El gobierno, sin embargo, evade la cuestión en vísperas de la llegada a Buenos Aires del presidente cubano, Miguel Díaz Canel, para asistir a la Cumbre de la Celac.No sabe, no contesta. Tal sería la opción que mejor describe la respuesta del gobierno argentino sobre el estado de la histórica deuda de Cuba con la Argentina, en vísperas de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que el presidente Alberto Fernández encabezará el martes 24 en Buenos Aires y a la que asistirá el presidente cubano, Miguel Díaz Canel.
Podría ser una ocasión para tratar al más alto nivel esa deuda. Su origen es la gira que en febrero de 1974 José Ber Gelbard, ministro de Economía de los gobiernos de Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón, encabezó a la isla caribeña, donde acordó un préstamo de USD 1.278,8 millones para que el régimen castrista adquiriera 1.000 tractores, maquinaria agrícola, 5.515 camiones pesados Fiat y 6.000 automóviles Fiat 125, además de otros miles de Renault 12, Ford Falcon, Citroën Ami 8, Peugeot 404, y 9.000 unidades Dodge 1500, de la Argentina. Proveer modelos de empresas norteamericanas a Cuba hasta exigió la gestión de permisos en Washington de las casas matrices de las automotrices norteamericanas en la Argentina.
“Era el mayor crédito otorgado por la Argentina a país alguno hasta ese momento”, sostuvo el diplomático Juan Archibaldo Lanús en su libro “De Chapultepec al Beagle”. El crédito era parte del acercamiento al bloque del “socialismo real”, firmemente encabezado por la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en un entonces mundo bipolar. De hecho, la gira gelbardista siguió en Moscú y pasó también por Budapest y Praga, que estaban bajo el puño de la URSS: en 1956 los tanques soviéticos habían sofocado una revuelta en la capital de Hungría, donde los manifestantes habían osado derrumbar una estatua de Stalin, y en 1958 habían aplastado la llamada “Primavera de Praga”, capital de la entonces Checoeslovaquia.
Como recordó en Infobae el exembajador de la Argentina en Israel y Costa Rica, Mariano Caucino, el excanciller argentino Oscar Camilión señaló en una conversación para el libro “Memorias”, ante el historiador Guillermo Gasió: “nada caracterizó a Gelbard, el que realizaba operaciones tan manifiestamente vinculados con intereses soviéticos, como el crédito a Cuba. Una operación que estaba destinada naturalmente al fracaso que posteriormente se registró. Era una operación en la que el Banco Central financiaba por una parte a Cuba y por la otra a una multinacional”.
Vía muerta
La dictadura militar instaurada a partir del 24 de marzo de 1976 no hizo gestión o reclamo alguno de lo que entonces era una deuda joven y el régimen castrista mantuvo un ominoso silencio sobre los crímenes del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, alianza implícita que se reforzó a partir de la invasión soviética de Afganistán en 1979. Los militares argentinos no se sumaron al boicot comercial encabezado por EEUU a la URSS y la convirtieron en uno de sus mejores socios comerciales, Cuba era parte indivisible de ese bloque.
Ya en democracia, hubo diversos intentos de arreglar la cuestión, ninguno de los cuales prosperó.
En octubre de 1986 Raúl Alfonsin fue el primer presidente argentino en visitar la isla. Entre los avatares de aquella visita Alfonsín y Fidel Castro soportaron –estoica o ridículamente, según se vea- una larga y fortísima lluvia en un evento al aire libre en La Habana, pero la deuda siguió impávida y aumentada.
Luego, en 1995, recordó en su momento el economista cordobés Ramón Frediani, que investigó la cuestión, hubo una propuesta para capitalizar la deuda a cambio de inversiones argentinas en Cuba. El canciller Guido di Tella propuso saldarla con facilidades cubanas a inversiones argentinas en obras públicas y turismo en la isla e incluso el presidente Carlos Menem conversó el tema con Fidel Castro, sin llegar a ningún lado.
Los intentos se intensificaron en los gobiernos kirchneristas, en especial durante la gestión de Rafael Bielsa en Cancillería. “Fue el más interesado en el asunto”, dijo a Infobae un exembajador que pidió reserva de su nombre. El ahora embajador en Chile propuso a Cuba una quita del 75% de la deuda y saldar el 25% restante por diversas vías: pago de intereses en efectivo, atención médica gratuita a argentinos de bajos ingresos en la isla, provisión por parte de Cuba de algunos medicamentos y capacitación en biotecnología a profesionales argentinos. “Adicionalmente –recordó Frediani en su investigación- la Argentina solicitaba en aquel borrador de acuerdo un tratamiento arancelario preferencial para introducir a Cuba con ventajas arancelarias 1.300 productos argentinos”. De vuelta, todo quedó en intenciones.
