Era una tarde sin emociones en Avellaneda. Gris y fría y, para colmo, sin fútbol. Porque Independiente, que venía de mejora en mejora, retrocedió y no tuvo volumen de juego ante las ausencias de Santiago Toloza y Mauricio Isla, ambos lesionados.
Y porque el equipo de Carlos Tevés no usufructuó las que tuvo para definir y después se le hizo muy difícil entrarle a un cerradísimo Instituto. Hasta que en los últimos cinco minutos el arbitraje de Darío Herrera quedó en el foco de la polémica por sus decisiones y el apoyo del VAR, a cargo de Germán Delfino. El 0-0 final dejó conforme a los cordobeses y en llamas a un Diablo que no pudo subirse a la cima de la Zona A de la Copa de la Liga.
Iban 41 minutos cuando el Chaco Martínez se escurrió por la izquierda pisó el área y pareció bajarlo Gregorio Rodríguez. Herrera, bien ubicado, marcó sin dudar el penal. Pero desde Ezeiza llamó Delfino para invitarlo a revisarla al monitor. En la reiteración, el juez principal vio que el visitante punteó primero la pelota y por eso cambió su falló y reanudó el juego con un pique a tierra.
Sin embargo, en el tercer minuto de descuento, Fernando Alarcón llegó tarde e impactó a Canelo con su pierna zurda adentro del área. Más allá de la exageración del de rojo, ese sí era penal, pero no para Herrera. Desde el VAR esta vez no llamaron y le dieron la derecha al árbitro. Una de cal y una de arena.
Más allá de la bronca contra el pito, Independiente sabe que no tuvo un buen domingo. Cuando algo no funciona, ¿para qué esperar? Tevez vio que sus muchachos empezaron a verse perdidos en el campo de juego luego de un buen arranque y decidió mover piezas rápido. No hizo cambio de nombres, pero a la mitad del primer tiempo rompió con la línea de cinco defensores que había planteado y viró a un 4-1-3-2, adelantando a Julio Buffarini (jugó por Isla, que arrastra una molestia muscular) de carrilero a volante por la derecha, pasando a Javier Báez de lateral, Federico Mancuello de enlace y Braian Martínez a la izquierda del mediocampo.
Hasta los 20 minutos había sido ese equipo intenso y protagonista de partidos que quiere Carlitos, el Rojo. Incluso había producido tres situaciones de riesgo, aunque sin poder quebrar el arco de Manuel Roffo. El Chaco Martínez era todo un problema para Instituto cuando se salía del molde de interior y se soltaba a espaldas del volante central, Nicolás Linares. Por allí, Martínez comandó esas jugadas de vértigo para el local: una culminó con un remate de Matías Giménez que contuvo Roffo, en la segunda no logró llegar por poco Alexis Canelo y en la tercera fue el propio Chaco el que probó con un tiro cruzado que tapó bien el arquero visitante.
Otra vez, Independiente no le sacaba provecho a su generación de posibilidades de gol, mal que padeció en Rosario el martes pasado y lo pagó con el empate 1-1. Y el cuadro cordobés, pasado el sofocón, se acomodó mejor en la cancha a bordo de un 4-3-3 flexible que por momentos se volvía 4-2-3-1 cuando Matías Romero se cerraba para darle una mano a Linares. Igualmente, los de Diego Dabove no alcanzaron a patearle a Rodrigo Rey.
Pero le disputó el mediocampo y hasta le sacó la pelota al Rojo y por eso Tevés, a la media hora de partido le ordenó a Rey que se tirara y, mientras lo atendían por es falsa molestia al arquero, el técnico reordenó a sus hombres. Minuto muerto le llaman en el básquet…
En el descanso sí apeló a una variante con la salida de un flojo Buffariniy el ingreso de Martín Cauteruccio. Así, Canelo bajó a volantear por la derecha y Caute formó dupla de ataque con Giménez. El Diablo recobró la tenencia del balón en el complemento y siguió teniendo en Martínez a su hombre más desequilibrante. El Chaco lo tuvo de cabeza y después con un disparo a colocar que pasó cerca. También Caute intentó con un tiro que sacó al córner un atento Roffo.
Otra vez, Independiente dejaba pasar sus buenas oportunidades en el área ajena. Y, otra vez, Instituto se sobrepuso y armó definitivamente un cerrojo defensivo que ya se le hizo muy difícil de romper al local. Los centrales, Ezequiel Parnisari y Fernando Alarcón, sacaron todo de arriba y de abajo. Impenetrable se hizo la Gloria en el LdA-Ricardo Enrique Bochini.
Hasta que en el final llegaron las polémicas para calentar una tarde fría y terminar con todo Independiente y sus hinchas al rojo vivo contra el arbitraje a una semana del clásico de Avellaneda
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