Las víctimas pueden ser más porque hay 80 desaparecidos. Una bola de fuego los envolvió provocada por una perforación hecha por las mafias. Al conocerse la filtración la gente corrió con recipientes para llevarle combustible. Entonces estalló.
El estallido de un ducto de combustible mientras era saqueado por cientos de civiles dejó 73 muertos y más de 80 desaparecidos en México, un episodio estremecedor que se da en el marco de la guerra desatada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador contra las mafias dedicadas al robo de gasolina.
Expertos forenses estuvieron durante todo el sábado intentando separar y contar las pilas de cadáveres calcinados por la enorme bola de fuego que envolvió a la muchedumbre. Hubo 76 heridos, casi todos con sus cuerpos abrazados por las llamas. Entre ellos hay ocho menores.
La fuga fue provocada por una perforación clandestina realizada por las mafias dedicadas al robo de gasolina en un campo cercano al pueblo de Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo, a unos 100 km al norte de la Ciudad de México, según informó la compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Al conocerse la filtración, unas 700 personas corrieron con contenedores de todos los tamaños a llevarse el preciado combustible que ha escaseado en los últimos días en amplias zonas de México. Tomas de video captadas horas antes del incendio mostraban a la gente en un ambiente festivo recolectando gasolina. Pero una chispa encendió el fluido y causó una enorme explosión, carbonizando a los que estaban más cerca.
Imágenes tomadas en ese momento mostraban llamaradas de gran altura y decenas de personas corriendo desesperadas, con el cuerpo abrazado por el fuego. Se teme que muchos de los 85 desaparecidos hayan muerto en el lugar.
A pocos minutos de la perforación del ducto las fuerzas de seguridad fueron alertadas a través de una llamada anónima, y un grupo de 25 soldados del Ejército concurrieron al lugar para protegerlo. Pero lentamente fueron llegando habitantes de la zona para saquear el combustible.
Los militares intentaron convencer a la población de los peligros que implicaba, pero “al verse rebasados por la cantidad de personas se vieron obligados a retirarse a un costado para evitar una confrontación”, explicó el secretario de Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval.
“La actitud del Ejército fue correcta, no es fácil ante una multitud hacer prevalecer el orden”, señaló López Obrador, y afirmó que va a seguir con su estrategia de combatir el robo de combustibles. “Va a seguir el plan; claro, lamento mucho lo sucedido, me duele, pero tienen que cambiar estas cosas”, apuntó.
Las imágenes tomadas por cámaras de video muestran alaridos de desesperación y por momentos se ve cómo corren algunas personas envueltas en llamas.
─¡Tírate al piso! ─dice un hombre mientras filma la dramática situación.
─¡Ayúdenme, güey! ─grita uno, prendido fuego─. ¡Me muero!
El presidente mexicano, que asumió el 1° de diciembre pasado, está llevando a cabo un complejo operativo nacional para detener este delito, que repuntó en los últimos años de la mano de las organizaciones de narcotráficantes, que así diversifican sus ingresos ilegales. Este flagelo es conocido popularmente como “huachicoleo”, y se calcula que le provoca pérdidas por 3.000 millones de dólares al año a la petrolera estatal Pemex.
A las mafias del sector les resulta cada vez más fácil succionar la gasolina de la vasta red de ductos, subterráneos o al aire libre, instalados desde las refinerías a las terminales de distribución de Pemex. Lo hacen con apoyo de expertos y de equipo sofisticado, pero muchas veces son operaciones más elementales que terminan en desastres como el ocurrido este viernes.
La gran mayoría de este combustible se adultera y se vende a bajos precios en estaciones de servicios. Una de las zonas donde la disputa es más encarnizada es el llamado “Triángulo Rojo”, en el estado de Puebla, al oriente de la capital, donde militares y marinos han enfrentado a células del Cartel Jalisco Nueva Generación, Los Zetas, Cartel del Golfo y Cartel de Santa Rosa de Lima.
Para frenar este negocio ilegal el gobierno cambió el sistema de distribución. Cerró la mayoría de los ductos y comenzó a utilizar camiones cisternas para entregar el combustible en los centros de venta. Pero esto ralentizó la distribución e, incluso, bloqueó su llegada a varios estados.
Muchos habitantes de la zona rodeaban ayer el lugar de la explosión con la intención de poder saber algo de sus familiares. Hugo Olvera Estrada, cuyo hijo de 13 años se hallaba en el saqueo, buscaba desesperado que alguna autoridad le confirmara si su cuerpo estaba allí. “Lo trajeron los hombres mayores. Ahora no se nada de él”, decía.
“Llegando de trabajar me dijeron que estaba la gasolina y mucha gente, que me viniera pero dije no, ¿para que?”, contaba otro hombre que había ido al lugar a buscar a su nuera, desaparecida.
Marciel Cervantes teme que su hermano, Isaac, sea uno de los desaparecidos del viernes. Halló su auto estacionado al costado del campo. “La gente ya sabe a qué le atienen cuando se meten en esto, pero la mayoría de la gente no entiende”, dijo. A su lado, una mujer intenta justificar este tipo de acciones. “A cómo está el precio de la gasolina, muchos lo ven como oportunidad, ganan muy poco como campesinos”, afirma.
Esta es la mayor tragedia derivada del robo de combustible. “Vamos a erradicar eso que no sólo daña materialmente, no sólo es lo que pierda la nación por ese comercio ilegal, este mercado negro de combustibles, sino el riesgo, el peligro, la pérdida de vidas humanas”, enfatizó el presidente López Obrador.
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