En 2009, recordó el exembajador Caucino, la entonces presidente Cristina Kichner firmó en La Habana 11 acuerdos con Fidel Castro, pero de la deuda, ni palabra.
Por falta de afinidad ideológica, el gobierno de Mauricio Macri fue el que más empeño puso en cobrarse la deuda cubana.
En septiembre de 2017 Gabriel Salvia, director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), hizo un pedido de información al Banco de Inversión y Comercio Exterior. La gerente de Relaciones Institucionales del BICE, Agustina Tiscornia, le informó que el monto de la deuda consolidada informada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a la Dirección de Gestión de Negocios América y el Caribe del Banco Nacional de Cuba, “cuyo último cálculo corresponde al 31 de marzo de 2017″ era de USD 1.278,8 millones de “capital consolidado” y de USD 1.272,9 millones de “interés devengado”, para un total de USD 2.551,7 millones que surgía de un acuerdo de conciliación y consolidación de la deuda al 31 de marzo de 1995 entre el BICE y el Banco Nacional de Cuba ratificado por acta del 24 de agosto de 1995″.
A partir de esa fecha la deuda devengaba semestralmente intereses a la tasa LIBO más 1,5 puntos porcentuales”. La deuda, agregaba la nota “fue incorporada contablemente como parte de la Capitalización del BICE con fecha 31 de enero de 2012″. En marzo de 1993 el BCRA había transferido esa deuda a la secretaría de Hacienda, que en 1999 la había pasado al BICE mediante un fideicomiso que se liquidó en diciembre de 2011.
En marzo de 2018 el entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el secretario de Asuntos Estratégicos de la presidencia de Macri, Fulvio Pompeo, hicieron un viaje relámpago a Cuba para tratar “cuestiones bilaterales” y también volvieron con las manos vacías. Un año después, el entonces secretario de Negociaciones Económicas Internacionales de la cancillería argentina, Horacio Reyser, se reunió con el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de Cuba, Rodrigo Malmierca, cabeza de la delegación cubana que asistía en Buenos Aires a una Conferencia sobre Cooperación Sur-Sur. Reyser sacó a relucir el tema y Malmierca se encogió de hombros.
Vacuna2
Ya en el gobierno de Alberto Fernández la cuestión resurgió hace un año y medio, en junio de 2021, cuando, según supo en ese momento Infobae, el Gobierno planteó en Cuba, a través de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, y la asesora presidencial Cecilia Nicolini, saldar la compra de las vacunas cubanas “Soberana 2″ y “Abdala” contra el Covid con la añejadísima deuda. Los pinchazos salvadores llegarían cuando el régimen cubano vacunara al menos el 70% de su población. No pasó nada.
Tras tantos intentos fallidos, en octubre pasado Salvia, de Cadal, quiso saber en qué había quedado la cuestión y volvió a pedir información al BICE, esta vez a su vicepresidente, la exdiputada del Frente Renovador Carla Pitiot. La funcionaria y exdiputada nacional massista 2015-19, quien no había cumplido un año cuando Gelbard concedió el crédito original, no respondió.
Ahora bien, ¿cuál es hoy el valor de aquella deuda a punto de soplar 49 velitas? Frediani calculó en mayo de 2019 que la suma de capital e intereses ascendía entonces a USD 4.805 millones, sin tener en cuenta intereses moratorios y punitorios que correspondería aplicar, “lo que duplicaría fácilmente ese monto”.
A su vez, el economista Orlando Ferreres dijo a Infobae desde Jacksonville, EEUU, donde se encuentra de vacaciones, que había calculado que actualizada por tasa LIBO el valor de la deuda era en 2009 de USD 11.000 millones. “Nunca pagaron nada así que ahora debe ser peor”, agregó. De hecho, actualizando por la inflación de EEUU desde entonces (poco más de 36%), el valor sería ahora de unos USD 15.000 millones.
Hace apenas 3 días, a través de CubaDebate, principal plataforma de medios digitales del régimen cubano, se filtró que José Luis Rodríguez, exministro de Economía de la isla, estimó que las reservas internacionales de Cuba se redujeron en unos USD 2.500 millones desde 2019. Y Marc Frank, corresponsal de Reuters en La Habana, citó a otro “economista senior” cubano, que pidió reserva de su nombre, según quien las reservas a fines de 2022 eran de apenas USD 8.000 millones.
Además, el propio Banco Central de Cuba informó días atrás de un reclamo ante la Corte Suprema de Justicia británica de CRF-I Limited, un fondo “buitre” situado en las Islas Caimán, que alega que Cuba le debe 72 millones de euros. Es muy improbable que Alberto Fernández haga algo que empequeñezca ese reclamo, aunque una deuda de casi medio siglo sugiere que “buitre” es más bien el régimen que la contrajo y nunca se propuso pagarla.
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