. La decena de medidas que enumeró en cadena de Instagram este domingo el ministro-candidato implican un gasto (entre lo que se reparte y lo que se deja de recaudar) de 500 mil millones de pesos. Con 35 millones de electores en condiciones de sufragar el próximo 22 de octubre, el reparto implica unos 14.000 pesos para cada uno.
Para mantener el análisis dentro de la lógica K, con esa plata hoy alcanza para comprar dos kilos del helado que le gusta a Cristina Kirchner (Rapanui), según quedó patentado por ella misma en un diálogo informal en el Congreso.
Los 14.000 pesos, por supuesto, pueden usarse para otras cosas, pero no representan mucho más. Alcanzan para cuatro combos de Burger King, para un jean de la calle Avellaneda o para dos cajas (y pico) de los cigarritos «cream café» que fuma Massa (vienen de a 10).
Una mirada crítica agregará que parte de ese consumo volverá al Estado (al propio ministro de Economía) en forma de impuestos.
Moderar el ajuste
Pero más allá de esa apreciación, acaso lo más inquietante es que los anuncios vienen luego de otro feroz ajuste que decidió el Gobierno nacional tras quedar tercero en las PASO del 13 de agosto: con una devaluación del dólar oficial en torno al 20%, se presume que la inflación estará en dos dígitos al menos durante agosto y septiembre.
Como explican algunos economistas, más que hacia el futuro, los anuncios hay que proyectarlos para atrás: 10.000, 15.000 o 20.000 pesos que ayudarán básicamente a pagar deudas.
Las medidas también pueden analizarse teniendo en cuenta el total de la población o poniendo la lupa en cada uno de los grupos beneficiados. En el primer caso, los 500 mil millones equivalen a unos 10.000 pesos por persona. Ahí los dos kilos de helado ya deberán ser de marcas intermedias.
Más preocupante es cuando la mirada se posa en los grupos más vulnerables. Como contó Clarín el fin de semana, desde que se creó (hace 14 años), la Asignación Universal por Hijo pasó de cubrir el 80% de la canasta básica de un niño a menos del 30%. Hoy, ni siquiera compensa con la suma de la Tarjeta Alimentar.
En el caso de los jubilados, los cerca de 2 millones que quedaron afuera de los anuncios, podrían tener una pérdida salarial cercana al 20% para fin de año. Todo lleva al mismo problema de origen (que Massa no solo no logró mejorar, sino que empeoró desde su llegada a Economía): la inflación.
Para entender la dinámica de la suba de precios, en solo dos semanas el Gobierno tuvo que anunciar dos bonos para los mismos jubilados: antes de las primarias anunció uno de 27.000 pesos. Ahora, pos derrota y antes de la general, le agregó $ 10.000 para llevarlo a $ 37.000.
Este cuarto período kirchnerista (pandemia y guerra mediante) consolidó un modelo imperdonable para un gestión peronista: con una tasa de desempleo en un dígito, la pobreza supera el 40% y el trabajo en blanco ya no es garantía para no caer en esa situación de vulnerabilidad.
Datos económicos que complican a la política, sobre todo en períodos electorales. ¿Qué campaña del miedo puede ser efectiva con estos índices?
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