Por Roberto Ibarguren Zorreguieta*
La Fundación Alemana Bertelsmann Stiftung, conjuntamente con la Universidad de Berlín y la Universidad Torcuato Di Tella, a través de 300 expertos de todo el mundo analizaron y evaluaron la evolución de si los Países en Desarrollo y de Transición, están orientados al cambio social, hacia la democracia, y la economía de mercado, y cómo lo hacen, investigando para ello las decisiones de cada gobierno, lo que en síntesis trataré de transmitir en el presente documento, en lo inherente al caso de la Argentina, graficado por un ranking o índice denominado BTI (Bertelsmann- Transformación- Indicador)
La transición democrática del gobierno Macri al gobierno Fernández, calificada como amistosa, pero con enorme déficit presupuestario, y regreso a un modelo económico basado en el gasto público y los subsidios para impulsar el consumo interno, sin inversiones ni crecimiento, define a la actual gobernanza.
Argentina sale con ranking 1-10= 6,73 del BTI, y puesto 27 sobre 137 países analizados, descendiendo 4 posiciones desde 2018, puesto 23, con 7,27 de BTI, lo cual no disminuye significativamente al país.
Argentina sin embargo es la peor calificada económicamente posicionándose en ranking 57 del nivel global, con 40 en gobernanza y 19 en transformación política, estabilidad democrática, y participación electoral e integración sociopolítica, lo cual si la degrada.
Argentina se posiciona así en neta deriva populista, y en un callejón absolutamente sin salida; en 100 años transitó constantemente en improvisación político institucional, y en experimentaciones de reformas alternantes neoliberales toscas y distorsionadas, y un populismo con intervencionismo estatal predominantemente destructivo.
En América Latina, se sitúa sorprendentemente por lo tanto, antepenúltima, solo delante de Bolivia y Venezuela, la falta de confianza en el gobierno, la destrucción del mercado, y las innúmeras dificultades para ayudar al país a salir de su larga crisis ha sido la constante; el país gastó mucho más de lo recaudado durante demasiadas décadas, a pesar de constituir un país con elevado nivel de desarrollo humano, pero al mismo tiempo con elevadísima pobreza y desigualdad, como desafío persistente.
Política e institucionalmente, la insólita transformación del presidencialismo en vicepresidencialismo, ha deteriorado la calidad democrática incrementando la polarización y el populismo, con visibles recortes participativos y una afectación sensible al estado de derecho; la pandemia Covid 19, no la eximió de la prueba extrema de estrés para la gobernabilidad, deteriorando aun más la calidad, estabilidad y eficiencia de sus instituciones.
En conclusión, como autor interpretativo de lo ut supra expresado, restaría deducir que si la clase pensante y productiva de la Argentina, no pone manos en la obra urgentemente ante la inminencia de un desbande social generalizado, focalizando un gran esfuerzo de reconstrucción nacional socio económico, de gran inversión educativa, de profunda restructuración de todos los estamentos de la República, así como de un imprescindible programa de moralización y ética pública, apertura económica, reconversión laboral, y posible transición a un sistema parlamentario, no será factible salvar de una diáspora y desaparición republicana, a lo que fuera otrora una gran nación.
*El autor es exProfesor e Investigador Asociado, Universidades Nacional de La Plata, y Católica de Salta, Graduado en las Universidades de Cuyo y de Córdoba.
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